Una mentira es una declaración realizada por alguien que
cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le
crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total. Una cierta oración puede
ser una mentira si el interlocutor piensa que es falsa o que oculta
parcialmente la verdad. En función de la definición, una mentira puede ser una
falsedad genuina o una verdad selectiva, exagerar una verdad o incluso la verdad, si
la intención es engañar o causar una acción en contra de los intereses del
oyente. Las ficciones,
aunque falsas, no se consideran mentiras. Mentir es decir una mentira. A
las personas que dicen una mentira, especialmente a aquellas que las dicen
frecuentemente, se las califica de mentirosas. Mentir implica un engaño
intencionado, consciente, y estudios demuestran que el ser humano tarda más
mintiendo que diciendo la verdad.
Tiene como sinónimos: embuste, bola, calumnia,
coba o falacia.
Concepto
También es mentira el acto de la simulación o el fingir. Por
ejemplo: si alguien atropella a una persona y huye del lugar sin ser
identificado y, después de un tiempo, regresa y se mezcla con los curiosos y
finge indignación por lo ocurrido, está mintiendo a todos aquellos ante quienes
simula o finge inocencia. En otras palabras, para mentir no se necesita decir
palabra alguna.
Otra forma de mentira no verbal la constituye el hecho de hacerse
pasar por discapacitado físico con el fin de obtener
algún "favor" en provecho propio (limosnas, por ejemplo). Esta
conducta es típica generalmente en personas extremadamente perezosas que
no les gusta trabajar.
Moralidad
de mentir
Mentir está en contra de los cánones morales de muchas personas
y está específicamente prohibido como pecado en
muchas religiones.
La tradición ética y los filósofos están divididos sobre si se puede permitir a veces
una mentira (pero generalmente se posicionan en contra): Platón
decía que sí, mientras que Aristóteles,
san Agustín
y Kant
decían que nunca se puede permitir.
En función de las circunstancias, se entiende que mentir para proteger
a personas de un opresor inmoral suele ser permisible. Es el caso, por ejemplo,
de las víctimas de una guerra.
Mentir de una forma que intensifica un conflicto, en vez de
atenuarlo, generalmente se considera el peor pecado.
Un mentiroso es una persona que tiene cierta tendencia a decir
mentiras. La tolerancia de la gente con los mentirosos habitualmente es muy
pequeña, y a menudo sólo se necesita que se sorprenda a alguien en una mentira
para que se le asigne la etiqueta de mentiroso y se le pierda para siempre la
confianza. Esto, por supuesto, es moderado por la importancia del hecho al que
se refiera la mentira.
Una mentira graciosa, más comúnmente como bromear, engaño
con propósito humorístico, cuando la falsedad se entiende, no se considera inmoral
y es una práctica utilizada ampliamente por comediantes
y humoristas.
El filósofo Leo Strauss acentuó la necesidad de mentir para
ocultar una posición estratégica, o para ayudar a la diplomacia.
Así lo hicieron también los representantes de la filosofía política, desde Maquiavelo
hasta la "mentira noble" de Platón.
Que las mentiras desaparezcan completamente del ámbito de la política,
de la justicia,
de la diplomacia,
del periodismo
y de otros muchos ámbitos de la vida social es algo virtualmente imposible, tal
y como no pueden ser excluidas de las guerras que éstas mismas actividades,
supuestamente, deberían prevenir.
La
diferencia entre mentir y bullshitting
En su libro On Bullshit (2005), el filósofo
de Princeton Harry
Frankfurt sugiere que mentir y bullshitting (Asegurar algo
sin saber su veracidad, decir sandeces) no es lo mismo. Un mentiroso se
diferencia de una persona que dice la verdad en el hecho de que el mentiroso
quiere esconder la verdad, mientras que el otro la quiere revelar. Un mentiroso
debe tener siempre en cuenta la verdad para que al menos no se le vaya a
escapar por accidente. Sin embargo, el bullshitter se muestra
indiferente ante la verdad. A él no le importaría si, por casualidad, sus
declaraciones llegaran a ser verdad.
