El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso
sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un
peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción
primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se
manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima
expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la
ansiedad.
Existe miedo real cuando la dimensión del miedo está en
correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando
la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro.
Ambos, miedo real y miedo neurótico, fueron términos definidos por Sigmund
Freud en su teoría del miedo. En la actualidad existen dos conceptos diferentes
sobre el miedo, que corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que
tenemos: el conductismo y la psicología profunda. Según el concepto conductista
el miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es
completamente distinto. En este caso, el miedo existente corresponde a un
conflicto básico inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.
Desde el punto de vista biológico, el miedo es un esquema
adaptativo, y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido
para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y
eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su
especie.
Desde el punto de vista neurológico es una forma común de
organización del cerebro primario de los seres vivos, y esencialmente consiste
en la activación de la amígdala, situada en el lóbulo temporal.
Desde el punto de vista psicológico, es un estado afectivo,
emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que
provoca angustia y ansiedad en la persona, ya que la persona puede sentir miedo
sin que parezca existir un motivo claro.
Desde el punto de vista social y cultural, el miedo puede
formar parte del carácter de la persona o de la organización social. Se puede
por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a
no temerlos, se relaciona de manera compleja con otros sentimientos (miedo al
miedo, miedo al amor, miedo a la muerte, miedo al ridículo) y guarda estrecha
relación con los distintos elementos de la cultura.
Desde el punto de vista evolutivo el miedo es un complemento
y una extensión de la función del dolor. El miedo nos alerta de peligros que no
nos han ocasionado algún dolor, sino más bien una amenaza a la salud o a la
supervivencia. Del mismo modo en que el dolor aparece cuando algo nocivo ataca
nuestro cuerpo el miedo aparece en medio de una situación en la que se corre
peligro.
Para algunos, el miedo en el ser humano no guarda ninguna
relación fisiológica (como reacción de alerta), sino que es un producto de la
conciencia, que expande nuestro nivel de conocimiento.
El mecanismo que desata el miedo se encuentra, tanto en
personas como en animales, en el cerebro, concretamente en el cerebro
reptiliano, que se encarga de regular acciones esenciales para la supervivencia
como comer y respirar, y en el sistema límbico,1 que es el encargado de regular
las emociones, la lucha, la huida, la evitación del dolor y en general todas
las funciones de conservación del individuo y de la especie. Este sistema
revisa de manera constante (incluso durante el sueño) toda la información que
se recibe a través de los sentidos, y lo hace mediante la estructura llamada
amígdala cerebral, que controla las emociones básicas, como el miedo y el
afecto, y se encarga de localizar la fuente del peligro. Cuando la amígdala se
activa se desencadena la sensación de miedo y ansiedad, y su respuesta puede
ser la huida, el enfrentamiento o la paralización. Se ha encontrado que la
sensación de miedo está mediada por la actuación de la hormona antidiurética (o
"vasopresina") en la amígdala cerebral y que la del afecto lo está
por la de la hormona oxitocina, también en la amígdala.[cita requerida] Está en
estudio un antagonista selectivo de la vasopresina, el compuesto SSR149415, que
bloquea la sensación de miedo "social" -miedo hacia otros animales de
la misma especie- pero no otros tipos de miedo; los fármacos que bloquean el
miedo social por antagonismo de la vasopresina es posible que nunca se
comercialicen dadas las funciones, biológicas y de otros tipos, que tiene tal
tipo de miedo en el funcionamiento de las sociedades animales incluida la humana
(es de destacar que el etanol inhibe la producción de vasopresina); estudios
con resonancia magnética de la amígdala cerebral están encontrando datos que
indican que los llamados "psicópatas sociales" sufren atrofia de las
amigdalas cerebrales lo que les provocaría la pérdida del miedo social y del
afecto que les caracteriza. Es interesante señalar que el miedo al daño físico
provoca la misma reacción que el temor a un dolor psíquico.
La extirpación de la amígdala parece eliminar el miedo en
animales, pero tal cosa no sucede en humanos (que a lo sumo cambian su
personalidad y se hacen más calmados), en los que el mecanismo del miedo y la
agresividad es más complejo e interactúa con la corteza cerebral y otras partes
del sistema límbico.
El miedo produce cambios fisiológicos inmediatos: se
incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en
sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. El sistema
inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye
a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en
preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para
llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina). También se producen
importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la
visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente
se arruga y los labios se estiran horizontalmente.
Como el sistema límbico fija su atención en el objeto
amenazante, los lóbulos frontales (encargados de cambiar la atención consciente
de una cosa a otra) se desactivan parcialmente. Durante un ataque de pánico2 la
atención consciente queda fijada en el peligro, y si los síntomas fisiológicos
como el ritmo cardíaco o la presión sanguínea son interpretados por el sujeto
como una confirmación de la realidad de la amenaza se produce una
retroalimentación del miedo, que impide una ponderación del auténtico riesgo.
