martes, 5 de marzo de 2013

EL LIBRO PERDIDO DE ENKI - 7





Las Palabras del Señor Enki

 


Sinopsis de la Décima Tablilla

El misterioso emisario se le aparece a Enki en una visión-sueño
A Enki se le dice que salve a la Humanidad a través de su hijo Ziusudra,
Mediante un subterfugio, Enki instruye a Ziusudra para que construya un submarino
Un navegador sube a bordo, llevando las simientes de vida de la Tierra La cercanía de Nibiru provoca el deslizamiento de la placa de hielo de la Blancatierra
La ola resultante sume a la Tierra bajo las aguas
Los Anunnaki que se quedaron se lamentan de la calamidad desde la órbita terrestre
Las aguas se retiran; la embarcación de Ziusudra se posa sobre el Monte de la Salvación
Descendiendo en un Torbellino, Enlil descubre la doblez de Enki Enki convence a Enlil de que el Creador de Todo lo había destinado así Utilizan la Plataforma de Aterrizaje, aún en pie, como base temporal
Allí, en una Cámara de Creación, se elaboran cultivos y ganado
Se descubre oro en abundancia en las Tierras de Más Allá de los Mares
Se establecen nuevas instalaciones espaciales en las antiguas tierras
Entre éstas, se incluyen dos montículos artificiales y una escultura con forma de león Ninmah propone un plan de paz para resolver las crecientes rivalidades 
Se le concede el ganado y los cereales a la Humanidad


 

LA DÉCIMA TABLILLA

En Sippar, se reunieron todos los Anunnaki, esperaban el Día del Diluvio. Fue entonces, cuando iba creciendo la tensión de la espera,
cuando el señor Enki, mientras dormía en su residencia, tuvo una visión-sueño.
En la visión-sueño aparecía la imagen de un hombre, brillante y resplandeciente como los cielos;
y cuando el hombre se acercó a Enki, ¡Enki vio que era Galzu, el del cabello blanco!
En la mano derecha sostenía un estilo grabador,
y en la izquierda llevaba una tablilla de lapislázuli, lisa y brillante.


Y cuando se aproximó lo suficiente al lecho de Enki, Galzu habló y dijo:
Tus acusaciones contra Enlil fueron injustificadas, pues sólo decía la verdad;
y la decisión que como Decisión de Enlil será conocida, no la decretó él, sino el Destino.
Ahora, toma el Hado en tus manos para que los Terrestres hereden la Tierra;
llama a tu hijo Ziusudra, revélale la inminente calamidad sin romper el juramento.
Dile que construya una embarcación que pueda soportar la avalancha de agua, una embarcación sumergible,
semejante a la que te muestro en esta tablilla; que se salven él y su familia en ella,
y que lleve también la simiente de todo lo que sea valioso, sea planta o animal;
¡Ésa es la voluntad del Creador de Todo!


Y, en la visión-sueño, Galzu dibujó una imagen en la tablilla con el estilo, y dejó la tablilla grabada junto al lecho de Enki;
y cuando se desvaneció la imagen, la visión-sueño terminó, y Enki despertó con un estremecimiento. Enki se quedó durante un rato en su lecho, reflexionando con asombro
sobre la visión-sueño:
¿Cuál es el significado de esto, qué presagio augura? Después, cuando se levantó del lecho, he ahí que estaba la tablilla; ¡lo que en una simple visión-sueño había visto estaba ahora materialmente junto a la cama!
Con manos temblorosas, el señor Enki tomó la tablilla, sobre la tablilla vio el diseño de una embarcación de forma curiosa, en el filo de la tablilla había marcas de medidas, ¡indicaban las medidas de
la embarcación!


Sobrecogido y esperanzado, el señor Enki envió rápidamente a sus emisarios al amanecer,
¡Encontrad al llamado Galzu, tengo que hablar con él! Así les dijo. Todos volvieron al atardecer, le informaron así a Enki: Nadie pudo encontrar a ningún Galzu,
¡Hace tiempo que Galzu volvió a Nibiru!, le dijeron. Enki estaba muy desconcertado, se esforzaba por comprender el misterio
y su presagio.


No pudo desentrañar el misterio, ¡pero el mensaje para él estaba claro! Aquella noche, Enki fue sigilosamente hasta la cabaña de juncos donde
dormía Ziusudra; para no romper el juramento, el señor Enki le dijo a la pared de la cabana,
no a Ziusudra: ¡Despierta! ¡Despierta!, le dijo Enki a la pared de juncos, desde detrás de
la pantalla de juncos hablaba. Cuando Ziusudra se despertó, Enki le dijo desde detrás de la pantalla de
juncos: ¡Cabaña de juncos, cabaña de juncos! ¡Presta atención a mis palabras, haz
caso a mis instrucciones!


Una calamitosa tormenta caerá sobre todas las moradas, todas las ciudades,
será la destrucción de la Humanidad y de su descendencia. 
Ésta es la decisión final, la palabra de la asamblea convocada por Enlil, ésta es la decisión pronunciada por Anu, Enlil y Ninmah.


Ahora, presta atención a mis palabras, observa el mensaje que te estoy diciendo:
¡Abandona tu casa, construye una embarcación; renuncia a tus posesiones, salva la vida!
La embarcación que tienes que construir, su diseño y sus medidas se muestran en una tablilla, dejaré la tablilla junto a la pared de la cabana de juncos.


Asegúrate de que la embarcación esté techada en toda su extensión, desde el interior no debe verse el sol.
El aparejo tiene que ser muy fuerte, la brea fuerte y espesa, para que no entre el agua.
¡Que sea una embarcación que pueda darse la vuelta y caer, para sobrevivir a la avalancha de agua!
Construye la embarcación en siete días, reúne en ella a tu familia y a tus parientes,
acumula en la embarcación comida y agua para beber, lleva también animales domésticos.
Después, en el día apuntado, se te dará una señal;
un guía de embarcación que conoce las aguas, designado por mí, te llegará ese día;
en ese día, tendréis que entrar en la embarcación, tendréis que atrancar bien la portezuela.
Un abrumador Diluvio, procedente del sur, devastará tierras y vida;
vuestra embarcación se elevará sobre sus amarras, se dará la vuelta y caerá.


No tengáis miedo: el guía de la embarcación os llevará a un refugio seguro, ¡La simiente de la Humanidad Civilizada sobrevivirá por vosotros!
Cuando la voz de Enki se calló, Ziusudra estaba ansioso, sobre sus rodillas cayó postrado:
¡Mi señor! ¡Mi señor!, gritó. ¡Tu voz he escuchado, deja que vea tu rostro! ¡No te he hablado a ti, Ziusudra, a la pared de juncos le he hablado! Así dijo Enki.
Por decisión de Enlil, por un juramento estoy ligado a lo que juraron todos
los Anunnaki;
¡En mi rostro verás que, sin duda, como todos los terrestres, morirás! Ahora, cabaña de juncos, presta atención a mis palabras: ¡El propósito de la embarcación, deberás guardarlo como un secreto de los
Anunnaki!


Cuando la gente de la ciudad pregunte, a ellos les dirás: ¡El señor Enlil ha estado enfadado con mi señor Enki, navegaré hacia la morada de Enki en el Abzu, quizás así Enlil se apacigüe! Durante un rato, siguió un silencio. Ziusudra salió desde detrás de la pared
de juncos,
una tablilla de lapislázuli, brillando a la luz de la luna, vio y tomó; sobre ella estaba dibujada la imagen de una embarcación, las muescas
daban sus medidas; Ziusudra era el más sabio de los Hombres Civilizados, comprendió lo que
había escuchado.
A la mañana siguiente, anunció a la gente de la ciudad: El señor Enlil ha estado enfadado con el Señor Enki, mi señor, por ello el señor Enlil me es hostil.


No puedo seguir viviendo en esta ciudad, ni puedo poner ya mi pie en el Edin; al Abzu, a los dominios del señor Enki, iré navegando. En una embarcación que debo construir con rapidez, partiré de aquí; así remitirá la ira del señor Enlil, las penurias terminarán, ¡a partir de entonces, el señor Enlil hará llover sobre vosotros la abundancia! Aún no se había ido la mañana cuando la gente se reunió alrededor de
Ziusudra,
se animaron entre sí para construir con rapidez su embarcación. Los mayores transportaban cuadernas de madera de embarcación, los
pequeños llevaban betún de los pantanos. Mientras los madereros clavaban los tablones, Ziusudra fundía el betún en
un caldero.


Con el betún, impermeabilizó la embarcación por dentro y por fuera, al quinto día estaba terminada la embarcación, igual a la del dibujo de la tablilla.
Ansiosos por ver partir a Ziusudra, la gente de la ciudad llevó comida y agua a la embarcación,
de sus propias bocas tomaron el sustento; ¡para apaciguar a Enlil, se apresuraron!
También se introdujeron en la embarcación animales cuadrúpedos, los pájaros del campo entraron volando por sí mismos.


Ziusudra hizo embarcar a su esposa y a sus hijos, las esposas de estos y sus hijos también vinieron.
¡Que suba a bordo también cualquiera que desee ir a la morada del señor Enki!
Así se pronunció Ziusudra ante la gente reunida.
Previendo la abundancia de Enlil, sólo algunos de los artesanos escucharon la llamada.
Al sexto día, Ninagal, Señor de las Grandes Aguas, llegó a la embarcación, era hijo de Enki, había sido elegido para ser el navegante de la embarcación.


Sostenía en sus manos una caja de madera de cedro, la mantuvo a su lado en la embarcación;
¡Contiene las esencias vitales y los huevos de vida de las criaturas vivas, reunidas por el señor Enki y por Ninmah,
para ocultarlos de la ira de Enlil, para resucitar la vida si es voluntad de la Tierra!
Eso le explicó Ninagal a Ziusudra; así se ocultaron en la embarcación todas las bestias por sus parejas.
Entonces, Ninagal y Ziusudra esperaron en la embarcación la llegada del séptimo día.


En el centesimo vigésimo Shar se esperaba el Diluvio,
en el décimo Shar de la vida de Ziusudra se aproximó el Diluvio,
en la estación de la Constelación del León se hizo inminente la avalancha.
Viene ahora el relato del Diluvio que cubrió la Tierra
y de cómo escaparon los Anunnaki, y cómo Ziusudra sobrevivió en la embarcación.
Durante días antes del Día del Diluvio, la Tierra estuvo retumbando, como si gimiera de dolor;
durante noches antes de que golpeará la calamidad, se estuvo viendo en los
cielos a Nibiru como una estrella resplandeciente; después, se hizo la oscuridad durante el día, y en la noche, la Luna era
como si se la hubiera tragado un monstruo.


La Tierra empezó a temblar, se vio agitada por una fuerza de red desconocida hasta entonces.
Con el resplandor del amanecer, una nube negra se levantó por el horizonte, la luz de la mañana se convirtió en oscuridad, como si la sombra de la
muerte la velara. Después, se oyó como un estruendo de truenos, los cielos se encendieron
con los rayos.


Partid! ¡Partid!, dio la señal Utu a los Anunnaki. Agazapados en los barcos del cielo, los Anunnaki se elevaron en las alturas. En Shurubak, a dieciocho leguas de distancia, Ninagal vio las brillantes
erupciones:
¡Atranca! ¡Atranca la portezuela!, le gritó Ninagal a Ziusudra. Juntos cerraron la trampilla que ocultaba la portezuela; hermética, completamente cerrada, quedó la embarcación; dentro no penetraba ni un rayo de luz.
En aquel día, en aquel inolvidable día, el Diluvio comenzó con un estruendo; en la Blancatierra, en el fondo de la Tierra, se sacudieron los cimientos de
la Tierra; luego, con un estruendo igual a mil truenos, la capa de hielo se deslizó de
sus cimientos, despegada por la invisible fuerza de la red de Nibiru, se estrelló contra el
mar del sur.


Una capa de hielo golpeó contra otra capa de hielo, la superficie de la Blancatierra se venía abajo como la cascara rota de un
huevo. De pronto se levantó una gran ola, la muralla de aguas llegaba hasta los
mismo cielos. Una tormenta de una ferocidad nunca vista se puso a bramar en el fondo
de la Tierra,
la muralla de agua impulsaba sus vientos, la ola se desplegó hacia el norte; la muralla de aguas se avalanzaba hacia el norte, alcanzó las tierras del Abzu-
Desde allí, viajó hasta las tierras habitadas, arroyó el Edin.


cuando la ola, la muralla de aguas, llegó a Shurubak, 
la ola soltó de sus amarras a la embarcación de Ziusudra, sacudiéndola, se tragó a la embarcación como un abismo de agua.
Aunque completamente sumergida, la embarcación se mantuvo firme, no entró siquiera una gota de agua.
En el exterior, la ola de la tormenta tomó desprevenida a la gente como una batalla mortal,
nadie podía ver a sus semejantes, el suelo se desvaneció, sólo había agua. De pronto, las poderosas aguas habían cubierto la tierra firme;
antes de que terminara el día, la muralla de agua, ganando velocidad, arroyó las montañas.


En sus embarcaciones celestiales, los Anunnaki circundaban la Tierra.
Abarrotando los compartimentos, se agazapaban contra las paredes exteriores,
contemplaban angustiados lo que estaba ocurriendo allí abajo, en la Tierra.
Desde el barco celestial en el cual estaba, Ninmah se puso a gritar como una mujer de parto:
¡Las aguas cubren a mis creados como libélulas ahogadas en un estanque,
la ola arrolladora se ha llevado toda la vida! Así lloraba y gemía Ninmah.
Inanna, que estaba con ella, también lloraba y se lamentaba: ,
¡Todo allí abajo, todo lo que vivía, se ha convertido en barro!


Así lloraban Ninmah e Inanna; lloraron y aliviaron sus sentimientos.
En los demás barcos celestiales, los Anunnaki estaban anonadados ante la visión de aquella desenfrenada furia,
en aquellos días presenciaron con temor un poder más grande que el suyo. Anhelaron los frutos de la Tierra, tuvieron sed del elixir fermentado.
¡Los días de antaño, ay, se han convertido en barro! Así se decían unos a otros.