Por ejemplo, un ladrón de bancos que niega el haber hecho un
asalto es un mentiroso; en cambio, un vendedor de coches que, sin averiguarlo
primero, le asegura a su cliente que el coche en venta tiene sólo 2.000
kilómetros de recorrido es considerado un bullshitter.
La
diferencia entre mentir y paparruchear (humbugging)
Se diferencia de la mentira en que el emisor de la paparrucha da
una versión tergiversada de sí mismo, mientras que la mentira tergiversa la
realidad y también su estado de ánimo.
“ (…) su intención principal es dar al oyente una falsa impresión
de lo que pasa por la mente del hablante.”
“(…) la creación de esa impresión es su principal objetivo y lo
que le da sentido”
“El orador intenta que sus palabras transmitan una determinada
impresión de sí mismo. (…) Lo que importa es lo que el público piense de él.”
Tipos
de mentiras
Pese a que las mentiras estén mal vistas, se ve como algo normal
considerar que hay mentiras peores que otras.
San Agustín distingue ocho tipos de mentiras:
las mentiras en la enseñanza religiosa; las mentiras que hacen daño y no ayudan
a nadie; las que hacen daño y sí ayudan a alguien; las mentiras que surgen por
el mero placer de mentir; las mentiras dichas para complacer a los demás en un
discurso; las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien; las mentiras que
no hacen daño y pueden salvar la vida de alguien, y las mentiras que no hacen
daño y protegen la "pureza" de alguien. Por otra parte, San Agustín
aclara que las "mentirijillas" no son en realidad mentiras.
Tomás de Aquino, por su parte, distingue tres
tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa. Según Tomás de
Aquino, los tres tipos de mentira son pecado. Las mentiras útiles y
humorísticas son pecados veniales, mientras que la mentira maliciosa es pecado
mortal.
El tipo más grave de mentira es la calumnia,
ya que con esto se imputa siempre a algún inocente una falta no cometida en
provecho malicioso.
Paradojas
relacionadas con la mentira
Dentro de cualquier situación en la que se dan siempre respuestas
duales (por ejemplo, sí/no, blanco/negro), una persona de la que sabemos que
está mintiendo consistentemente sería, de forma paradójica, una fuente de
verdad. Hay muchas paradojas de esta clase, siendo la más famosa la que se conoce
como la paradoja del mentiroso, comúnmente
expresada como «esta proposición es mentira» o «esta proposición es falsa». La
denominada paradoja de Epiménides —«todos los
cretenses mienten», declara Epiménides
el cretense—
fue una precursora de la paradoja del mentiroso, aunque el hecho de que sea o
no una paradoja también está en discusión. Hay una clase de acertijos lógicos
relacionados con este asunto que, en inglés, se conocen con el nombre de
«knights and knaves» (usualmente "caballeros y escuderos",
frecuentemente "caballeros y bellacos", de vez en cuando
"caballeros y villanos" o rara vez "caballeros y
sirvientes", en español), en los que el objetivo es determinar, de un grupo
de personas, quién miente y quién dice la verdad.
Detección
de las mentiras y su abordaje psicológico
Un ejemplo es el tiopentato de sodio (Pentotal Sódico). Teniendo
en cuenta que como agente hipnótico, con una dosis controlada, su actuación en
el cerebro humano produce depresión de las funciones corticales superiores, se
pensó que podría resultar de utilidad en interrogatorios. Se considera que la
mentira es una elaboración compleja, consciente, mucho más complicada que la
verdad, así que, si se deteriora la actividad superior cortical, al sujeto le
resultará mucho más complicado mantener su voluntad y la “verdad” fluiría en su
conversación con mayor facilidad. Eso es, al menos, la teoría, puesta en
práctica durante decenios por los servicios de espionaje de muchos países.
