La bondad es una actitud positiva y constructiva hacia los
otros, hacia la naturaleza y hacia las cosas. Es la inclinación natural a hacer
el bien; cualidad propia del carácter apacible y manso.
Platón coincide con este concepto y agrega que hay que reconocer
que este no es el único mundo ni el mejor.
El secreto que guarda una vida de bondad lo da la perfecta
proporción, o sea que la bondad es una forma de lo bello y armónico.
El hombre es bueno cuando es virtuoso y la virtud es conocimiento
y prudencia.
Platón no identifica al bien con el placer, porque cometer una injusticia es
peor que padecerla, ya que empobrece el alma que es lo peor que le puede pasar
al hombre; porque el placer debe estar subordinado al bien y la razón debe ser
juez de los placeres que deberán estar al servicio de la salud, la armonía y el
orden del alma y del cuerpo.
La voluntad es la facultad de ánimo, y en ella reside la bondad o
la maldad de las conductas, porque la voluntad es la fuente de la moralidad.
La voluntad buena, para Kant, es un fin en si mismo y se basa en
el deber, la máxima y el respeto a la ley moral.
La voluntad buena es la que conduce a acciones por deber y no
sigue las inclinaciones. En la circunstancia en que las inclinaciones se oponen
al deber se apreciaría la bondad de la acción.
La máxima es el principio subjetivo que rige nuestra conducta, son
nuestros valores, y la evaluación moral de estos valores dependerá de su
coincidencia con el principio moral objetivo.
De modo que el valor de una acción moral depende de este principio
y no de su propósito, debe ser “a priori” de las circunstancias.
La ley moral tiene que ser por lo tanto meramente formal, o sea
universal.
Con referencia a la bondad en general, o sea al buen carácter,
Aristóteles nos dice que todos tenemos la capacidad de ser buenos pero
igualmente hay que desarrollarla con la práctica por medio de acciones
objetivamente virtuosas, sin reflexionar sobre ellas ni elegirlas sino por la
disposición habitual.
Para Aristóteles, una acción buena se distingue por poseer un
cierto orden o proporción y se encuentra en el centro entre dos extremos. Por
ejemplo, el exceso de confianza será temeridad y el otro extremo sería la cobardía;
en el centro estaría la virtud de la moderación.
Aristóteles dice que todos los elementos valiosos tienen un
límite, que si se excede dejan de ser valiosos y se convierten en peligrosos.
Las acciones se dirigen hacia un fin y en el sistema de Aristóteles,
para que sea una acción virtuosa hay que introducir la obligación moral.
Creo que hasta el peor de los mortales sabe cuando está actuando
con bondad, cualquiera sea su objetivo, porque la bondad no nos aleja de
nuestros propósitos, al contrario, puede elevar nuestro nivel de entendimiento
y superarlos.
Elegimos ser buenos cuando dejamos de creer que los demás son
culpables de nuestros males.
La bondad perfecciona a la persona porque sabe dar y darse sin
temor a verse defraudado, transmitiendo aliento y entusiasmo a quienes lo
rodean. En ocasiones el concepto de bondad es confundido con el de debilidad. A
nadie le gusta ser "el buenito" de la oficina, de quien todo el mundo
se aprovecha. Bondad es exactamente lo contrario, es la fortaleza que tiene
quien sabe controlar su carácter, sus pasiones y sus arranques para
convertirlos en mansedumbre.
La bondad es una inclinación natural a hacer el bien, con una profunda comprensión de las personas y sus necesidades, siempre paciente y con ánimo equilibrado. Este valor, por consiguiente, desarrolla en cada persona la disposición para agradar y complacer en justa medida a todas las personas y en todo momento.
¿En qué momentos nos alejamos de una actitud bondadosa? Es muy sencillo apreciarlo en las actitudes agresivas que se adoptan con los malos modales y la manera de hablar, a veces con palabras altisonantes, con la razón de nuestra parte o sin ella; la indiferencia que manifestamos ante las preocupaciones o inquietudes que tienen los demás, juzgándolas de poca importancia o como producto de la falta de entendimiento y habilidad para resolver problemas. ¡Qué equivocados estamos al considerarnos superiores! Al hacerlo, nos convertimos en seres realmente incapaces de escuchar con interés y tratar con amabilidad a todos los que acuden a nosotros buscando un consejo o una solución.