Después de que la inmensa ola barriera la Tierra,
reabrieron las compuertas del cielo, y se desató un aguacero desde los cielos a la Tierra.
durante siete días se mezclaron las aguas de arriba con las aguas del Gran Abajo;
después, la muralla de agua, alcanzando sus límites, cesó en su embestida, pero las lluvias de los cielos continuaron durante cuarenta días y noches
más. Desde sus posiciones elevadas, los Anunnaki miraban hacia abajo: donde
una vez hubo tierra firme, ahora había un mar de agua, y donde una vez hubo montañas que elevaban sus picos hasta los cielos, sus cimas eran ahora como islas en las aguas; y todo lo que vivía en la tierra firme había perecido en la avalancha de las
aguas.


Después, como en el Principio, las aguas se reunieron en sus cuencas, agitándose arriba y abajo, día a día fue bajando el nivel del agua. Más tarde, cuarenta días después de que el Diluvio cubriera la Tierra, las
lluvias también se detuvieron.


Después de los cuarenta días, Ziusudra abrió la portezuela de la embarcación para inspeccionar los alrededores. Era un día luminoso, soplaba una suave brisa;
completamente sola, sin ningún otro signo de vida, la embarcación cabeceaba sobre un vasto mar.
¡La Humanidad, todo lo que vivía, ha sido barrido de la faz de la Tierra, nadie salvo nosotros ha sobrevivido, pero no hay tierra firme sobre la que
poner el pie!


Así dijo Ziusudra a sus parientes, mientras se sentaba y se lamentaba. Entonces, Ninagal, nombrado por Enki, dirigió la embarcación hacia los
picos gemelos de Arrata,
hizo una vela para ella, hacia el Monte de la Salvación llevó la embarcación.
Ziusudra estaba impaciente; liberó a las aves que había abordo para que buscaran tierra firme, las envió para que comprobaran si había
sobrevivido algo de vegetación. Dejó salir una golondrina, dejó salir un cuervo; ambos volvieron a la
embarcación. Dejó salir a una paloma; ¡y volvió a la embarcación con una ramita de un
árbol! Ahora sabía Ziusudra que la tierra firme había emergido de debajo de las aguas.
Unos cuantos días más y la embarcación se detuvo en unas rocas:
¡El Diluvio ha pasado, estamos en el Monte de la Salvación! Así le dijo
Ninagal a Ziusudra.


Abriendo la portezuela hermética, Ziusudra salió de la embarcación; el cielo era claro, el Sol brillaba, soplaba un suave viento. Apresuradamente, llamó a su esposa y a sus hijos para que salieran. ¡Alabemos al señor Enki, a él demos gracias!, les dijo Ziusudra. Juntó piedras con sus hijos, con ellas construyó un altar,
después encendió fuego sobre el altar, hizo un fuego con incienso aromático.
Una oveja, una sin mancha, eligió para el sacrificio, 
y sobre el altar, ofreció la oveja a Enki como sacrificio.


En aquel momento, Enlil le transmitió palabras a Enki desde su barco celestial:
¡Descendamos en Torbellinos desde los barcos celestiales sobre el pico de Arrata,
para revisar la situación, para determinar qué hacer!
Mientras los demás seguían circundando la Tierra en sus barcos celestiales,
Enlil y Enki descendieron en Torbellinos sobre el pico Arrata.
Los dos hermanos se sonrieron al encontrarse, con alegría estrecharon los brazos.
Después, Enlil quedó desconcertado con el olor del fuego y de la carne asada.
¿Qué es eso?, le gritó a su hermano. ¿Es que ha sobrevivido alguien al Diluvio?
¡Vamos a ver!, le respondió Enki dócilmente.


En sus Torbellinos fueron volando hasta el otro pico de Arrata,
vieron la embarcación de Ziusudra, aterrizaron junto al altar que éste había construido.
Cuando Enlil vio a los supervivientes, Ninagal entre ellos, su furia no tuvo límites.
¡Todo Terrestre tenía que perecer!, gritó con furia; se abalanzó sobre Enki iracundo,
estaba dispuesto a matar a su hermano con las manos desnudas.


¡Él no es un simple mortal, es mi hijo!, gritó Enki señalando a Ziusudra.
Por un momento, Enlil dudó. ¡Rompiste tu juramento!, le gritó a Enki. ¡Le hablé a una pared de juncos, no a Ziusudra!, dijo Enki, después le relató a Enlil la visión-sueño. Para entonces, alertados por Ninagal, también habían bajado Ninurta
y Ninmah en sus Torbellinos; cuando escucharon el relato de los acontecimientos, Ninurta y Ninmah no
se encolerizaron por el relato. ¡Debe ser la voluntad del Creador de Todo que sobreviva la Humanidad!
Así le dijo Ninurta a su padre.
Ninmah tocó su collar de cristales, regalo de Anu, y juró: ¡Juro que nunca se repetirá la aniquilación de la Humanidad! Ablandándose, Enlil tomó de las manos a Ziusudra y a Emzara, su esposa,
y los bendijo así:
¡Fructificad y multiplicaos, y poblad la Tierra! Así terminaron los Tiempos de Antaño.


Viene ahora el relato de cómo se restableció la supervivencia en la Tierra, y de cómo se encontró una nueva fuente de oro, así como a otros Terrestres
más allá de los océanos.


Después del encuentro de Arrata, las aguas del Diluvio siguieron retirándose,
y se mostró poco a poco la faz de la Tierra desde debajo de las aguas. Las tierras montañosas salieron ilesas en su mayor parte, pero los valles
quedaron enterrados de lodo y cieno.


Desde los barcos celestiales y desde los Torbellinos, los Anunnaki inspeccionaros los paisajes: ¡Todo lo que había existido en los Tiempos de Antaño en el Edin y en el
Abzu estaba enterrado bajo el barro! Eridú, Nibru-ki, Shurubak, Sippar, todas habían desaparecido, se habían
desvanecido por completo; pero en las Montañas de los Cedros la gran plataforma de piedra relucía
bajo la luz del Sol,
¡el Lugar de Aterrizaje, hecho en los Tiempos de Antaño, seguía en pie'-Uno tras otro, aterrizaban los Torbellinos sobre la plataforma;
la plataforma estaba intacta; en la esquina de lanzamiento, los gigantescos bloques de piedra se mantenían firmes.


Apartando escombros y ramas de árboles, los primeros en aterrizar hicieron señales a los carros;
uno tras otro llegaron los carros celestiales, bajaron sobre la plataforma. Después se enviaron palabras a Marduk en Lahmu y a Nannar en la Luna,
y ellos también volvieron a la Tierra, sobre el Lugar de Aterrizaje se posaron.
Entonces, los Anunnaki y los Igigi que se habían reunido junto a Enlil fueron convocados en asamblea.
¡Hemos sobrevivido al Diluvio, pero la Tierra está devastada! Así les dijo Enlil.
¡Tenemos que evaluar todas las formas de recuperación, sea en la Tierra, sea donde sea!
¡Lahmu quedó devastado con el paso de Nibiru! Así lo relató Marduk: ¡Su atmósfera fue absorbida hacia el exterior, sus aguas se evaporaron, es un lugar de tormentas de polvo!


¡Por sí misma, la Luna no puede sostener vida, sólo se puede permanecer allí con máscaras de Águila!
Así dio cuenta Nannar a los demás, y después añadió palabras de enamorado:
¡Una vez allí, uno debe recordar que fue el líder del ejército de Tiamat, compañera de la Tierra es, el destino de la Tierra está conectado con ella! Enlil puso su brazo cariñosamente sobre los hombros de su hijo. ¡Estamos preocupados ahora con la supervivencia!


Así, suavemente, le replicó Enlil a Nannar; ¡Ahora, el sustento es nuestra mayor preocupación!
¡Examinemos la Cámara de la Creación sellada; quizás todavía encontremos las simientes de Nibiru!
Así le dijo Enlil a Enki, recordándole los granos una vez creados.
Al lado de la plataforma, apartando algo de lodo, encontraron el pozo de tiempos remotos,
sacaron la piedra que lo bloqueaba, entraron al santuario. Las arcas de diorita estaban selladas, hicieron abrir los sellos con una llave de cobre.


¡Dentro de las arcas, en vasijas de cristal, estaban las simientes de los cereales de Nibiru!
Una vez fuera, Enlil le dio las simientes a Ninurta, a él le dijo así:
¡Ve a la terraza de la ladera, que los cereales de Nibiru provean de pan una 
vez más!


En las Montañas de los Cedros, también en otras montañas, Ninurta represó las cascadas,
construyó terrazas, le enseñó a cultivar al hijo mayor de Ziusudra. A Ishkur, su hijo más joven, Enlil le asignó otra tarea: ¡Allí donde se hayan retirado las aguas, ve y encuentra los árboles frutales
que queden!


Para él, se asignó al hijo más joven de Ziusudra como cultivador de frutas: el primer frutal que encontraron fue la vid, que había traído Ninmah; de su jugo, como el célebre elixir de los Anunnaki, Ziusudra tomó un
sorbo.
¡Por un sorbo, después otro y otro, Ziusudra fue vencido, se quedó dormido como borracho!
Entonces, Enki ofreció un regalo a los Anunnaki y a los Terrestres: descubrió el arca que Ninagal había llevado, anunció a todos su sorprendente contenido:
Las esencias vitales y los huevos de vida se pueden combinar en las matrices de los animales cuadrúpedos de la embarcación de Ziusudra, las ovejas se multiplicarán, por su lana y su carne; todos tendrán ganado
vacuno, por su leche y por sus pieles, ¡después, con otras criaturas vivas poblaremos la Tierra! Enki le dio a Dumuzi las tareas de pastoreo, en estas tareas le ayudaba el
hijo mediano de Ziusudra. Después, Enki puso su atención en la masa de tierra de tono oscuro, donde
él y sus hijos habían tenido sus dominios.


Con Ninagal, represó las montañas en la confluencia de las aguas poderosas, canalizó las feroces cascadas hasta un lago, para que se acumularan las
aguas como un lago.


Después, inspeccionó con Marduk las tierras entre el Abzu y el Gran Mar: donde una vez hubo moradas, consideró cómo drenar el valle del río.
En mitad de la corriente, donde las aguas del río caían en cascada, levantó una isla desde las aguas.
En sus entrañas excavó cavernas gemelas, por encima de ellas forjó compuertas a partir de piedras.
Desde allí, talló dos canales en las rocas, para las aguas elaboró dos estrechos,
así podía ralentizar o acelerar las aguas que venían de las tierras altas; con represas y compuertas, y con los dos estrechos, reguló las aguas.


Desde la Isla de la Caverna, la isla de Abu, levantó desde debajo de las aguas el sinuoso valle del río:
en la Tierra de los Dos Estrechos, Enki creó un asentamiento para Dumuzi y los pastores.
Con satisfacción, Enlil envió palabras de todo esto a Nibiru; Nibiru respondió con palabras de preocupación:
el cercano tránsito que había afectado a la Tierra y a Lahmu había provocado también muchos daños en Nibiru;
el escudo de polvo de oro se había desgarrado, la atmósfera estaba disminuyendo de nuevo,
¡era perentoria la llegada de nuevos suministros de oro!


Enki fue al Abzu fervientemente, viajó con su hijo Gibil para inspeccionar y buscar.
¡Todas las minas de oro habían desaparecido, habían quedado enterradas con la avalancha de agua!
¡En el Edin, Bad-Tibira tampoco existía ya! ¡En Sippar, ya no había un lugar para carros!
Los cientos de Anunnaki que habían trabajado duro en las minas y en Bad-Tibira se habían ido de la Tierra,
la multitud de Terrestres que servían como Trabajadores Primitivos se habían convertido en barro con el Diluvio;
¡Ya no se puede proveer oro desde la Tierra!, anunciaron Enlil y Enki a Nibiru.
En la Tierra y en Nibiru hubo desesperación.


Por entonces, terminó Ninurta sus trabajos en las montañas de los ce una vez más se fue a la tierra montañosa más allá de los océanos. Desde allí, al otro lado de la Tierra, envió palabras asombrosas:
La avalancha de aguas produjo profundos cortes en las laderas, desde las laderas, oro incontable, en pepitas grandes y pequeñas, caen a los ríos de abajo, ¡se puede recoger oro sin tener que extraerlo! Enlil y Enki fueron apresuradamente a la distante tierra montañosa, con
sorpresa vieron el descubrimiento:
¡Oro, oro puro había por todas partes, sin necesidad de refinado ni de fundición! ¡Es un milagro! Así le dijo Enki a Enlil. ¡Lo que forjó Nibiru, Nibiru lo
enmendó! ¡La mano invisible del Creador de Todo es permitir la vida en Nibiru! Así
dijo Enlil.


Ahora, ¿quién recogerá las pepitas, cómo las enviarán a Nibiru?, se preguntaron entre sí los líderes.
Para la primera pregunta, Ninurta tenía una respuesta: ¡En las altas tierras montañosas, en este lado de la Tierra, han sobrevivido
algunos Terrestres!


Son descendientes de Ka-in, saben cómo manipular los metales; cuatro hermanos y cuatro hermanas son sus líderes, se salvaron por sí mismos en balsas,
ahora la cima de su montaña es una isla en mitad de un gran lago. ¡Me recuerdan como protector de sus antepasados, me llaman el Gran
Protector!


Al saber que habían sobrevivido otros Terrestres, los líderes se esperanzaron,
ni siquiera se enfureció Enlil, que había planeado el fin de toda carne. ¡Es la voluntad del Creador de Todo!, se dijeron unos a otros. ¡Establezcamos ahora un nuevo Lugar de los Carros Celestiales, enviemos
desde allí el oro a Nibiru!


Buscaron una nueva llanura cuyo suelo estuviera seco y endurecido, en las proximidades del Lugar de Aterrizaje, en una península desolada,
encontraron esa llanura. Era lisa como un lago en calma, rodeada de montañas blancas.