Hasta cierto punto, la idea es correcta, pero no garantiza, ni mucho menos, que
el sujeto vaya a contar lo que se espera, puesto que hay muchos factores que
pueden modificar el experimento, desde un entrenamiento especial hasta
condiciones ambientales o, simplemente, una asunción de la mentira como verdad
por parte del sujeto.
Psicología
de la mentira
La
mentira en la ficción
- En Pinocho,
de Carlo Collodi, el personaje principal,
cuyo nombre da título a la obra, es un muñeco de madera cuya nariz crece
cada vez que dice una mentira.
- En la película Liar
Liar, dirigida por Tom
Shadyac y protagonizada por Jim
Carrey, el abogado Fletcher Reede (Carrey) no puede mentir
durante 24 horas, debido a un deseo de cumpleaños de su hijo que,
mágicamente, se hace realidad.
- En la serie de televisión Lie to Me, el Dr. Cal Lightman y su
equipo trabajan descubriendo las mentiras y engaños en la gente a través
de las expresiones faciales, tono de voz y Actitud.
- Mark Bellison en La Mentira original
es la primera persona en desarrollar la capacidad de mentir en un mundo
imaginario donde la mentira no existe.
La calumnia consiste en la imputación falsa a una persona
de la comisión de un hecho que la ley califique como delito, a
sabiendas de que éste no existe o de que el imputado no es el que lo cometió.
En realidad no es más que un supuesto agravado de la injuria,
pero su naturaleza la emparenta más con los delitos contra la Administración
de Justicia que con las infracciones contra el honor. Su parentesco
morfológico con la acusación y denuncia falsas es evidente. La plena relevancia
en la calumnia de la exceptio veritatis prueba lo afirmado. Sin embargo, el
legislador la incluye entre los delitos contra el honor, y ya existe el delito
de acusación y denuncia falsas como delito contra la Administración de
Justicia, es por ello necesario realizar un análisis detallado de la misma.
La imputación ha de ser falsa, si no lo es y el acusado prueba
la veracidad de su imputación, quedará exento de pena, ya que el hecho no es
típico; aunque pudiera castigarse por injurias. Esto no quiere decir que todo
el que denuncie un delito esté obligado a probarlo, hasta el punto de que, si
no lo hace, incurre en calumnia, pues, como dice la STS de 14 de febrero de
2001, basta con que el sujeto crea en la veracidad de lo que imputa y que no
actúe "con temerario desprecio a la verdad".
La imputación ha de ser de hechos concretos y ha de
recaer sobre persona determinada o determinable. Es indiferente que se le
impute una intervención a título de autor o cómplice. También es indiferente
que la calificación penal del hecho sea incorrecta.
Sujeto pasivo de la calumnia sólo puede ser la persona física, ya que no cabe
imputar a una persona jurídica la comisión de un delito (societas delinquere
non potest), y tampoco los colectivos sin personalidad pueden ser sujetos
pasivos de este delito.
Son posibles las distintas modalidades de comisión de la injuria.
Específicamente el Código Penal se refiere, a efectos de determinar la pena a
imponer, a las que se propaguen con publicidad o no.
Para afirmar la presencia de dolo es preciso que el sujeto tenga conocimiento
de la falsedad de lo que imputa o que la imputación', objetivamente
falsa, se haga con "temerario desprecio de la verdad". Igual
que sucede con la injuria grave, consistente en la imputación de hechos falsos,
este temerario desprecio de la verdad debe considerarse como un dolo eventual.
Es discutible si se exige una especial intención, además del dolo,
y la solución radica en la propia naturaleza del delito, pues si se considera
la calumnia como un delito contra el honor, será necesario el ánimo de
deshonrar en el sujeto activo; pero esto no ocurre si se le considera un delito
contra los intereses de la Justicia. De la especial índole de la calumnia en el
Código Penal se desprende que es más viable la primera solución. En todo caso
el dolo debe abarcar la conciencia de la falsedad de la imputación o el
temerario desprecio a la verdad, y el animus iniurandi
Para que se consume es necesario que la calumnia llegue a
conocimiento del calumniado, además, son posibles teóricamente las
distintas formas de tentativa.