Equivocadamente, nuestro ego puede regocijarse cuando alguien comete un error a pesar de las advertencias, casi saboreando aquellas palabras de: "no quiero decir te lo dije, pero... te lo dije", y nos empeñamos en poner "el dedo en la llaga", insistiendo en demostrar lo sabios que son nuestros consejos; seguramente todo esto sale sobrando, pues la persona ya tiene suficiente con haber reconocido su error y quizá en ese momento esta afrontando las consecuencias.
La bondad no se detiene a buscar las causas, sino a comprender las circunstancias que han puesto a la persona en la situación actual, sin esperar explicaciones ni justificación y en procurar el encontrar los medios para que no ocurra nuevamente. La bondad tiene tendencia a ver lo bueno de los demás, no por haberlo comprobado, sino porque evita enjuiciar las actitudes de los demás bajo su punto de vista, además de ser capaz de "sentir" de alguna manera lo que otros sienten, haciéndose solidario al ofrecer soluciones .
Una persona con el ánimo de "exaltar" su bondad, puede subrayar constantemente "lo bueno que ha sido", "todo lo que ha hecho por su familia", "cuánto se ha preocupado por los demás" y eso por supuesto no es bondad. La bondad es generosa y no espera nada a cambio. No necesitamos hacer propaganda de nuestra bondad, porque entonces pierde su valor y su esencia. El hacernos pasar por incomprendidos a costa de mostrar lo malos e injustos que son los demás, denota un gran egoísmo. La bondad no tiene medida, es desinteresada, por lo que jamás espera retribución. Podemos añadir que nuestro actuar debe ir acompañado de un verdadero deseo de servir, evitando hacer las cosas para quedar bien... para que se hable bien de nosotros.
El ser bondadoso tampoco equivale a ser blando, condescendiente con la injusticia, o indiferente ante lo que esta bien o esta mal en las actitudes y palabras de quienes nos rodean, por el contrario, sigue siendo enérgico y exigente, sin dejar de ser comprensivo y amable. Del mismo modo, jamás responde con insultos y desprecio ante quienes así lo tratan, por el dominio que tiene sobre su persona, procura comportarse educadamente a pesar del ambiente adverso.
La bondad, como hemos visto, va más allá que un simple ofrecimiento de cosas materiales en condiciones precarias, para fomentar este valor en nuestra vida podemos considerar que debemos:
- Sonreír siempre
- Evitar ser pesimistas: ver lo bueno y positivo de las personas y circunstancias
- Tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran: con amabilidad, educación y respeto.
- Corresponder a la confianza y buena fe que se deposita en nosotros.
- Ante la necesidad de llamar fuertemente la atención (a los hijos, un subalterno, etc.), hacer a un lado el disgusto, la molestia y el deseo de hacer sentir mal al interesado: buscar con nuestra actitud su mejora y aprendizaje.
- Visitar a nuestros amigos: especialmente a los que están enfermos, los que sufren un fracaso económico o aquellos que se ven afectados en sus relaciones familiares.
- Procurar dar ayuda a los menesterosos, sea con trabajo o económicamente.
- Servir desinteresadamente.
La bondad es una inclinación natural a hacer el bien, con una profunda comprensión de las personas y sus necesidades, siempre paciente y con ánimo equilibrado. Este valor, por consiguiente, desarrolla en cada persona la disposición para agradar y complacer en justa medida a todas las personas y en todo momento.
¿En qué momentos nos alejamos de una actitud bondadosa? Es muy sencillo apreciarlo en las actitudes agresivas que se adoptan con los malos modales y la manera de hablar, a veces con palabras altisonantes, con la razón de nuestra parte o sin ella; la indiferencia que manifestamos ante las preocupaciones o inquietudes que tienen los demás, juzgándolas de poca importancia o como producto de la falta de entendimiento y habilidad para resolver problemas. ¡Qué equivocados estamos al considerarnos superiores! Al hacerlo, nos convertimos en seres realmente incapaces de escuchar con interés y tratar con amabilidad a todos los que acuden a nosotros buscando un consejo o una solución.