Esto sucede, especialmente, en el caso de las fobias: la atención del fóbico es
incapaz de prestar atención a otra cosa y magnifica el peligro ante la
incomprensión de los presentes. La consolidación en la memoria de un episodio
de miedo intenso (o de un trauma) no es inmediata. Según los investigadores Min
Zhuo, Bao Ming Li y Bong Kiun Kaang3 la activación de los receptores NMDA (que
son las moléculas que reciben las señales bioquímicas que provocan un efecto
fisiológico concreto) provoca que en esos receptores se produzca una huella en
las células cerebrales. En concreto, sería la subunidad molecular llamada NR2B
la que serviría de marca de memoria. En experimentos realizados con ratones, el
bloqueo de la NR2B en la corteza prefrontal produjo la desaparición de la
reacción a un miedo previamente experimentado.
Otro estudio sobre lo que provoca miedo en una persona;
realizado por un equipo de investigadores alemanes de la Clínica Universitaria
Charité de Berlín, y conducido por el psiquiatra Andreas Heinz demostró la
relación entre la dopamina y la sensación de miedo.
Este estudio arrojo que la dopamina, una sustancia
neurotransmisora, estimula o frena la actividad de las células nerviosas en el
cerebro. En este estudio se encontró que poca dopamina en algunas áreas del
cerebro provoca la interrupción o trasformación de la comunicación entre las
células nerviosas. Las personas con una elevada concentración de dopamina en la
amígdala cerebral (Corpus amygdaloideum), área en el cerebro que participa en
el procesamiento emocional, reaccionaron con más miedo y estrés que aquellas
personas con una menor concentración de dicha sustancia.
Además se concluyó que hay otro factor que influye en las
sensaciones de miedo; este es la comunicación existente entre la amígdala
cerebral y el cíngulo anterior, otra región cerebral. Ambas están
interconectadas a través de fibras nerviosas. Estas regiones se comunican
cuando la persona percibe algo negativo. Cuanta más comunicación hay entre
ambas regiones, menos miedo sentían las personas afectadas; en cambio personas
con poca o pobre comunicación sienten más miedo.
Se ha demostrado que a través de la psicoterapia se puede
promover la comunicación de la amígdala cerebral y el cíngulo anterior, por lo
que las personas afectada podrían aprender a actuar con menos miedo y a tener
una mayor seguridad en sí mismas.
En la medida en que el miedo puede restar autonomía
decisoria al sujeto llega a ser un eximente de responsabilidad. El derecho
romano estableció en el 79 a. C. (mediante una innovación jurídica introducida
por un pretor llamado Octavius) la acción "metus causa" (por causa
del miedo) como eximente de responsabilidad.4 En las siete partidas (Part. 7
tit 3.3.l.7) se establece en el derecho castellano la invalidez de pleitos o
declaraciones realizados bajo miedo, y el derecho actual determina que el miedo
es causa eximente de responsabilidad criminal.
Lo mismo ocurre en el derecho civil y en el canónico
católico, en los que el defecto del consentimiento por miedo es, por ejemplo,
causa de nulidad matrimonial.7
Según el diccionario de la Real Academia Española (DRAE)8 el
miedo es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o
imaginario”. El vocablo procede del latín metus, que tiene significado análogo.
Como todas las emociones admite graduación, y así el diccionario ideológico de
Julio Casares establece algunos términos asociados, como temor, recelo,
aprensión, canguelo, espanto, pavor, terror, horror, fobia, susto, alarma,
peligro o pánico.9
Uno de los primeros testimonios del uso de esta palabra en
castellano escrito, según el diccionario de autoridades se encuentra en la obra
legislativa conocida como las Siete Partidas (Part. 7 tit 3.3.l.7):
José Antonio Marina y Marisa López Penas, en su Diccionario
de los sentimientos, analizan las relaciones que se pueden establecer entre
distintos vocablos de un mismo campo semántico emocional, lo que nos permite
conocer su matización y su gradación. Riesgo (resecare, romper un risco el
casco de una embarcación), y peligro (de la raíz indoeuropea per-, ir hacia
delante, penetrar en algún sitio) son palabras relacionadas con el miedo. Temor
es el miedo a algo que se piensa que ya ha sucedido, y aprensión es la aversión
a tocar algo. Canguelo (miedo breve) procede del caló y significa
originariamente apestar, y se relaciona con el aflojamiento de esfínteres que
produce el miedo.11 La gradación del miedo en la lengua castellana, según estos
autores, comienza con el miedo intensivo, el terror y el pavor (este último del
indoeuropeo peu-, golpear, de donde proceden también pavura y espanto). El
pánico es el miedo sin fundamento, colectivo y descontrolado (palabra derivada
del nombre del dios Pan, y se refiere al miedo a los ruidos perturbadores de la
naturaleza). Existe también un miedo breve y súbito, procedente de una causa
pequeña, el susto (procedente del portugués), y también la alarma (que
significa, etimológicamente, "a las armas").