Viene ahora el relato del nuevo Lugar de los Carros Celestiales,
y de los montes gemelos artificiales y de cómo Marduk usurpó la imagen
del león. En la península elegida por los Anunnaki, se reflejaron los celestiales
Caminos de Anu y de Enlil en la Tierra;
¡Ubiqúese con exactitud en esos límites el nuevo Lugar de los Carros, que el corazón de la llanura refleje los cielos! Así le sugirió Enlil a Enki. Cuando Enki estuvo de acuerdo con esto, Enlil tomó medidas de distancias
de los cielos;
hizo un gran dibujo sobre una tablilla para que todos lo vieran. ¡Que el Lugar de Aterrizaje en las Montañas de los Cedros forme parte de
las instalaciones!, dijo.


Midió la distancia entre el Lugar de Aterrizaje y el Lugar de los Carros, en su mitad, concibió un lugar para un nuevo Centro de Control de Misiones:
allí eligió un monte adecuado, lo llamó el Monte de Mostrar el Camino. Allí ordenó construir una plataforma de piedras, parecidas pero más
pequeñas que las del Lugar de Aterrizaje; en su centro, se talló una roca por dentro y por fuera, se hizo para albergar
un nuevo Enlace Cielo-Tierra. Un nuevo Ombligo de la Tierra, para hacer el papel de Nibru-ki antes del
Diluvio. El Sendero de Aterrizaje se ancló en el norte, en los picos gemelos de
Arrata; para demarcar el Corredor de Aterrizaje, Enlil necesitaba otras dos series
de picos gemelos, para delimitar los límites del Corredor de Aterrizaje, para asegurar el
ascenso y el descenso.


En la parte meridional de la desolada península, un lugar de montañas, Enlil eligió dos picos contiguos, sobre ellos ancló el límite meridional. Pero donde se necesitaba la segunda serie de picos gemelos no había montañas,
sólo sobresalía del suelo una planicie, por encima del valle encharcado. ¡Podemos levantar allí unos picos artificiales! Así dijo Ningishzidda a los líderes.
Sobre una tablilla dibujó para ellos la imagen de unos picos de lados lisos
elevándose hacia los cielos. ¡Si se puede hacer, sea!, dijo Enlil con aprobación. ¡Que sirvan también de
balizas! Sobre la planicie, por encima del valle del río, Ningishzidda construyó un
modelo a escala,
con él perfeccionó los ángulos de elevación y los cuatro lados lisos.


Junto a él, situó un pico más grande, estableció sus lados a las cuatro esquinas de la Tierra;
los Anunnaki cortaron y levantaron las piedras con sus herramientas de
poder.
Junto a él, en una ubicación precisa, se colocó el pico que era su gemelo; se diseñó con galerías y cámaras para cristales pulsantes. Cuando este pico artificial se elevó hacia los cielos, se invitó a los líderes
para que pusieran el remate sobre él.


de electro, una mezcla que elaborara Gibil, se hizo la Piedra Ápice. Reflejaba la luz del sol hasta el horizonte, era como un pilar de fuego en
la noche,
concentraba en un rayo hacia los cielos el poder de todos los cristales. Cuando las obras diseñadas por Ningishzidda se terminaron y estuvieron
listas, los líderes Anunnaki entraron en el Gran Pico Gemelo, se maravillaron con
lo que vieron; Ekur, Casa Que Como una Montaña Es, lo llamaron, era una baliza para
; los cielos. Proclamaba que los Anunnaki habían sobrevivido al Diluvio y vencerían
siempre. ¡Ahora, el nuevo Lugar de los Carros Celestiales puede recibir oro de
allende los mares,
desde allí, los carros llevarán el oro de la supervivencia a Nibiru; desde allí hacia el este, donde el Sol se eleva en el día designado, ascenderán, hasta allí al sudoeste, donde el Sol se pone en el día designado, descenderán. Entonces, Enlil activó con su propia mano los cristales de Nibiru. Dentro, luces espeluznantes comenzaron a parpadear, un zumbido hechizante rompió el silencio;
Fuera, el remate se puso a brillar de repente, era más brillante que el Sol La multitud de los Anunnaki reunidos elevó un gran grito de alborozo; Ninmah, que había venido para la ocasión, recitó un poema y cantó: Casa que es como una montaña, casa con un pico puntiagudo, está equipada para Cielo-Tierra, es la obra de los Anunnaki.

 

Casa brillante y oscura, casa del cielo y la Tierra, para los barcos celestiales se ensambló, la construyeron los Anunnaki. Casa cuyo interior resplandece con una rojiza luz del cielo, emite un rayo pulsante que llega lejos y alto; noble montaña de montañas, creada grande y noble, está más allá de la comprensión de los Terrestres. Casa de equipamiento, noble casa de eternidad,
las piedras de sus cimientos tocan las aguas, su gran circunferencia se fija en la arcilla.
Casa cuyas partes están hábilmente entretejidas,
hace descender a los grandes que en los cielos circulan para descansar;
casa que es un punto de referencia para las naves espaciales, de entrañas
inabarcables,
el Ekur está bendecido por el mismo Anu.


Así recitó y cantó Ninmah en la celebración.
Mientras los Anunnaki celebraban su notable obra, 
Enki le dijo a Enlil palabras de sugerencia: Cuando en días futuros se pre
gunte, 
¿cuándo y quién hizo esta maravilla?


Creemos junto a los picos gemelos un monumento; que anuncie la Era del León,
La imagen de Ningishzidda, el diseñador de los picos, sea su cara,
que mire exactamente hacia el Lugar de los Carros Celestiales,
¡Cuándo, quién y el propósito revélese a generaciones futuras! 
Esta fue la sugerencia de Enki a Enlil. Ante sus palabras, Enlil consintió, y le dijo a Enki:
Del lugar de los Carros Celestiales, Utu debe ser nuevamente el comandante; ¡que el león de mirada fija, exactamente orientado al este, tenga la imagen de Ningishzidda!


Cuando se iniciaron los trabajos de talla y modelado del león
lecho de roca,
Marduk le dijo a su padre Enki palabras de agravio: 
Me prometiste que dominaría la Tierra toda, ahora se les conceden a otros mandato y gloria, sin tarea ni dominios se me
deja. ¡En mis antiguos dominios se han situado los montes artificiales, sobre el
león debe estar mi imagen! Ningishzidda se enfureció con estas palabras de Marduk, el resto de hijos
también se sintieron molestos,
Ninurta y sus hermanos también se levantaron en un clamor por dominios, ¡todos exigían tierras para sí mismos, y Terrestres devotos! ¡No se convierta en disputa la celebración!, gritó Ninmah en medio de las
voces alteradas. ¡La Tierra todavía está desolada, somos pocos Anunnaki, de los Terrestres
sólo hay supervivientes! ¡Que a Marduk Ningishzidda del honor no le prive, tengamos en cuenta
también las palabras de Marduk!


Así dijo Ninmah, la pacificadora, a los líderes enfrentados. ¡Para que prevalezca la paz, debemos repartirnos las tierras habitables
entre nosotros!, dijo Enlil a Enki. Estuvieron de acuerdo en hacer de la península un separador incontestable,
se le asignó a la pacificadora Ninmah. Tilmun, Tierra de los Proyectiles, la llamaron; estaba fuera de los límites
de los Terrestres. Las tierras habitables al este de la península se apartaron para Enlil y su
descendencia, para los descendientes de dos hijos de Ziusudra, Sem y Jafet, para que
vivieran allí. La masa de tierra de tono oscuro que incluía el Abzu se le concedió por
dominio a Enki y a su clan,
para habitarla se eligió al pueblo del hijo mediano de Ziusudra, Cam. Enki, para apaciguar a su hijo, sugirió hacer a Marduk señor de ellos, señor
de sus tierras. ¡Sea como tú deseas!, dijo Enlil a Enki acerca de esto.


En Tilmun, en su montañoso sur, Ninurta construyó una morada para su madre, Ninmah;
cerca de un manantial con palmeras datileras, se localizó un fresco valle,
el pico de la montaña aterrazó Ninurta, plantó un fragante jardín para Ninmah.
Cuando se terminó todo, se dio una señal a todos los puestos avanzados en la Tierra:
desde las tierras montañosas más allá del océano, los Torbellinos trajeron las pepitas de oro,
desde el Lugar de los Carros Celestiales, se llevó el oro hasta Nibiru. En aquel memorable día, Enlil y Enki se dijeron uno a otro y coincidieron: ¡Honremos a Ninmah, la pacificadora, con un nuevo nombre-epíteto: sea su nombre Ninharsag, Señora de la Cima de la Montaña!


Por aclamación se le dio este honor a Ninmah, a partir de entonces se le llamó Ninharsag.
¡Alabad a Ninharsag, la pacificadora en la Tierra!, proclamaron al unísono los Anunnaki

 


Las Palabras del Señor Enki

 


Sinopsis de la Undécima Tablilla

La tierra del espaciopuerto, Tümun, se declara zona neutral
Se le concede a Ninmah, que recibe el nombre de Ninharsag
Marduk consigue las Tierras Oscuras, los enlilitas consiguen las Tierras de Antaño
Los nietos de Marduk se pelean, Satu asesina a Asar
'Fecundándose a sí misma, Asta, la esposa de Asar, engendra a Horon
Horon vence a Satu en batallas aéreas sobre Tilmun
Los enlilitas estiman prudente preparar otro espaciopuerto
Dumuzi, el hijo de Enki, e Inanna, la nieta de Enlil, se enamoran
Por temor a las consecuencias, Marduk provoca la muerte de Dumuzi
Buscando su cuerpo, Inanna muere, posteriormente resucita
Inanna lanza una guerra para apresar y castigar a Marduk
Los enlilitas entran en su escondrijo en el Gran Monte
Los enlilitas sellan la cámara superior para sepultar vivo a Marduk
Sarpanit, la esposa de Marduk, y Nabu, su hijo, ruegan por su vida
Ningishzidda, conocedor de los secretos del Monte, llega hasta Marduk
Marduk, tras serle perdonada la vida, va al exilio Enki y Enlil dividen la Tierra entre el resto de sus hijos
El triunfo de Ninurta y las Grandes Pirámides


 

LA UNDÉCIMA TABLILLA

¡Alabad a Ninharsag, la pacificadora en la Tierra!, proclamaron al unísono los Anunnaki.
Durante el primer Shar después del Diluvio, Ninharsag se las ingenió para atemperar los humores;
Nibiru, a la que había que reabastecer de oro, estaba por encima de ambiciones y rivalidades.
Lentamente, la Tierra volvió a inundarse de vida; con las simientes de vida
que preservara Enki, lo que había sobrevivido por sí solo se acrecentó en la tierra, en el aire
y en las aguas.


¡Pero lo más precioso de todo, descubrieron los Anunnaki, fueron los propios remanentes de la Humanidad!
Como en los días pasados, cuando fueron creados los Trabajadores Primitivos,
los Anunnaki, pocos y agotados, clamaron de nuevo por Trabajadores
Civilizados.
Para cuando terminó el primer Shar después del Diluvio, la pacífica tregua se hizo pedazos a causa de un acontecimiento inesperado.
La erupción fue ahora entre los clanes de Marduk y Ninurta, no entre los de Enki y Enlil:
entre los propios hijos de Marduk, ayudados por los Igigi, se rompió la tranquilidad.
Durante el tiempo que Marduk, Sarpanit y sus hijos esperaban en Lahmu a causa del Diluvio,
los dos hijos varones, Asar y Satu, se encapricharon de las hijas de
Shamgaz, el líder Igigi cuando volvieron a la Tierra, los dos hermanos se casaron con las dos hermanas,
Asar eligió a la llamada Asta, Satu con la llamada Nebat se prometió.


Asar optó por vivir con su padre Marduk en las tierras oscuras,
Satu hizo su morada en el Lugar de Aterrizaje, donde moraban los Igigi, con Shamgaz.
Shamgaz estaba preocupado con los dominios en la Tierra: ¿Dónde serán
señores los Igigi? Así incitaba Shamgaz a los otros Igigi, de lo cual Nebat le hablaba a Satu
a diario;
¡Estando con su padre, Asar será el único sucesor, heredará las tierras fértiles!
Así le decían Shamgaz y su hija Nebat a Satu día tras día. Padre e hija tramaban cómo retener la sucesión sólo en manos de Satu. En un día propicio hicieron un banquete; a él invitaron a Igigi y a Anunnaki. Asar, sin sospechar nada, también llegó para celebrar con su hermano. Nebat, la hermana de su esposa, preparó las mesas, también puso escabeles a los pies,
Nebat se embelleció; con una lira en la mano, cantó una canción al poderoso Asar. Satu, delante de él, elegía tajadas de carne asada, con un cuchillo le servía
ceboncillos. Shamgaz, en una gran copa, le ofrecía a Asar vino nuevo, una mezcla
hecha por él,
en una gran vasija, suficientemente grande como para tomarla en consideración, le puso vino elixirado.
Asar estaba de buen humor; se puso de pie y cantó alegremente, acompañándose con címbalos en la mano.
Más tarde, se vio vencido por el vino mezclado, cayó al suelo.


¡Llevémosle para que duerma profundamente!, dijeron los anfitriones a los
demás en el banquete. 
Llevaron a Asar a otra cámara, lo pusieron en un ataúd, cerraron el ataúd con fuertes precintos, al mar lo arrojaron. Cuando llegó a Asta la noticia de lo sucedido, elevó lamentos a Mardu el padre de su marido:
¡Asar fue brutalmente arrojado a las profundidades del mar para que muriera, hay que encontrar el ataúd con rapidez!
Registraron el mar en busca del ataúd de Asar, lo encontraron a orillas de la tierra oscura.
En su interior yacía el rígido cuerpo de Asar, el aliento de vida había partido de las aletas de su nariz.
Marduk desgarró sus ropajes, se puso ceniza en la frente.