Equivocadamente, nuestro ego puede regocijarse cuando alguien comete un error a pesar de las advertencias, casi saboreando aquellas palabras de: "no quiero decir te lo dije, pero... te lo dije", y nos empeñamos en poner "el dedo en la llaga", insistiendo en demostrar lo sabios que son nuestros consejos; seguramente todo esto sale sobrando, pues la persona ya tiene suficiente con haber reconocido su error y quizá en ese momento esta afrontando las consecuencias.
La bondad no se detiene a buscar las causas, sino a comprender las circunstancias que han puesto a la persona en la situación actual, sin esperar explicaciones ni justificación y en procurar el encontrar los medios para que no ocurra nuevamente. La bondad tiene tendencia a ver lo bueno de los demás, no por haberlo comprobado, sino porque evita enjuiciar las actitudes de los demás bajo su punto de vista, además de ser capaz de "sentir" de alguna manera lo que otros sienten, haciéndose solidario al ofrecer soluciones .
Una persona con el ánimo de "exaltar" su bondad, puede subrayar constantemente "lo bueno que ha sido", "todo lo que ha hecho por su familia", "cuánto se ha preocupado por los demás" y eso por supuesto no es bondad. La bondad es generosa y no espera nada a cambio. No necesitamos hacer propaganda de nuestra bondad, porque entonces pierde su valor y su esencia. El hacernos pasar por incomprendidos a costa de mostrar lo malos e injustos que son los demás, denota un gran egoísmo. La bondad no tiene medida, es desinteresada, por lo que jamás espera retribución. Podemos añadir que nuestro actuar debe ir acompañado de un verdadero deseo de servir, evitando hacer las cosas para quedar bien... para que se hable bien de nosotros.
El ser bondadoso tampoco equivale a ser blando, condescendiente con la injusticia, o indiferente ante lo que esta bien o esta mal en las actitudes y palabras de quienes nos rodean, por el contrario, sigue siendo enérgico y exigente, sin dejar de ser comprensivo y amable. Del mismo modo, jamás responde con insultos y desprecio ante quienes así lo tratan, por el dominio que tiene sobre su persona, procura comportarse educadamente a pesar del ambiente adverso.
La bondad, como hemos visto, va más allá que un simple ofrecimiento de cosas materiales en condiciones precarias, para fomentar este valor en nuestra vida podemos considerar que debemos:
- Sonreír siempre
- Evitar ser pesimistas: ver lo bueno y positivo de las personas y circunstancias
- Tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran: con amabilidad, educación y respeto.
- Corresponder a la confianza y buena fe que se deposita en nosotros.
- Ante la necesidad de llamar fuertemente la atención (a los hijos, un subalterno, etc.), hacer a un lado el disgusto, la molestia y el deseo de hacer sentir mal al interesado: buscar con nuestra actitud su mejora y aprendizaje.
- Visitar a nuestros amigos: especialmente a los que están enfermos, los que sufren un fracaso económico o aquellos que se ven afectados en sus relaciones familiares.
- Procurar dar ayuda a los menesterosos, sea con trabajo o económicamente.
- Servir desinteresadamente.
- Fortalecer espiritualmente tu conocimiento con la meditacion.
El valor de la bondad perfecciona a la persona que lo posee porque sus palabras están cargadas de aliento y entusiasmo, facilitando la comunicación amable y sencilla; sabe dar y darse sin temor a verse defraudado; y sobre todo, tiene la capacidad de comprender y ayudar a los demás olvidándose de sí mismo.
El valor de la bondad perfecciona a la persona que lo posee porque sus palabras están cargadas de aliento y entusiasmo, facilitando la comunicación amable y sencilla; sabe dar y darse sin temor a verse defraudado; y sobre todo, tiene la capacidad de comprender y ayudar a los demás olvidándose de sí mismo.
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