Delitos
privados
En algunos ordenamientos, la calumnia, forma parte de los
denominados delitos de instancia privada. Esto quiere decir que para su
persecución no basta con la mera denuncia. Los poderes públicos no tienen capacidad para actuar
de oficio en la persecución de los delitos de calumnias.
Por el contrario, es necesario que la persona interesada participe
en el juicio a través de una querella y se convierta en demandante.
Por otro lado, el juicio funcionará muy parecido a un juicio del orden civil,
con parte demandada y demandante y con la posibilidad de que se llegue a un
acuerdo o de que exista el desistimiento.
La difamación es la comunicación a una o más
personas con ánimo de dañar, de una acusación que se hace a otra persona física
o moral de un hecho falso, determinado o indeterminado, que pueda causar o
cause a ésta una afectación en su honor, dignidad o reputación.
Los orígenes en el derecho anglosajón de la difamación
están en los agravios (declaración dañosa en una forma
transitoria, sobre todo de forma hablada) y libelo (declaración
dañosa en un medio fijo, sobre todo escrito pero también un cuadro, signo, o
emisión electrónica), cada uno de los cuales da un derecho de acción.
La diferencia fundamental entre libelo y difamación
está únicamente en la "forma" en la cual la materia difamatoria es
publicada. Si el material ofensivo es publicado en alguna forma efímera, como
en forma hablada o sonidos, dactilología,
gestos y otros por el estilo, entonces esto es difamación. Si es publicado en
una forma más duradera, por ejemplo en documentos, películas, discos compactos
y otros por el estilo, entonces es considerado un libelo.
Mentira piadosa es la afirmación falsa proferida con intención benevolente. Puede
tener como objetivo el tratar de hacer más digerible una verdad tratando de
causar el menor daño posible. Suele ser utilizada simplemente para evitar fricciones
innecesarias, secuelas o actitudes que pueden ser desagradables para alguien.
En política, la mentira noble es asociada con la falsedad
de los gobernantes destinada a preservar la armonía social. Platón
ya se refería a este tipo de mentira en La República.
La aceptación de las acciones sobrenaturales de Santa Claus es una
de las mentiras piadosas más usadas, dirigida a los niños con el fin primordial
de lograr su felicidad.
La
República de Platón
Platón alude en La República a diferentes tipos de metal
que los dioses habrían puesto en la sangre de las personas: oro en los
gobernantes, plata en los auxiliares, bronce en los campesinos y artesanos. Los
hijos de los gobernantes nacerían con oro en la venas y estarían destinados a
mandar, pero también los de algunos campesinos y obreros que, por ese hecho,
también deberían ascender y gobernar. Platón aduce que, aunque esto fuese
falso, si la gente lo creyera se lograría tener una sociedad ordenada (pues los
auxiliares, labradores y artesanos tendrían la esperanza de que sus vástagos pudieran
llegar a ser gobernantes), lo que convierte al mito en una mentira noble.
Además, este mito también haría creer a los gobernantes que son mejores que sus
súbditos, fomentando en ellos el sentido de responsabilidad.
La pregunta acerca de si es conveniente engañar al pueblo fascinó
a los pensadores políticos occidentales durante siglos. Blaise Pascal
negó la existencia de derechos naturales, del contrato
social y un derecho divino de los reyes, afirmando, en
cambio, que luego del triunfo por la fuerza de un partido sobre otros para
acceder al poder, es necesario hacer creer al pueblo que las leyes fueron
instituidas en su beneficio. La mentira es necesaria porque es imposible
gobernar siempre a partir de la fuerza y para que las leyes sean obedecidas. Farabi y Maimónides,
inspirados en Platón, predicaron la moderación política del filósofo, frente a
la imprudencia de un Sócrates (con su afán de verdad y sus preguntas
impertinentes).