¡Hijo mío! ¡Hijo mío!, gritaba y sollozaba Sarpanit, grande era su pesar y su duelo.
Enki estaba abatido y lloraba: ¡Se ha repetido la maldición de Ka-in!, dijo a su hijo en su angustia.
Asta elevó un lamento a los alturas, hizo petición a Marduk de un heredero para vengarse:
¡Satu debe encontrar la muerte. Déjame concebir un sucesor de tu propia simiente,
que su nombre se recuerde por tu nombre, y el linaje sobreviva!
¡Eso, ay, no se puede hacer!, dijo Enki a Marduk y a Asta:
¡El hermano que asesinó, el hermano del hermano debe ser custodio,
por esto se le debe perdonar la vida a Satu, de su simiente debes concebir un heredero para Asar!
Asta quedó desconcertada por estos giros del destino; muy turbada, tomó la determinación de desafiar las normas.


Antes de que el cuerpo de Asar fuera envuelto y, en el sudario, preservado en un santuario,
de su falo, Asta extrajo la simiente de vida de Asar.
Con ésta, Asta concibió, un heredero y un vengador de Asar nació. 
A Enki y a sus hijos, a Marduk y a sus hermanos, Satu dijo:
¡Soy el único heredero y sucesor de Marduk, de la Tierra de los Dos Estrechos seré el señor!
Ante el consejo de los Anunnaki refutó Asta la reclamación: Estoy con el heredero de Asar, con su hijo.
Entre los juncos del río se ocultó con el niño, para evitar la ira de Satu; Horon llamó al niño, lo educó para que fuera el vengador de su padre. Satu estaba desconcertado con esto; Shamgaz no abandonaba sus ambiciones.


De año terrestre en año terrestre, los Igigi se propagaban desde el Lugar de
Aterrizaje, hasta los confines de Tilmun, la región sagrada de Ninharsag, se llegaron
a acercar. Los Igigi y sus Terrestres amenzaban con invadir el Lugar de los Carros
Celestiales.
En las tierras oscuras, el niño Horon se convirtió en un héroe con los rápidos ciclos vitales de la Tierra,
Horon fue adoptado por su tío abuelo Gibil, él lo entrenó y lo instruyó.
Gibil forjó para él unas sandalias aladas para remontarse en el aire, era capaz de volar como un halcón;
Gibil hizo un arpón divino para él, sus flechas eran proyectiles.
En las tierras altas del sur, Gibil le enseñó las artes de los metales y de la
herrería.


Gibil le reveló a Horon el secreto de un metal llamado hierro. De él, hizo armas Horon, de Terrestres leales levantó un ejército. Marcharon hacia el norte, a través de tierra y río, para desafiar a Satu y
a los Igigi. Cuando Horon y su ejército de Terrestres llegaron a la frontera de Tilmun,
la Tierra de los Proyectiles, Satu le envió a Horon un desafío: ¡Sólo entre nosotros dos es el conflicto, encontrémonos en la lucha uno
a uno! En los cielos de Tilmun, Satu esperó en su Torbellino el combate con
Horon.


Cuando Horon se remontó en el cielo como un halcón hacia él, Satu le disparó un dardo envenenado, como el aguijón de un escorpión
cayó sobre Horon.
Cuando Asta vio esto, lanzó un grito al cielo, invocó a Ningishzidda. Ningishzidda bajó desde su barco celestial, llegó para salvar al héroe para
su madre. Con poderes mágicos, Ningishzidda convirtió el veneno en benévola
sangre, a la mañana siguiente, Horon estaba curado, había vuelto de entre lo"
muertos.


Después, con un Pilar ígneo, como un pez celestial con aletas y una cola de fuego,
Ningishzidda proveyó a Horon, los ojos del Pilar cambiaban sus colores del azul al rojo y al azul.
Horon se elevó en el Pilar ígneo hacia el triunfante Satu.
Se persiguieron por todas partes; fiera y mortal fue la batalla.
Al principio, el Pilar ígneo de Horon recibió un impacto; después, Horon alcanzó a Satu con su arpón.
Satu se estrelló contra el suelo; Horon lo maniató.


Cuando Horon llegó ante el consejo con su tío cautivo,
vieron que estaba ciego, con los testículos aplastados, se aguantaba en pie como un cántaro desechado.
¡Que Satu viva ciego y sin herederos! Así dijo Asta al consejo.
El consejo determinó su suerte, que terminara sus días como un mortal, entre los Igigi.
Se declaró a Horon triunfador, para heredar el trono de su padre;
sobre una tablilla de metal se inscribió la decisión del consejo, en el Salón de Registros la pusieron.
En su morada, Marduk estaba complacido con la decisión; pero estaba apenado por lo que había sucedido:
Aunque Horon, un hijo de Asar, su hijo era, de Shamgaz el Igigi era descendiente,
un dominio, uno como los asignados a los Anunnaki, no se le había dado a él.


Después de perder a sus dos hijos, Marduk y Sarpanit buscaban solaz uno en otro.
Con el tiempo, otro hijo les nacería; le llamaron Nabu, el Poseedor de la Profecía. 
Viene ahora el relato de por qué se construyó en la lejanía un nuevo lugar de los carros,
y del amor de Dumuzi e Inanna, que Marduk rompió con la muerte de
Dumuzi. Fue después de la lucha entre Horon y Satu, y su batalla aérea sobre Tilmun,
cuando Enlil convocó a sus tres hijos en consejo.


Con preocupación por lo que estaba sucediendo, les dijo: En el principio, los Terrestres se hicieron a nuestra imagen y semejanza, ¡ahora, los descendientes de los Anunnaki se han hecho a imagen y semejanza de los Terrestres! ¡Entonces, fue Ka-in el que mató a su hermano, ahora un hijo de Marduk
es el asesino de su hermano!


¡Por vez primera, un descendiente de los Anunnaki ha levantado un ejército de Terrestres,
ha puesto en sus manos armas de un metal, secreto de los Anunnaki! Desde los días en que Alalu y Anzu pusieron a prueba nuestra legitimidad, los Igigi no han dejado de provocar trastornos y de romper las reglas. Ahora, los picos baliza están situados en los dominios de Marduk, el Lugar
de Aterrizaje está en manos de los Igigi, ahora, los Igigi están avanzando hacia el Lugar de los Carros, ¡dicen que, en nombre de Satu, van a establecerse en todas las instalaciones del Cielo-Tierra!
Así dijo Enlil a sus tres hijos, les propuso tomar medidas contra ello: ¡Tenemos que establecer en secreto una instalación alternativa Cielo-Tierra! ¡Que se establezca en la tierra de Ninurta más allá de los océanos, en
medio de Terrestres de confianza! Así se puso la misión secreta en manos de Ninurta; en las tierras montañosas más allá de los océanos, junto al gran lago, levantó un nuevo Enlace Cielo-Tierra, lo puso en el interior de un recinto; a los pies de las montañas donde se esparcían las pepitas de oro, eligió una planicie de suelo firme; sobre ella hizo marcas para el ascenso
y el descenso.


¡Las instalaciones son primitivas, pero servirán para su propósito! A su debido tiempo, Ninurta declaró a su padre Enlil: ¡Desde allí pueden continuar los envíos de oro a Nibiru, desde allí, en caso
de necesidad, también podemos ascender! En aquel tiempo, lo que comenzó como una bendición, terminó como un
hecho horrible.


En aquel tiempo, Dumuzi, el hijo más joven de Enki, se encaprichó de Inanna, la hija de Nannar;
Inanna, nieta de Enlil, quedó cautivada por el señor del pastoreo.
Un amor que no conoce límites los devoró, la pasión inflamó sus corazones. Muchas de las canciones de amor que, a partir de entonces, se cantaron
durante mucho tiempo
Inanna y Dumuzi fueron los primeros en cantarlas, narraron su amor a través de las canciones. A Dumuzi, su hijo más joven, Enki le asignó un gran dominio por encima
del Abzu; Meluhha, la Tierra Negra, se llamaba, allí crecían árboles de tierras altas,
sus aguas eran abundantes. Grandes toros vagaban entre las cañas de su río, muy numeroso era su
ganado,
llegaba plata de sus montañas, su cobre brillaba como el oro. Dumuzi era muy amado; tras la muerte de Asar, era el favorito de Enki. Pero Marduk estaba celoso de su hermano más joven. Inanna era muy amada por sus padres, Nannar y Ningal, Enlil se sentaba
junto a su cuna. Era hermosa, más allá de toda descripción, competía en artes marciales
con los héroes Anunnaki.


De viajes en los cielos y de barcos celestiales había aprendido con su hermano Utu; los Anunnaki le regalaron una nave celeste, para que deambulara por los
cielos de la Tierra. Después del Diluvio, en la Plataforma de Aterrizaje, Dumuzi e Inanna
pusieron los ojos uno en otro;
la dedicación de los montes artificiales fue para ellos un cálido encuentro. Al principio, estaban indecisos, él del clan de Enki, ella del linaje de Enlil. Cuando Ninharsag trajo la paz entre los clanes en disputa, Inanna y Dumuzi se las ingeniaron para estar juntos lejos de los demás, se
dedicaron a amarse.


Mientras paseaban juntos, se decían palabras dulces de amor uno a otro. Yacían uno al lado del otro, el corazón de uno conversaba con el corazón
del otro; Dumuzi rodeó con su brazo la cintura de ella, deseaba tomarla como un
toro salvaje,
¡Deja que te enseñe! ¡Deja que te enseñe!, decía Dumuzi a Inanna. Suavemente, ella lo besó, y luego le habló de su madre: ¿Qué mentira podría contarle a mi madre? ¿Qué le contarás tú a Ningal? ¡Hablémosle a mi madre de nuestro amor! ¡De contenta, rociará perfume
de cedro sobre nosotros!


Los amantes fueron al lugar donde vivía Ningal, la madre de Inanna, Ningal les dio su bendición, la madre de Inanna aprobó a Dumuzi. ¡Señor Dumuzi, eres digno como yerno de Nannar!, le dijo. El mismo Nannar dio la bienvenida a Dumuzi como novio; Utu, el hermano de Inanna, dijo ¡Así sea! ¡Quizá sus desposorios traigan verdaderamente la paz entre los clanes!, les
dijo Enlil a todos. Cuando Dumuzi le habló a su padre y a sus hermanos de su amor y de su
compromiso,
Enki también pensó en la paz a través de los desposorios, le dio su bendición a Dumuzi. De los hermanos de Dumuzi, todos excepto Marduk se alegraron con la
noticia.


Gibil forjó un lecho de esponsales de oro, Nergal envió piedras lapis azuladas. Dulces dátiles, la fruta favorita de Inanna, pusieron en un montón junto al
lecho,
bajo la fruta escondieron las cuentas de lapis para que Inanna las descubriera.
Como era costumbre, se envió a una hermana de Dumuzi para que perfumara y vistiera a Inanna,
Geshtinanna, la-que-ha-de-ser-cuñada, era su nombre. A ella le reveló Inanna lo que había en su corazón, de su futuro con
Dumuzi le dijo: ¡Tengo la visión de una gran nación, Dumuzi se elevará como un Gran
Anunnaki.


Su nombre será exaltado sobre los demás, yo seré su esposa-reina. Compartiremos un estatus principesco, juntos someteremos a los países
rebeldes, yo le daré estatus a Dumuzi, dirigiré el país rectamente!
Geshtinanna dio cuenta a su hermano Marduk de las visiones de gobierno
y gloria de Inanna.


Marduk se inquietó enormemente con las ambiciones de Inanna; a Geshtinanna le contó un plan secreto.
Geshtinanna fue hasta su hermano Dumuzi, a la morada del pastor. Encantadora a la vista y perfumada, le dijo así a su hermano Dumuzi: ¡Antes de que tu joven esposa duerma entre tus brazos, debes tener un heredero legítimo, nacido de una hermana! ¡El hijo de Inanna no tendrá derecho a la sucesión, no crecerá sobre las
rodillas de tu madre!


Ella puso la mano de él en su mano, apretó su cuerpo contra el suyo. ¡Hermano mío, yo yaceré contigo! ¡Novio, contigo tendremos un par de
Enki! Así le susurró Geshtinanna a Dumuzi, para que surgiera algo noble de su
vientre. En su vientre derramó Dumuzi el semen, y luego se quedó dormido con las
caricias de ella. Durante la noche, Dumuzi tuvo un sueño, visualizó una premonición de
muerte:
En el sueño, vio a siete bandidos malvados que entraban en su morada. ¡El Señor nos ha enviado a por ti, hijo de Duttur!, le decían. Ahuyentaban a sus ovejas, se llevaban a sus corderos y sus cabritos, le quitaban su tocado de señorío, le arrancaban de su cuerpo la túnica real, le quitaban y le rompían el báculo de pastoreo, arrojaban al suelo su copa. Desnudo y descalzo se lo llevaban preso, le ponían grilletes en las manos, lo dejaban moribundo en nombre del Halcón y el Pájaro Principesco.
Inquieto y asustado se despertó Dumuzi en mitad de la noche, le contó su
sueño a Geshtinanna.


¡El sueño no es favorable!, le dijo Geshtinanna al turbado Dumuzi. 
¡Marduk te acusará de haberme violado, enviará a emisarios malvados para que te arresten.
Ordenará que se te juzgue y se te deshonre, para desunir la relación con una enlilita!
Dumuzi gritó como una bestia herida: ¡Traición! ¡Traición!, gritó.
A Utu, el hermano de Inanna, ¡Ayúdame!, envió palabra; pronunció el
nombre de su padre Enki como un talismán.


Dumuzi escapó a través del desierto de Emush, el Desierto de las Serpientes, corrió para ocultarse de los malhechores hasta el lugar de las poderosas
cataratas. Donde las abundantes aguas hacen lisa y resbaladiza las rocas, Dumuzi
resbaló y cayó; la avalancha de agua destrozó entre la blanca espuma su cuerpo sin vida.
Viene ahora el relato del descenso de Inanna hasta el Bajo Abzu,
y la Gran Guerra Anunnaki, y cómo Marduk fue encerrado vivo en el Ekur.
Cuando Ninagal recuperó el cuerpo sin vida de Dumuzi de las aguas del
gran lago,
se llevó el cuerpo hasta la morada de Nergal y Ereshkigal en el Bajo Abzu. Sobre una losa de piedra se puso el cadáver de Dumuzi, un hijo de Enki. Cuando se envió a Enki palabra de lo que había sucedido, Enki se desgarró la ropa, se puso cenizas en la frente. ¡Hijo mío! ¡Hijo mío!, se lamentó por Dumuzi. ¿Qué pecado he cometido
para ser así castigado?, preguntó en voz alta. Cuando vine de Nibiru a la Tierra, EA, Aquel Cuyo Hogar Es Aguas, era
mi nombre, con agua obtenían su fuerza de propulsión los Carros Celestiales, en las
aguas me zambullí;
después, una avalancha de agua barrió la Tierra, en las aguas se ahogó mi nieto Asar, ¡por las aguas está muerto ahora mi
amado Dumuzi!


Todo lo que he hecho, lo hice con propósitos justos. ¿Por qué soy castigado? ¿Por qué se ha vuelto contra mí el Hado? Así lloraba y se lamentaba Enki.


Cuando a través de Geshtinanna se descubrió la veracidad de lo sucedido, la angustia de Enki se hizo aún mayor: ¡Ahora, Marduk, mi primogénito,
también sufrirá por su propia acción!
Inanna se preocupó y, luego, lloró por la desaparición y la muerte de Dumuzi;
después, fue velozmente hasta el Bajo Abzu, para enterrar el cuerpo de
Dumuzi. Cuando Ereshkigal, su hermana, supo de la llegada de Inanna a las puertas
del recinto,
Ereshkigal sospechó de un retorcido plan por parte de Inanna. En cada una de las siete puertas, a Inanna se le quitó uno de los pertrechos
y de las armas que llevaba,
después, desnuda e indefensa ante el trono de Ereshkigal, ¡fue acusada de intrigar para tener un heredero de Nergal, hermano de
Dumuzi! Temblando de fiíria, Ereshkigal no quiso escuchar las explicaciones de su
hermana. ¡Suelta contra ella las sesenta enfermedades!, le ordenó furiosa a su visir,
Namtar.


Con la desaparición de Inanna en el Bajo Abzu se preocuparon enormemente sus padres,
Nannar fue con el asunto a Enlil, Enlil le mandó un mensaje a Enki. Enki supo lo que había sucedido por Nergal, su hijo, esposo de Ereshkigal, con arcilla del Abzu, Enki forjó dos emisarios, seres sin sangre, inmunes
a los rayos de la muerte,
los envió al Bajo Abzu para traer de vuelta a Inanna, viva o muerta. Cuando llegaron ante Ereshkigal, Ereshkigal quedó confundida con su
aspecto:
¿Sois Anunnaki? ¿Sois Terrestres?, les preguntó desconcertada. Namtar dirigió contra ellos las armas mágicas de poder, pero salieron
indemnes los dos.


Tomaron el cuerpo sin vida de Inanna, estaba colgando de una estaca. Los emisarios de arcilla dirigieron sobre el cadáver un Pulsador y un
Emisor, después rociaron sobre ella el Agua de Vida, pusieron en su boca la Planta
de la Vida. Después, Inanna se movió, abrió los ojos; Inanna se levantó de entre los
muertos. Cuando los dos emisarios estaban preparados para llevar a Inanna al
Mundo Superior,
Inanna les ordenó que tomaran también el cuerpo sin vida de Dumuzi. ni* En las siete puertas del Bajo Abzu se le devolvieron a Inanna sus pertrechos y atributos.
A la morada de Dumuzi, en la Tierra Negra, ordenó a los emisarios que llevaran al amante de su juventud,
para lavarlo con agua pura, para ungirlo con dulce aceite, para envolverlo después en un sudario rojo, y ponerlo sobre una losa de lapis; luego, labró para él un lugar de descanso en las rocas, para esperar allí el
Día del Surgimiento.


En cuanto a ella misma, Inanna se dirigió hacia la morada de Enki, quería la retribución por la muerte de su amado, exigía la muerte de
Marduk, el culpable. ¡Ya ha habido suficiente muerte!, le dijo Enki. ¡Marduk fue el instigador,
pero no cometió asesinato! Cuando Inanna supo que Enki no iba a castigar a Marduk, Inanna fue a sus
padres y a su hermano. Elevó sus lamentos al alto cielo: ¡Justicia! ¡Venganza! ¡Muerte a Marduk!,
pidió. En la morada de Enlil se reunieron sus hijos, Inanna y Utu, se reunieron
para un consejo de guerra. Ninurta, el que había derrotado al rebelde Anzu, argumentó a favor de
fuertes medidas;
Utu les informó de palabras secretas intercambiadas entre Marduk y los Igigi-¡De Marduk, una serpiente maligna, debe liberarse la Tierra!, Enlil coincidió con ellos.
Cuando se envió la demanda de la rendición de Marduk a Enki, su padre, Enki convocó en su morada a Marduk y al resto de sus hijos. ¡Aunque aún lloro a mi amado Dumuzi, debo defender los derechos de
Marduk! Aunque Marduk instigó el mal, por un mal hado, no por mano de Marduk,
murió Dumuzi; Marduk es mi primogénito, Ninki es su madre, está destinado para la
sucesión, ¡Debemos protegerle todos de la muerte a manos de la banda de Ninurta!
Así dijo Enki.


Sólo Gibil y Ninagal tuvieron en cuenta la llamada de su padre; Nin-gishzidda se opuso,
Nergal vacilaba: ¡Sólo ayudaré si se encuentra en un peligro mortal!, dijo.
Fue después de eso que una guerra, de desconocida ferocidad, estalló entre los dos clanes.
Fue diferente de la contienda entre Horon y Satu, descendientes de Terrestres:
una batalla entre Anunnaki, nacidos en Nibiru entre ellos, se desató en otro planeta.
La guerra comenzó por medio de Inanna, que cruzó con su nave celeste los dominios de los hijos de Enki;
Inanna desafió a combatir a Marduk, le persiguió hasta los dominios de Ninagal y de Gibil.
Para ayudarla, Ninurta disparó los rayos fulminantes de su Pájaro de la Tormenta contra las fortalezas del enemigo,
Ishkur atacó desde los cielos con relámpagos abrasadores y truenos demoledores.


En el Abzu, barrió los peces de los ríos, dispersó el ganado por los campos. Marduk se retiró hacia el norte, al lugar de los montes artificiales; persiguiéndole, Ninurta roció con proyectiles venenosos las moradas.
con su Arma Que Despedaza les robó los sentidos a las gentes de aquellas tierras,
los canales que llevaban las aguas del río se volvieron rojos de sangre;
los resplandores de Ishkur convertían la oscuridad de las noches en días llameantes.
Mientras las devastadoras batallas avanzaban hacia el norte, Marduk se aposentó en el mismo Ekur,
Gibil diseñó un escudo invisible para éste, Nergal elevó hasta el cielo su ojo que todo lo ve.
Inanna atacó el lugar oculto con un Arma de Brillantez, dirigida con un cuerno;
Horon llegó para defender a su abuelo; la Brillantez le dañó el ojo derecho. Mientras Utu mantenía a distancia más allá de Tilmun a los Igigi y a sus hordas de Terrestres,
los Anunnaki, los que apoyaban a uno y a otro clan, entablaban batalla a los pies de los montes artificiales.
¡Que se rinda Marduk, que termine el derramamiento de sangre! Estas
palabras le transmitió Enlil a Enki. ¡Que hablen hermano con hermano!, le envió un mensaje Ninharsag
a Enki.


En su guarida, dentro del Ekur, Marduk seguía desafiando a sus perseguidores,
de la Casa Que Como una Montaña Es hizo su último baluarte. Inanna no podía superar la inmensa estructura de piedra, sus costados lisos
desviaban las armas de ella. Después, Ninurta se enteró de que había una entrada secreta, ¡encontró una
piedra giratoria en el lado norte!
Ninurta atravesó un oscuro corredor, llegó a la gran galería, su bóveda relucía como un arcoiris con las multicolores emisiones de los
cristales. En el interior, alertado por la intrusión, Marduk esperaba a Ninurta con las
armas dispuestas; respondiendo con armas, destrozando los maravillosos cristales, Ninurta
siguió subiendo por la galería. Marduk se retiró hasta la cámara superior, hasta el lugar de la Gran Piedra
Pulsante,
En su entrada, Marduk bajó los cierres de piedras descendentes, que impedían cualquier entrada.
Inanna e Ishkur siguieron a Ninurta al interior del Ekur; se pusieron a pensar qué podían hacer. ¡Que la hermética cámara oculta sea el ataúd de piedra de Marduk!, les
dijo Ishkur.


Ishkur prestó atención a los tres bloques de piedra, dispuestos para deslizarse hacia abajo.
¡Que muera lentamente, siendo enterrado vivo, sea la sentencia de Marduk!, Inanna dio su consentimiento.
Al final de la galería soltaron los tres los bloques de piedra, cada uno de ellos hizo descender una piedra para taponar, para encerrar a Marduk como en una tumba.
Viene ahora el relato de cómo Marduk fue salvado y partió hacia el exilio, y de cómo se desmanteló el Ekur y se redispuso el señorío sobre las tierras. Lejos del Sol y de la luz, sin comida ni agua, Marduk fue enterrado vivo
dentro del Ekur;
Sarpanit, su esposa, elevó un lamento por su prisión y castigo sin juicio. Acudió a Enki, su suegro, llegó a él con su joven hijo Nabu. ¡Marduk debe ser devuelto para estar entre los vivos!, le dijo Sarpanit
a Enki.


Él la envió a Utu y a Nannar, que podían interceder ante Inanna. Poniéndose un vestido de expiación, rogó ¡Dadle la vida al señor Marduk! ¡Dejadle que siga viviendo humildemente, dejará a un lado el gobierno! Inanna no se aplacó. ¡Por la muerte de mi amado, el Instigador debe
morir!, replicó Inanna.
Ninharsag, la pacificadora, convocó a los hermanos Enki y Enlil, ¡Marduk debe ser castigado, pero no merece la muerte!, les dijo. ¡Viva Marduk en el exilio, que entregue a Ninurta la sucesión en la Tierra!
Enlil se sintió complacido con sus palabras y sonrió: ¡Ninurta era su hijo, de Ninurta ella era la madre!
Si entre sucesión y vida tengo que elegir, ¿qué puedo yo, un padre, decir?


Así respondió Enki, con el corazón dolido. En mis tierras se ha extendido la desolación,
la guerra debe terminar, por Dumuzi todavía estoy de luto; ¡que Marduk viva en el exilio!
¡Si la paz debe volver y Marduk vivir, tenemos que llegar a acuerdos vinculantes!, le dijo Enlil a Enki.
Todas las instalaciones que enlazan cielo y Tierra se deben confiar sólo a mis manos,
el señorío sobre la Tierra de los Dos Estrechos debes dárselo a otro de tus hijos.
Los Igigi que siguen a Marduk deben renunciar al Lugar de Aterrizaje
y abandonarlo, ¡en la Tierra Sin Retorno, no habitada por ningún descendiente de Ziu-
sudra, debe exiliarse Marduk! Así se declaró Enlil, enérgicamente, pretendiendo ser el principal entre los
hermanos.


Enki reconoció en su corazón la mano del hado: ¡Así sea!, dijo inclinando
la cabeza. Sólo Ningishzidda conoce las entrañas del Ekur; ¡que sea él el señor de sus
tierras! Después de que se anunciaran las decisiones de los Grandes Anunnaki, se
llamó a Ningishzidda para el rescate.
su reto era cómo sacar a Marduk de las entrañas selladas por los bloques; para liberar al que vivo está enterrado, le dieron una tarea inconcebible. Ningishzidda contempló los planos secretos del Ekur, planeó cómo evitar
los bloqueos: ¡Marduk será rescatado a través de una abertura superior cincelada!, les
dijo a los líderes.


En el lugar que yo les muestre, tallarán una entrada en las piedras, desde allí, un sinuoso pasadizo les llevará hacia arriba, creando un conducto de rescate.
Atravesando vanos ocultos proseguirán hasta el centro del Ekur, en el vórtice de los vanos, a través de las piedras se abrirán paso. Abrirán una entrada hasta el interior, evitando así los bloqueos; continuarán por encima de la gran galería, levantarán los tres bloques de
piedra,
¡y llegarán a la cámara superior, la prisión mortal de Marduk! Más tarde, los Anunnaki, dirigidos por Ningishzidda, siguieron el plan
esbozado, con herramientas que resquebrajan las piedras hicieron la abertura, crearon
el conducto de rescate,
llegaron al interior del monte artificial, abrieron una salida. Evitando los tres bloques de piedra, llegaron a la cámara superior, sobre una pequeña plataforma levantaron los rastrillos; rescataron a Marduk desmayado. Con cuidado bajaron al señor por el sinuoso conducto, le llevaron hasta el
aire fresco;
en el exterior, Sarpanit y Nabu esperaban al esposo y padre; fue una gozosa reunión.
Cuando a Marduk su padre Enki le transmitió los términos de la liberación,
Marduk se enfureció: ¡Hubiera preferido morir que renunciar a mi derecho
de nacimiento!, gritó. Sarpanit confió en sus brazos a Nabu. ¡Nosotros somos parte de tu futuro!,
le dijo ella suavemente. Marduk se enfureció, Marduk se humilló. ¡Me rindo ante el Hado!, dijo
inaudiblemente.