Immanuel Kant
y la prohibición absoluta de mentir
Kant en su imperativo categórico (principio fundamental, del que
según este autor derivan todos nuestros deberes y obligaciones) sintetizó su
teoría moral. Una máxima es moral si es universalizable, es decir, si la regla
que nos autoriza a realizar ciertas acciones puede ser universal, o sea, que todos
se rijan bajo esta regla. Para Kant, el deber de no mentir es una ley moral
inviolable porque el mentir no se puede convertir en una ley universal; mentir
sistemáticamente acarrearía desconfianza entre las personas y no se podría
vivir en sociedad, pues la confianza es la base primordial para establecer
vínculos entre las personas. Además, si la mentira fuera una regla universal
todas las personas sabrían que todos mienten, entonces la mentira ya no tendría
el efecto esperado.
El decir la verdad no debe depender de lo que el individuo quiera
o desee, afirma Kant, sino que debe ser siempre así. Para explicar esto, Kant
diferenciaba los deberes categóricos de los llamados "imperativos
hipotéticos", que nos dicen qué hacer siempre y cuando la acción sirva
para cumplir un deseo. Podemos deshacernos libremente de estos imperativos
hipotéticos simplemente ya no teniendo el deseo de realizar la acción. En
contraste con los "imperativos hipotéticos", los requisitos morales
como no mentir son "deberes" categóricos, estos requisitos no
dependen de si el individuo quiere o desea hacerlos, dependen de que
"debe" hacerlos.
Kant basa los "deberes hipotéticos" en los deseos, y los
"deberes categóricos" en la razón.
Kant no es el único autor que pensaba que la prohibición de mentir
es absoluta. Peter Geach, autor del libro The Virtues,
considera que moralmente está siempre prohibido mentir, pero aprueba las
verdades engañosas, como la de San Atanasio, quien remaba en un río cuando los hombres que lo
perseguían le preguntaron "¿dónde está el traidor de Atanasio?", a lo
cual éste respondió tranquilamente, "no está lejos".
Siguiendo la línea de razonamiento de Kant y teniendo en cuenta la
restricción que hace de no mentir bajo ningún motivo, podemos preguntarnos: ¿en
realidad el no mentir debe ser una regla universal? No podemos perder de vista
que en la vida se pueden presentar circunstancias en las cuales nos veamos bajo
la imperiosa necesidad de mentir; por ejemplo, en el caso de que la vida de una
persona dependa de que nosotros digamos una mentira (porque, por ejemplo, un
asesino la persigue), guiándonos por el deber categórico de la no mentira de
Kant tendríamos que dejar que la persona muera. Si aceptamos el razonamiento de
Kant ¿cómo podríamos resolver este problema?
Elizabeth Anscombe, que por lo demás estaba de
acuerdo con Kant en que existen "reglas morales absolutas", no creía
que decir siempre la verdad fuera una de ellas. Anscombe señaló que Kant
formuló la regla de no mentir de manera demasiado estricta, y que no contempló
las consecuencias que podría tener el ser tan radical y prohibir la mentira
bajo cualquier circunstancia. Anscombe prefería formular la regla de manera que
en algunas ocasiones se pudiera hacer una excepción. Por ejemplo, es permisible
mentir cuando hacerlo salvará la vida de alguien. Dicho de otro modo, la regla
de no mentir no es universalizable para Anscombe.
Leo
Strauss
Leo Strauss (1899-1973), filósofo nacido en
Alemania y emigrado a los Estados Unidos, distinguía dos tipos de ley divina o
revelación: las creencias verdaderas como son los principios filosóficos que
sólo conocen los sabios y las creencias necesarias que son falsas pero útiles a
la sociedad para la conservación del orden social. Estas últimos sí pueden ser
enseñadas al pueblo. Esta posición ha inspirado a neoconservadores políticos
contemporáneos porque es, a fin de cuentas, una defensa de la desigualdad: mientras
que los filósofos poseen el conocimiento, el resto de la gente recibe mentiras
nobles pero edificantes, mitos poéticos acerca de las grandes preguntas.