Con Sarpanit y con Nabu partió hacia una Tierra Sin Retorno, con mujer e hijo, fue a un tierra donde se cazan bestias con cuernos. Tras la partida de Marduk, Ninurta volvió a entrar en el Ekur a través del
conducto,
a través de un corredor horizontal fue hasta la vulva del Ekur. En su pared oriental, en una hornacina artísticamente labrada, la Piedra del
Destino emitía una radiación roja. ¡Su poder me atrapa para matarme, con una atracción mortal me subyuga!,
gritó Ninurta dentro de la cámara.


¡Lleváosla! ¡Destruidla por completo!, gritó Ninurta a sus tenientes. Desandando sus pasos, Ninurta fue a través de la gran galería hasta la
cámara más elevada, en un arca ahuecada pulsaba el corazón del Ekur, la fuerza de su red se
potenciaba con cinco compartimentos. Ninurta golpeó el arca de piedra con su vara; aquélla respondió con una
resonancia. Ninurta ordenó que se sacara la Piedra Gug, que determina las direcciones;
se llevó hasta un lugar de su elección.


Bajando por la gran galería, Ninurta examinó los veintisiete pares de cristales de Nibiru. Muchos de ellos habían sido dañados en su combate con Marduk; algunos
habían sobrevivido intactos a la contienda. Ninurta ordenó que se sacaran los que estaban enteros de sus ranuras, los
otros los pulverizó con su rayo. Fuera de la Casa Que Como una Montaña Es, Ninurta se remontó en el
cielo con su Pájaro Negro, prestó atención a la Piedra Ápice; representaba la personificación de su enemigo.

 

Con sus armas la soltó, hasta el suelo se derrumbó hecha pedazos.
¡Con esto, termina para siempre el temor a Marduk!, declaró Ninurta victorioso. En el campo de batalla, los Anunnaki reunidos anunciaron sus alabanzas
a Ninurta:
¡Como Anu estás hecho!, le gritaron a su héroe y líder. Para sustituir a la incapacitada baliza se eligió un monte cercano al Lugar
de los Carros Celestiales,
en sus entrañas se redispusieron los cristales rescatados. En su cima se instaló la Piedra Gug, la Piedra de Dirección; al monte se le llamó Monte Mashu, Monte de la Barca Celestial Suprema. Por entonces, Enlil convocó a sus tres hijos; Ninlil y Ninharsag también
asistieron. Se reunieron para confirmar los mandatos sobre las tierras de antaño, para
asignar señoríos sobre las nuevas tierras. A Ninurta, que había vencido a Anzu y a Marduk, se le concedieron los
poderes de la Enlildad, para sustituir a su padre en todas las tierras. A Ishkur se le concedió el señorío del Lugar de Aterrizaje, en las Montañas
de los Cedros,
uniendo así el Lugar de Aterrizaje a sus dominios del norte. Las tierras al sur y al este de allí, donde se habían extendido los Igigi y sus
descendientes, se le dieron a Nannar como dote imperecedera, para que las custodiaran
y conservaran sus descendientes y seguidores. La península donde estaba el Lugar de los Carros se incluyó en las tierras
de Nannar, a Utu se le confirmó como comandante del Lugar y del Ombligo de la
Tierra. En la Tierra de los Dos Estrechos, como se acordó, Enki asignó el señorío
a Ningishzidda. Ninguno de los otros hijos de Enki puso objeciones a esto; ¡pero Inanna se
opuso a ello!


Inanna reivindicó la herencia de Dumuzi, su novio fallecido, a Enki y a Enlil les exigió un dominio para ella sola. Los líderes contemplaron cómo satisfacer las demandas de Inanna,
pidieron consejo sobre las tierras y los pueblos a los Grandes Anunnaki que decretan los hados,
intercambiaron palabras con Anu respecto a la Tierra y a sus reasentamientos.


Habían pasado casi dos Shars desde los tiempos del Diluvio, la Gran Calamidad,
los Terrestres habían proliferado, desde las tierras montañosas volvían a las tierras bajas.
Eran descendientes de la Humanidad Civilizada a través de Ziusudra, estaban entremezclados con la simiente de los Anunnaki.


Los descendientes de los Igigi que se habían mezclado con humanas también estaban por ahí, en las tierras distantes sobrevivían los parientes de Ka-in.
Pocos y nobles eran los Anunnaki que habían llegado de Nibiru, pocos eran sus descendientes perfectos.
Los Grandes Anunnaki consideraron cómo establecer asentamientos para ellos mismos y para los Terrestres,
cómo mantener su nobleza sobre la Humanidad, como hacer que los muchos obedecieran y sirvieran a los pocos.


Los líderes intercambiaron palabras con Anu acerca de todo esto, acerca del futuro.
Anu decidió ir a la Tierra una vez más; con Antu, su esposa, deseaba venir.


Las Palabras del Señor Enki

 


Sinopsis de la Duodécima Tablilla

El suelo se seca, las llanuras y los valles de los ríos se repueblan
Oro en abundancia llega desde las Tierras Más Allá de los Mares
Anu y su esposa Antu llegan en una visita memorable
Rememorando, los líderes se dan cuenta de que son marionetas del Destino Los líderes asignan tres regiones de civilización para la Humanidad
Indultado por Anu al partir, Marduk mantiene su rebeldía La Primera Región y las instalaciones espaciales son tierras Enlilitas La primera civilización del Hombre comienza en la Primera Región (Sumer)
Marduk usurpa un lugar para construir una torre de lanzamiento ilícita Frustrado por los Enlilitas, Marduk se apodera de la Segunda Región
Depone y exilia a Ningishzidda (Thot) a tierras lejanas
Se declara a sí mismo Ra, dios supremo, en una nueva religión
Da inicio a los reinados faraónicos para marcar una nueva civilización
Enlil designa a su hijo Ishkur para que proteja las fuentes de metal 
A Inanna se le conceden los dominios de la Tercera Región (el Valle del Indo)
Los dioses conceden la realeza, comienzan las guerras

 



LA DUODÉCIMA TABLILLA

Anu decidió ir a la Tierra una vez más; con Antu, su esposa, deseaba venir. Mientras esperaban su llegada, los Anunnaki comenzaron a reestablecer sus moradas en el Edin.
Desde las tierras montañosas, donde moraban los descendientes de Sem, las gentes de cabeza negra emigraron a las tierras de antaño.
Sobre el terreno recién desecado, los Anunnaki les dejaron asentarse, para que proveyeran de alimentos para todos.


Donde antes del Diluvio se había levantado Eridú, la primera ciudad de Enki, sobre montones de lodo y cieno se diseñó una nueva Eridú.
En su centro, sobre una plataforma elevada, se construyó una morada para Enki y Ninki,
se la llamó Casa del Señor Cuyo Retorno Es Triunfante; se adornó con oro, plata y metales preciosos que proporcionaron los hijos de Enki.


Arriba, en un círculo que señalaba hacia el cielo, se plasmaron las doce constelaciones por sus signos.
Abajo, al igual que en el Abzu, fluían las aguas llenas de peces.
En un santuario, un lugar donde no podían entrar los que no eran invitados, Enki guardaba las fórmulas ME.
Para Enlil y Ninlil se fundó una nueva Nibru-ki sobre el lodo y el cieno;
en mitad de las moradas del pueblo, de los rediles
y los establos, se amuralló un recinto sagrado.
En su interior se construyó una morada para Enlil y Ninlil, en siete niveles se elevaba;
una escalinata, que parecía ascender al cielo, llevaba hasta la
plataforma más elevada.


Allí guardaba Enlü sus Tablillas de los Destinos, con sus armas se protegían: el Ojo Elevado que explora las tierras, el Rayo Elevado que todo lo penetra. En el patio, en su propio recinto, se guardaba el veloz Pájaro-celeste de Enlil.


Mientras se aproximaba la llegada de Anu y Antu, se seleccionó un nuevo lugar para su estancia en el Edin, que no fuera ni de Enlil ni de Enki.
Unug-ki, el Lugar Encantador, se le llamó. Se plantaron árboles de sombra, y en mitad se construyó una estructura de un blanco puro, la Casa de Anu. Su exterior se elevaba en siete niveles; su interior era como la residencia de un rey. Cuando llegó a la Tierra el carro celestial de Anu, las naves celestes de los
Anunnaki se elevaron hacia él; se le dirigió para que aterrizara a salvo en el Lugar de los Carros, en
Tilmun.


Utu, el comandante del Lugar, dio la bienvenida a la Tierra a sus bisabuelos. Los tres hijos de Anu, Enlil, Enki y Ninharsag estaban allí para recibirles. Se abrazaron y se besaron, rieron y lloraron. ¡Qué larga, qué larga ha sido la separación! Se decían unos a otros. Se miraban unos a otros, examinando el paso del tiempo: ¡Aunque mayores en Shars eran los padres, parecían más jóvenes que los hijos! A los dos hijos se les veía viejos y con barba; Ninharsag, en otro tiempo bella, estaba encorvada y arrugada.


Los cinco estaban cubiertos de lágrimas; se mezclaban las lágrimas de alegría con las lágrimas de pesar.
En naves celestes fueron llevados al Edin los invitados y sus anfitriones, las naves celestes aterrizaron en un lugar preparado junto a Unug-ki. Todos los Anunnaki que habían quedado en la Tierra estaban de pie como guardia de honor. ¡Salve y bienvenidos! ¡Salve y bienvenidos!, gritaban al unísono para Anu y Antu.
Después, los Anunnaki acompañaron a los invitados en procesión, cantando y tocando música, hasta la Casa de Anu.


En la Casa de Anu, Anu se lavó y descansó, más tarde se perfumó y se vistió;
Antu fue escoltada por las mujeres Anunnaki hasta la Casa del Lecho Dorado;
en un patio abierto, mientras la brisa de la tarde hacía crujir las hojas de los árboles,
Anu y Antu se sentaron sobre tronos. Flanqueándoles estaban Enlil, Enki y Ninharsag.
Los asistentes, Terrestres que iban completamente desnudos, sirvieron vino y buen aceite;
otros, en un rincón del patio, estaban asando al fuego un toro y un carnero, regalos de Enlil y Enki.
Se preparó un gran banquete para Anu y Antu, se esperaba la señal en los cielos para comenzar.


Siguiendo las instrucciones de Enlil, Zumul, que estaba instruido en materia de estrellas y planetas,
ascendió los niveles de la Casa de Anu para anunciar la aparición de los planetas en la noche.
En el primer nivel apareció Kishar en los cielos orientales, Lahamu se vio en el segundo nivel,
Mummu se anunció en el tercer nivel, Anshar surgió en el cuarto nivel, Lahmu se vio en el quinto nivel, la Luna se anunció desde el sexto nivel.


Después, a una señal de Zumul, se empezó a cantar el himno El Planeta de Anu se Eleva en los Cielos,
pues, desde el nivel más alto, el séptimo, se divisó al rojizo Nibiru.
Los Anunnaki daban palmas y bailaban con la música, danzaban y cantaban con la música;
cantaban a aquél que aumenta en brillo, al planeta celestial del señor Anu. A una señal se encendió una hoguera, viéndose de lugar en lugar se encendieron más hogueras:
¡antes de que terminara la noche, toda la tierra del Edin estaba encendida con hogueras!
Tras la comida de carne de toro y carne de carnero, de pescado y de caza, acompañada de vino y cerveza,
se les acompañó a Anu y a Antu a sus dependencias para que pasaran la noche; Anu y Antu dieron las gracias a todos los Anunnaki.


Durante varios días y noches de la Tierra, Anu y Antu durmieron; al sexto
día, Anu llamó a sus dos hijos y a su hija. Escuchó sus relatos de lo acontecido en la Tierra, supo de la paz y de la
guerra.
Anu supo de cómo los Terrestres, que tenían que haber sido aniquilados por el juramento de Enlil, habían proliferado de nuevo;
Enlil le reveló el descubrimiento de oro en la tierra más allá de los océanos y el lugar del carro que había allí.
Fue entonces cuando Enki le contó a su padre lo del sueño y la tablilla de
Galzu.


Anu quedó enormemente desconcertado con esto: ¡Nunca envié a la Tierra a un emisario secreto con ese nombre! Así dijo Anu a los tres líderes. Enki y Enlil estaban desconcertados, se miraron perplejos uno a otro. ¡Debido a Galzu se salvaron Ziusudra y la simiente de vida!, dijo Enki. ¡Debido a Galzu nos hemos quedado en la Tierra!, dijo Enlil a su padre. El día que volváis a Nibiru moriréis, nos dijo Galzu. Incrédulo de esto estaba Anu; ¡el cambio de ciclos, ciertamente, causaba
estragos, pero se podía curar con elixires! ¿De quién era emisario Galzu, si no era tuyo?, dijeron al unísono Enki
y Enlil.
¿Quién había querido salvar a los Terrestres, quién hizo que nos quedáramos en la Tierra?
Ninharsag movió la cabeza lentamente: ¡Galzu apareció por el Creador de
Todo!


¡La creación de los Terrestres también estaba destinada, de eso debo maravillarme! Durante un rato, guardaron silencio los cuatro; cada uno rememoró en su
corazón acontecimientos del pasado. ¡Mientras nosotros decretábamos hados, la mano del destino dirigía cada
paso! Así dijo Anu. La voluntad del Creador de Todo es evidente: En la Tierra y para los
Terrestres, sólo emisarios somos. ¡La Tierra pertenece a los Terrestres, se nos ha utilizado para preservarlos
y para hacerles avanzar! ¡Si ésa es nuestra misión aquí, actuemos de acuerdo con ello! Así dijo Enki.


Los grandes Anunnaki que decretan los hados intercambiaron consejos en lo referente a las tierras:
los Grandes Anunnaki decidieron crear regiones civilizadas, para proporcionar en ellas conocimientos a la Humanidad;
fundar Ciudades de Hombre, crear en ellas recintos sagrados como morada para los Anunnaki;
establecer la realeza en la Tierra, al igual que en Nibiru, dar corona y cetro a un hombre escogido;
transmitir a través de él la palabra de los Anunnaki al pueblo, hacer cumplir el trabajo y la destreza;
establecer en los recintos sagrados un sacerdocio, para servir y dar culto a los Anunnaki como señores nobles.


Enseñar los conocimientos secretos, transmitir la civilización a la Humanidad.
Los Anunnaki resolvieron crear cuatro regiones, tres para la Humanidad, una restringida:
establecer la primera región en la antigua tierra del Edin, bajo el dominio de Enlil y sus hijos;
para seguir después con la segunda región en la Tierra de los Dos Estrechos, para que la señorearan Enki y sus hijos;
la tercera región se le concedió a Inanna en una tierra distante, para que no se mezclara con las otras dos;
la cuarta región, consagrada sólo para los Anunnaki, sería la península del Lugar de los Carros.
Viene ahora el relato del viaje de Anu a las tierras de más allá de los océanos,
y de cómo en la Primera Región se reestablecieron ciudades para los Anunnaki.


Habiendo tomado las decisiones acerca de las cuatro regiones y de las civilizaciones de la Humanidad,
Anu preguntó por su nieto Marduk. ¡Debo verle de nuevo!, dijo Anu a los líderes.
¡Si yo mismo causé la cólera de Marduk al invitar a Dumuzi y a Ningi-shzidda a Nibiru!
se preguntaba Anu; deseaba reconsiderar el castigo de Marduk.
¡Cuando hagas tu viaje a las tierras de más allá de los océanos, se le dirá
a Marduk que se encuentre contigo! ¡La tierra por donde vaga está en aquellas partes de la Tierra! Así dijo Enlil
a Anu.


Antes de que la pareja real fuera a las tierras distantes, Anu y Antu inspeccionaron el Edin y sus tierras; visitaron Eridú y Nibru-ki, vieron dónde se habían planeado las ciudades
de la primera región.
En Eridú, Enlil se quejó de Enki: ¡Enki guarda para sí las fórmulas ME! Anu, sentado en el asiento de honor, dijo palabras de alabanza a Enki: Mi hijo construyó una magnífica casa para sí, hermosamente sobre una
plataforma está elevada.
Enki dará grandes conocimientos a las gentes que rodean y sirven a la Casa; ¡ahora, los conocimientos que se guardan en secreto en los MEs, deben ser
compartidos con los demás Anunnaki!


Enki se sintió violento; le prometió a Anu compartir con todos las fórmulas divinas. En los días posteriores, Anu y Antu inspeccionaron las otras regiones en
naves celestes. Después, en el decimoséptimo día, la pareja real volvió a Unug-ki para
descansar una noche más. A la mañana siguiente, cuando los Anunnaki más jóvenes llegaron ante
Anu y Antu para ser bendecidos,
Anu se encariñó de su bisnieta Inanna; la estrechó, la abrazó y la besó. ¡Ténganse en cuenta todas mis palabras!, anunció a los congregados: ¡Este lugar, después de que nos vayamos, désele a Inanna como dote, sea mi presente para Inanna la nave celeste en la cual hemos inspeccionado la Tierra! Con regocijo, Inanna se puso a bailar y a cantar, sus alabanzas a Anu se
llegarían a cantar como himnos con el paso del tiempo. Después, despidiéndose de los Anunnaki, Anu y Antu partieron hacia las
tierras de más allá de los océanos;
Enlil y Enki, Ninurta e Ishkur, fueron con ellos a la tierra dorada. Para impresionar a Anu, el rey, con las grandes riquezas de oro, Ninurta construyó para Anu y Antu una morada;
sus bloques de piedra, tallados a la perfección, estaban cubiertos por dentro de oro puro.
¡Un recinto dorado, con flores de cornalina tallada, esperaba a la pareja real!
A orillas de un gran lago de montaña se erigió la morada.


Se les mostró a los visitantes cómo se recogían las pepitas de oro;
¡Aquí hay oro suficiente para muchos Shars venideros!, dijo Anu satisfecho.
En un lugar cercano, Ninurta les mostró a Anu y a Antu un montículo artificial,
Ninurta explicaba cómo se había hecho un lugar para fundir y refínar metales.
Les mostró cómo se extraía un nuevo metal de las piedras: Anak, Anunnaki-hecho, lo llamó,
les mostró cómo, al combinarlo con el abundante cobre, había inventado un fuerte metal.
En el gran lago, desde cuyas costas llegan los metales, Anu y Antu navegaron;
el Lago de Anak lo llamó Anu, a partir de entonces fue su nombre.


Después, desde las tierras del norte, tierras donde se cazaban grandes bestias con cuernos,
vino Marduk ante su padre Enki y su abuelo Anu; Nabu, su hijo, estaba con él.
Cuando Enki preguntó por Sarpanit, Marduk les habló con pesar de su muerte.
¡Ahora, sólo Nabu queda conmigo!, dijo Marduk a su padre y a su abuelo.


Anu estrechó contra su pecho a Marduk: ¡Suficiente has sido castigado!, le dijo;
poniendo la mano derecha en la cabeza de Marduk, Anu bendijo a Marduk para ser perdonado.
Desde el lugar dorado, arriba en las montañas, todos los que se habían reunido fueron hasta la llanura de abajo.
Allí, extendiéndose hasta el horizonte, Ninurta había preparado un nuevo lugar para los carros.
El carro celestial de Anu y Antu estaba allí preparado, cargado hasta los topes de oro.
Cuando llegó la hora de partir, Anu dijo a sus hijos palabras de despedida y de guía:
¡Sea lo que sea lo que el Destino pretende de la Tierra y de los Terrestres,
dejad que así sea!


Si el Hombre, y no los Anunnaki, está destinado a heredar la Tierra, ayudemos al destino. Dadle el conocimiento a la Humanidad, enseñadles hasta cierta medida los
secretos del cielo y de la Tierra, 
enseñadles leyes de justicia y rectitud, ¡luego partid e iros! Estas instrucciones dio, fraternalmente, Anu a sus hijos. Una vez más se estrecharon, se abrazaron y se besaron, y desde el nuevo
lugar de los carros Anu y Antu partieron hacia Nibiru. El primero en romper el pesaroso silencio fue Marduk; sus palabras llevaban ira:
¿Qué es este nuevo Lugar de los Carros Celestiales?, exigió una explicación de los demás.
¿Qué ha ocurrido después de mi exilio sin mi conocimiento? Cuando Enki le habló a Marduk de las decisiones de las cuatro regiones, la furia de Marduk no conoció límites: ¿Por qué ha de tener Inanna, causante de la muerte de Dumuzi, su propia región? ¡Las decisiones han sido tomadas, no se pueden alterar! Así le dijo Enlil
a Marduk.


Volvieron al Edin y a las tierras adyacentes en naves celestes separadas;
Presintiendo problemas, Enlil dio instrucciones a Ishkur para que se quedara atrás, para vigilar el oro.
Para conmemorar la visita de Anu, se introdujo una nueva cuenta del paso
del tiempo: por años de la Tierra, no por Shars de Nibiru, para contar lo que sucediera
en la Tierra.


En la Era del Toro, dedicada a Enlil, comenzó la cuenta de años de la Tierra.
Cuando los líderes regresaron al Edin, el lugar de la primera región civilizada,
los Anunnaki les enseñaron a los Terrestres cómo hacer ladrillos con el
barro, para con ellos construir ciudades. Pero donde una vez sólo se habían levantado las ciudades de los Anunnaki,
se levantaron ahora ciudades tanto para ellos como para los Terrestres, en las nuevas ciudades se consagraron recintos sagrados para los grandes Anunnaki,
en ellas, se les proporcionó a los Anunnaki nobles moradas, a las que la
Humanidad llamó Templos;
en ellos, se servía y se daba culto a los Anunnaki como Señores Nobles, se les honraba con rango-números, la línea sucesoria a la Humanidad
hicieron saber:
Anu, el celestial, tenía el rango de sesenta, a Enlil se le dio el rango de cincuenta,
a Ninurta, su hijo principal, Enlil le concedió el mismo rango. El siguiente en la sucesión era el señor Enki, sostenía el rango de cuarenta; a Nannar, el hijo de Enlil y Ninlil, se le asignó el rango de treinta. A su hijo y sucesor, Utu, le tocó el rango de veinte; al resto de los hijos de los líderes Anunnaki se les concedió el rango-número de diez. Los rangos de los cincos se compartieron entre las mujeres Anunnaki y las
esposas.


Después de que se terminaran Eridú y Nibru-ki y sus morada-templos, se construyó en Lagash el recinto del Girsu para Ninurta, allí se guardaba
su Pájaro-celeste Negro. Eninnu, Casa de Cincuenta, se le puso por nombre a la morada-templo de
Ninurta y Bau, su esposa; El Cazador Supremo y el Golpeador Supremo, armas que le regalara Anu,
protegían el Eninnu. Donde había estado Sippar antes del Diluvio, encima del suelo-barro, Utu
fundó una nueva Sippar. En el Ebabbar, la Casa Brillante, se levantó una morada para Utu y su
esposa Aya;
desde allí, Utu promulgó leyes de justicia para la Humanidad. Donde a causa del lodo-cieno no se pudieron seguir los planos de antaño,
se eligieron nuevos emplazamientos. Adab, un emplazamiento no distante de Shurubak, se convirtió en el nuevo
centro de Ninharsag. Allí, su morada-templo recibió el nombre de la Casa del Socorro y del
Conocimiento Sanador;
en su santuario guardó Ninharsag los MEs de cómo se había creado a los Terrestres.
A Nannar se le proporcionó una ciudad con rectas calles, canales y muelles; Urim era su nombre,
a su morada-templo se le llamó Casa de la Simiente del Trono, reflejaba los rayos de la Luna sobre sus tierras.


Ishkur volvió a las tierras montañosas del norte, su morada se llamó la Casa de las Siete Tormentas;
Inanna residió en Unug-ki, vivía en la morada que Anu le había regalado.
Marduk y Nabu vivieron en Eridú, en el Edin no tenían sus propias moradas.
Viene ahora el relato de la primera Ciudad de los Hombres y de la realeza
en la Tierra, y de cómo Marduk tramó construir una torre y de donde Inanna robó los
MEs.
En la Primera Región, en las tierras del Edin y en las ciudades con recintos, sus señores Anunnaki enseñaban trabajos y oficios a los Terrestres. No mucho después se irrigaron los campos, pronto las embarcaciones
navegaron por canales y ríos;
rediles y graneros estaban rebosantes, la prosperidad henchía la tierra. Ki-Engi, Tierra de los Nobles Vigilantes, se llamó a la Primera Región. Después, se decidió dejar que las gentes de cabeza negra tuviera una ciudad para ellos mismos;
Kishi, Ciudad Cetro, se llamó, en Kishi comenzó la realeza del Hombre. Allí, en terreno consagrado, Anu y Enlil implantaron el Objeto Brillante
Celestial.


En él, Ninurta designó al primer rey, Hombre Poderoso fue su título real. Para hacerlo centro de la Humanidad Civilizada, Ninurta viajó a Eridú para obtener de Enki las tablillas ME que conservaban las fórmulas divinas para la realeza. Con el atuendo adecuado, Ninurta entró en Eridú con respeto, preguntó por
los ME de la realeza:
Enki, el señor que salvaguarda todos los MEs, concedió a Ninurta cincuenta MEs. En Kishi, se les enseñó a las gentes de cabeza negra a calcular con números,
La celestial Nisaba les enseñó a escribir, la celestial Ninkashi les mostró cómo hacer cerveza.
En Kishi, dirigidos por Ninurta, proliferó el trabajo del horno y la herrería carretas con ruedas, tirados por asnos machos, se crearon hábilmente en Kishi.


En Kishi se promulgaron leyes de justicia y de recta conducta.
Fue en Kishi donde el pueblo compuso himnos de alabanza a Ninurta:
de sus heroicas hazañas y victorias cantaban, de su terrorífico Pájaro Negro cantaban,
de cómo había sometido a los bisontes en tierras lejanas, cómo había encontrado el metal blanco para mezclarlo con el cobre.
Fue un tiempo glorioso para Ninurta, con la Constelación del Arquero se le honró.
Mientras tanto, Inanna esperaba su señorío en la Tercera Región, Mientras tanto, exigía de los líderes sus dominios.


¡La Tercera Región vendrá después de la segunda!, le aseguraban los líderes.
Después de ver cómo Ninurta había ido a Eridú, cómo había obtenido el ME de la realeza,
Inanna urdió un plan en su corazón, tramó la obtención del ME de Enki.
Envió a su doncella de cámara Ninshubur a Eridú, para anunciar una visita de Inanna.
Al oír esto, Enki dio rápidamente instrucciones a Isimud, su mayordomo: La doncella, completamente sola, dirige sus pasos hasta mi ciudad de Eridú, Cuando llegue, completamente sola, hazla entrar en mis cámaras interiores.
Ponle agua fría para que refresque su corazón, dale pasteles de cebada con mantequilla,
¡prepara vino dulce, llena vasijas de cerveza hasta el borde!
Cuando Inanna entró sola en la morada de Enki, Isimud siguió las órdenes de Enki;
después, cuando Enki recibió a Inanna, se vio abrumado por la belleza de Inanna:
Inanna iba engalanada con joyas, a través de su fino vestido se revelaba su
cuerpo;
Cuando se inclinaba, Enki admiraba completamente su vulva.


Bebieron vino dulce de las copas de vino, compitieron en beber cerveza. ¡Enséñame los MEs!, le dijo Inanna a Enki jugueteando, ¡Deja que sostenga un ME en mi mano! Siete veces en el transcurso de la competición Enki le dejó sostener MEs
a Inanna,
las fórmulas divinas del señorío y la realeza, del sacerdocio y la escribanía, Enki le dejó sostener a Inanna los MEs del atuendo amoroso y de la guerra; de la música y el canto, del trabajo de la madera, los metales y las piedras
preciosas, los noventa y cuatro MEs necesarios para los reinos civilizados le dio Enki
a Inanna. Sujetando con fuerza sus premios, Inanna se escabulló del adormilado
Enki; se apresuró en llegar a su Barco del Cielo, dio instrucciones de elevarse
y alejarse a su piloto. Cuando Isimud despertó a Enki de su sueño, ¡Prende a Inanna!, le dijo
a Isimud. Cuando Enki oyó de Isimud que Inanna ya había partido en su Barco del
Cielo,
dio instrucciones a Isimud para que persiguiera a Inanna en la nave celeste de Enki. ¡Tienes que recuperar todos los MEs!, le dijo.