Mitomanía, mentira
patológica o pseudología fantástica son tres de los varios términos
aplicados por los psiquiatras para nombrar el comportamiento de los mentirosos
compulsivos o habituales. La mitomanía fue descrita por primera vez en la
literatura médica en 1891 por Anton Delbrueck. A pesar de que es un tema
controvertido, la mentira patológica se ha definido como una invención
intencional y demostrable de acontecimientos muy poco probables y fácilmente
refutables.
Aunque se ha escrito poco acerca de la mentira
patológica, un estudio encontró una prevalencia de casi 1 de cada 1.000 menores
de edad. La edad promedio de inicio es de 16 años, y el estudio demostró que
afecta igual a hombres y mujeres. El cuarenta por ciento de los casos
estudiados presentaban una alteración del sistema nervioso central.
Las características que definen pseudología fantástica
son: 1. Las historias contadas no son del todo improbables, ya que a menudo
tienen algún atisbo de verdad. Las historias no son delirios
o una manifestación de la psicosis: si se le presiona, el mentiroso puede llegar a
admitir que lo que cuenta no es cierto, aunque de mala gana. 2. La tendencia a
mentir es duradera, no es provocado por una situación inmediata o por la
presión social sino que más bien se trata de una característica innata de la
personalidad. 3. El motivo interno último, no el externo, de dicho
comportamiento se puede discernir clínicamente. 4. Las historias contadas
tienden a presentar al mentiroso de manera favorable. Por ejemplo, la persona
puede presentarse a sí misma como alguien increíblemente valiente, sabio o
relacionado con personas famosas.
La pseudología fantástica también puede presentarse
como falsos recuerdos, donde el paciente realmente
cree que los acontecimientos ficticios han tenido lugar, sin tener en cuenta
que estos eventos son fantasías de su mente. La víctima puede creer que él o
ella ha cometido actos sobrehumanos del altruismo y amor o actos igualmente
grandiosos de una maldad diabólica, que responden a sus propias fantasías.
Los mentirosos
patológicos
La mentira es el acto de consciente y deliberado de
compartir un juicio falso. La mayoría de las personas lo hacen por miedo. La
mentira patológica es considerada una enfermedad mental, debido a que parte de
un juicio racional pero se alimenta de la fantasía.
Mentir con frecuencia es un síntoma de varias
enfermedades mentales. Por ejemplo, las personas que sufren de trastorno de
personalidad antisocial utilizan las mentiras para beneficiarse de los demás.
Algunas personas con trastorno límite de la personalidad
mienten para llamar la atención alegando que han sido tratados mal. La mentira
patológica, por el contrario, puede ser descrito como una adicción a la
mentira. El individuo constantemente miente sin obtener ningún beneficio
personal. Las mentiras suelen ser transparentes y con frecuencia parecen
bastante inútiles.
Hay muchas consecuencias de ser un mentiroso
patológico. Debido a la falta de confianza, la mayoría de las relaciones y
amistades de los mentirosos patológicos fracasan. Si la enfermedad continúa
avanzando, la mentira podría llegar a ser tan severa como para causar problemas
legales, relacionados con el fraude.
La psicoterapia parece ser uno de los únicos métodos
para el tratamiento de una persona que sufre la mentira patológica. No ha
habido ninguna investigación realizada sobre el uso de medicamentos
farmacéuticos para el tratamiento de los mentirosos patológicos. Algunas
investigaciones sugieren que ciertas personas pueden tener una
"predisposición a la mentira".
La mentira patológica es un fenómeno complejo, a
diferencia de otras enfermedades mentales. Tiene muchos cambios en su vida las
consecuencias para aquellos que tienen que vivir con la enfermedad. En la
actualidad, no hay suficiente investigación en el área de la mentira patológica
que garantizar la cura del paciente
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