Isimud interceptó el Barco del Cielo de Inanna en las cercanías de Unug-ki,
la hizo volver a Eridú y enfrentarse a la ira de Enki.
Pero cuando Inanna fue llevada de vuelta a Eridú, los MEs no estaban con
ella: se los había dado a su doncella de cámara, Ninshubur, a la Casa de Anu en
Unug-ki se los había llevado Ninshubur. ¡En nombre de mi poder, en nombre de mi padre Anu, te ordeno que me
devuelvas los MEs!


Así le habló Enki, enfurecido, a Inanna; en su morada la tuvo cautiva. Cuando oyó esto, Enlil fue a Eridú a enfrentarse con su hermano. ¡En justicia he obtenido los MEs, el mismo Enki los puso en mis manos! Así le dijo Inanna a Enlil; verdad que Enki admitió sumisamente. ¡Cuando llegue a su fin el tiempo de Kishi, la realeza pasará a Unug-ki-» declaró Enlil.


Cuando Marduk oyó todo esto, se enfureció enormemente, su ira no conoció límites.
¡Suficiente ha sido mi humillación!, le gritó Marduk a su padre Enki.
Inmediatamente, exigió de Enlil una ciudad sagrada para sí mismo en el Edin.
Pero Enlil no tuvo en cuenta la petición de Marduk, y Marduk tomó en sus propias manos el hado.
Consideró un lugar que había sido seleccionado para la llegada de Anu, antes de que se decidieran por Unug-ki,
llamó a Nabu, a los Igigi y a sus descendientes desde sus tierras dispersas, ¡para fundar una ciudad sagrada para Marduk, un lugar para naves celestes!


Cuando sus seguidores reunidos en el lugar no encontraron piedras con las que construir,
Marduk les mostró cómo hacer ladrillos y cocerlos al fuego, para que sirvieran como piedras;
con todo esto, empezaron a construir una torre cuya cima pudiera alcanzar los cielos.
Enlil se apresuró en ir al lugar para frustrar el plan, intentó aplacar a Marduk con palabras de calma;
pero no consiguió detener a Marduk y a Nabu en su empresa.
Enlil reunió a sus hijos y nietos en Nibru-ki; consideraron todos qué podían hacer.
¡Marduk está construyendo un Pórtico al Cielo no permitido, se lo está confiando a los Terrestres!
Así dijo Enlil a sus hijos y nietos.


¡Si permitimos que esto ocurra, nada de cuanto se proponga la Humanidad dejará de alcanzarlo!
¡Hay que detener este malvado plan!, dijo Ninurta; todos coincidieron en ello.
Era de noche cuando, desde Nibru-ki, llegaron los Anunnaki enlilitas,
desde sus naves celestes dejaron caer sobre la torre en construcción fuego y azufre;
a la torre y a todo el campamento dieron fin por completo. Entonces, Enlil decidió dispersar al líder y a sus seguidores, Enlil decretó confundir sus consejos en lo sucesivo, destruir su unidad:
Hasta ahora, todos los Terrestres tenían un solo lenguaje, en una única lengua hablan.
¡En lo sucesivo confundiré su lenguaje, para que no se comprendan entre sí!


Todo esto sucedió en el año trescientos diez desde que comenzara la cuenta de los años de la Tierra:
en cada región y en cada tierra hizo hablar a la gente en lenguas diferentes,
después le dio a cada pueblo una forma diferente de escritura, para que no se pudieran comprender unos a otros.


Veintitrés reyes reinaron en Kishi, durante cuatrocientos ocho años fue la Ciudad del Cetro;
también fue en Kishi que un amado rey, Etana, fue llevado a un viaje
celestial.
¡Que en el tiempo asignado se transfiera la realeza a Unug-ki! Así lo decretó Enlil.
Hasta su suelo se transfirió el Objeto Brillante Celestial desde Kishi. Cuando se le anunció al pueblo la decisión, le cantaron a Inanna un himno
de exaltación:
Dama de los MEs, Reina, brillante resplandeciente, justa, vestida radiante, amada del cielo y la Tierra; por el amor de Anu consagrada, portadora de grandes adoraciones, siete veces obtuvo los MEs, en su mano los sostiene. Destinados para la tiara de la realeza, adecuados para el sumo sacerdocio, ¡Dama de los grandes MEs, de ellos es la guardiana! En el año cuatrocientos nueve desde que comenzara la cuenta de los años
de la Tierra,
se transfirió a Unug-ki la realeza de la Pimera Región; ¡su primer rey fue el sumo sacerdote de la morada-templo del Eanna, hijo
de Utu era!


En cuanto a Marduk, se fue a la Tierra de los Dos Estrechos, esperaba ser el señor de la Segunda Región, una vez se estableciera.
Viene ahora el relato de cómo se establecieron la Segunda y la Tercera Regiones,
y de cómo Ningishzidda fue exiliado y Unug-ki amenazó a Aratta. 
Cuando Marduk, tras una larga ausencia, volvió a la Tierra de los Dos Estrechos,
encontró allí a Ningishzidda como su señor, su Noble Señor era Ningishzidda.
Ningishzidda supervisaba las tierras con la ayuda de los descendientes de los Anunnaki que se habían casado con Terrestres,
lo que una vez Marduk había planeado e instruido, Ningishzidda lo había revocado.
¿Qué es lo que ha pasado?, exigió saber Marduk.


Marduk acusó a Ningishzidda de la destrucción de lo oculto,
de hacer partir a Horon a un lugar desierto, un lugar que no tiene agua,
¡un lugar sin límites donde no disfrutaba de placeres sexuales!
Los dos hermanos montaron un alboroto, se embarcaron en una amarga disputa.
¡Presta atención, aquí estoy en mi propio lugar!, le dijo Marduk a Ningishzidda.
Tú me has quitado mi sitio; de ahora en adelante, sólo serás un ayudante mío.
¡Pero si te sientes inclinado hacia la rebelión, a otra tierra tendrás que largarte!
Durante trescientos cincuenta años de la Tierra, estuvieron peleando los hermanos en la Tierra de los Dos Estrechos,
Durante trescientos cincuenta años, estuvo la tierra en el caos, hubo diferencias entre los hermanos;
Entonces, Enki, el padre de ambos, le dijo a Ningishzidda: ¡Por el bien de la paz, parte a otras tierras!
Ningishzidda optó por ir a una tierra de más allá de los océanos, con un
grupo de seguidores se fue allí.


Seiscientos cincuenta años de la Tierra era en ese momento la cuenta, pero en los nuevos dominios, donde a Ningishzidda se le llamó la
Serpiente Alada, comenzó una nueva cuenta propia.
En la Tierra de los Dos Estrechos se estableció la Segunda Región bajo el señorío de Marduk;
en los anales de la Primera Región se le llamó Magan, Tierra del Río de las Cascadas.
Pero, para la gente de la Segunda Región, cuando las lenguas se confundieron,
se le llamó a partir de entonces Hem-Ta, la Tierra Marrón Oscura. En la nueva lengua se les llamó a los Anunnaki Neteru, los Vigilantes
Guardianes. Marduk fue adorado como Ra, el Brillante; a Enki se le veneró como Ptah,
el Constructor.


A Ningishzidda se le renombró como Tehuti, el Medidor Divino; para borrar su memoria, Ra sustituyó su imagen en el León de Piedra por
la de su hijo Asar. Ra hizo que el pueblo contara por dieces, no por sesenta; también dividió
el año en dieces,
sustituyó la observación de la Luna por la observación del Sol. Mientras bajo el señorío de Tehuti se reestablecieron las antiguas Ciudad
del Norte y Ciudad del Sur, Marduk/Ra unió en una sola Ciudad de la Corona las dos tierras, la del
Norte y la del Sur. Un rey, un descendiente de Neteru y Terrestre, designó allí; Mena fue su
nombre. Donde las dos tierras se encuentran y el gran río divide, Ra fundó una
Ciudad del Cetro. Le dio esplendor para sobrepasar a Kishi, en la Primera Región, se le llamó
Mena-Nefer, la Belleza de Mena.

 

Para honrar a sus mayores, Ra construyó una ciudad sagrada, para honrar
al rey de Nibiru la llamó Annu;
allí, sobre una plataforma, erigió una morada-templo para su padre Enki-Ptah, su ápice, dentro de una alta torre, salía hacia el cielo como un cohete afilado. En su santuario, Ra depositó la parte superior de su Barcaza Celestial, se
le llamó Ben-Ben; era aquélla en la cual había viajado desde el Planeta de los Innumerables
Años. En el día de Año Nuevo, el rey realizaba las ceremonias como Sumo
Sacerdote, únicamente en ese día, entraba solo en la profunda Sala de la Estrella, ante
el Ben-Ben ponía las ofrendas. Para beneficiar a la Segunda Región, Ptah le dio a Ra todo tipo de MEs.
¿Qué sé yo que tú no sepas?, le preguntó el padre a su hijo. Le dio a Ra todo tipo de conocimientos, salvo el de revivir a los muertos. Como un Grande de los Doce Celestiales, Ptah le asignó a Ra la constelación del signo del Carnero.


Ptah reguló el flujo del agua del Hapi, el gran río del país, para Ra y su pueblo,
no tardó en llegar la abundancia a los fértiles suelos, hombres y ganados se multiplicaron.
Los líderes se animaron con el éxito de la Segunda Región; procedieron a establecer la Tercera Región.
Decretaron hacerla dominio de Inanna, tal como se le había prometido.


Como corresponde a la señora de una región, se le asignó una constelación celestial:
previamente, junto con su hermano Utu, compartía la Estación de los Gemelos,
a partir de entonces, como regalo de Ninharsag, su propia Constelación de la Doncella se le asignó a Inanna;
en el año ochocientos sesenta, según la cuenta de los años de la Tierra, se honró así a Inanna.
Lejos, en las tierras orientales, más allá de las siete cadenas montañosas, estaba la Tercera Región;
Zamush, Tierra de las Sesenta Piedras Preciosas, se le llamó a su reino de las tierras altas.
Aratta, el Reino Arbolado, estaba ubicado en el valle de un gran río sinuoso; en la gran llanura, la gente cultivaba cereales y pastoreaba el ganado.


También se construyeron dos ciudades con ladrillos de barro, las llenaron de graneros.
Como exigía el decreto de Enlil, el Señor Enki, Señor de la Sabiduría,
diseñó una nueva lengua para la Tercera Región, un nuevo tipo de signos de escritura elaboró para ella,
en su sabiduría, Enki creó para Aratta una lengua de hombre hasta entonces desconocida;
pero Enki no dio los MEs de los reinos civilizados a la Tercera Región: ¡Que Inanna comparta con la nueva región lo que obtuvo para Unug-ki!, declaró Enki.


En Aratta, Inanna designó un pastor-jefe, era parecido a su amado Dumuzi.
Inanna viajaba en su nave celeste de Unug-ki a Aratta, volaba sobre montañas y valles.
Tenía en mucha estima las piedras preciosas de Zamush, llevaba con ella lapislázuli puro hasta Unug-ki.
En aquel tiempo, el rey en Unug-ki era Enmerkar, era el segundo en reinar allí;
fue él el que expandió las fronteras de Unug-ki, por sus glorias se exaltó
a Inanna.


Fue él el que codiciaba la riqueza de Aratta, tramó conseguir la supremacía sobre Aratta. Enmerkar despachó hacia Aratta a un emisario para exigir las riquezas de
Aratta como tributo. Sobre las siete cadenas montañosas, cruzando tierra resecas y, después,
empapado por las lluvias, el emisario fue hasta Aratta, le repitió palabra por palabra al rey de Aratta las exigentes palabras de
Enmerkar. El rey de Aratta era incapaz de entender su lengua; le sonaba igual que el
rebuzno de un burro.


El rey de Aratta le dio al emisario un cetro de madera en el que había inscrito un mensaje.
El mensaje del rey pedía que Unug-ki compartiera con Aratta los MEs, como regalo real para Unug-ki se cargaron muchos burros con cereales,
fueron con el emisario hasta Unug-ki. Cuando Enmerkar recibió el cetro inscrito, nadie comprendió su mensaje
en Unug-ki.


Lo llevó de la luz a la sombra, lo llevó de la sombra a la luz; ¿Qué clase de madera es ésta?, preguntó. Después, ordenó que la plantaran en el jardín. Pasaron cinco años, pasaron diez años, del cetro creció un árbol, era un
árbol de sombra.
¿Qué hago?, le preguntó el frustrado Enmerkar a su abuelo Utu. Utu intercedió con la celestial Nisaba, señora de los escribas y de la escritura.
Nisaba enseñó a Enmerkar a inscribir su mensaje en una tablilla de arcilla, era en la lengua de Aratta;
El mensaje se entregó por mano de su hijo Banda: ¡Sumisión o guerra!, decía.


¡Inanna no abandonó Aratta, Aratta no se someterá a Unug-ki!, dijo el rey de Aratta.
¡Si Unug-ki desea la guerra, que se encuentren un guerrero y un guerrero! ¡Mejor aún, intercambiemos tesoros pacíficamente; que Unug-ki dé sus MEs a cambio de las riquezas de Aratta!
En el camino de vuelta, portando el mensaje de paz, Banda cayó enfermo; su espíritu le dejó.


Sus camaradas le levantaron el cuello, estaba sin aliento de vida;
en el Monte Hurum, en el camino de Aratta, Banda fue abandonado a su muerte,
Unug-ki no recibió las riquezas de Aratta, Aratta no obtuvo los MEs de Unug-ki;
en la Tercera Región, la Humanidad Civilizada no floreció del todo.

 

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