La lingüística comparada permite reconocer las diferencias
de vocabulario emocional entre culturas. En francés, peur es la inquietud por
la presencia de un peligro, crainte es un peur fuerte, terreur es crainte
grande y profundo, panique es terreur súbito y sin fundamento, épouvante es un
terreur grande, frayeur es un épouvante causado por la imagen del mal… effroi
es un frayeur grande…
En inglés es también abundante la variedad de términos para
describir el miedo: worry (preocupación), anxiety (ansiedad), terror (terror),
fright (espanto o susto), paranoia (paranoia), horror (horror) , panic (pánico
individual o colectivo), persecution complex (manía persecutoria) o dread
(pavor). La phobia es paranoia extrema, y la distrust (desconfianza) es el
miedo interpersonal. El terror (terror) se refiere a un estado pronunciado de
miedo posterior al estado de horror ante un peligro inmediato, y que puede
provocar acciones atípicas e irracionales en quien lo siente.
En alemán se emplean las palabras Furcht (miedo), Sorge
(preocupación), Bammel (ponerse nervioso). El término quizá más empleado, Angst
(miedo o ansiedad), de ocho siglos de antigüedad, proviene de la raíz
indogermánica anghu- (restricción), y evolucionó en la palabra del antiguo alto
alemán angust, que conservó el significado de restricción, al igual que la
palabra latina angustia, con el mismo origen etimológico. La palabra Angst se extendió
al inglés angst, donde se emplea con el significado de miedo existencial o para
referirse a una ansiendad intensa en lugar de la palabra anxiety, y se emplea
por ejemplo en la expresión angst-ridden (estar dominado por el miedo). El
término fue probablemente importado al inglés por George Eliot en 1849.
La escasa variación de significados entre lenguas cercanas
indica que el miedo es un sentimiento universal. Pero la antropología y la
sociología muestran que el miedo tiene una modulación cultural, lo que se
analizará en otro apartado de este artículo.
Catherine Lutz13 ha estudiado la variabilidad cultural del
miedo. Según sus averiguaciones, la comunidad ifaluk considera positiva la
cobardía, y por tanto para ellos es bueno confesar el miedo pues es prueba de
ser persona inofensiva y temerosa de las leyes del grupo.
Joanna Bourke, autora de Fear: a Cultural History (El miedo:
una historia cultural) revela que el miedo, como un sentimiento colectivo e
individual, varía con las épocas y los contextos históricos.
Durante el siglo XIX, los temores relacionados con la muerte
inminente estaban estrechamente vinculados a los miedos acerca de cualquier
tipo de vida después de la muerte eventual así como relacionada con la inquietud
sobre el diagnóstico correcto del deceso (o dicho de otra manera: que condujera
a un entierro prematuro). En nuestro tiempo, por el contrario, tendemos a
preocuparnos mucho más sobre el hecho que nos obliguen a permanecer vivos más
de lo debido (denegándonos la oportunidad de ´morir con dignidad´). Es el
personal médico, en vez de los clérigos, el que preside cada vez más sobre el
terror a la muerte. Los debates actuales sobre la eutanasia y la muerte
asistida están relacionados con estos cambios
Esta investigadora sostiene que el principal transmisor
actual del miedo son los medios de comunicación de masas, pero en todo caso se
precisa de la credulidad de la sociedad para que el pánico estalle. Tras
estudiar los archivos históricos, la autora muestra cómo entre 1947 y 1954
estalló un pánico colectivo ante el abuso sexual de niños,15 pese a que los
periódicos llevaban años publicando ese tipo de noticias. Otro caso estudiado
por la autora es el pánico colectivo desatado por la retransmisión de La guerra
de los mundos por Orson Welles en 1938, cuando una ficción radiada sobre un
ataque alienígena a la tierra desató la alarma entre los estadounidenses. La
autora recuerda que el precedente de ese experimento (una emisión equivalente
de la BBC realizada por Ronald Knox en 1926, con idénticos resultados de miedo
colectivo en el Reino Unido) fue olvidado, tal vez por un posterior sentimiento
de vergüenza colectiva:
…la ola de pánico que Welles causó a través de la radio ha
eclipsado la que ocasionó Knox. Después de todo, más de un millón de
estadounidenses se vieron afectados durante la última ola de pánico (muchos más
que en 1926). De todas formas, existía además otra razón: en 1926, había un
palpable sentimiento de vergüenza: todos querían olvidarse del hecho tan pronto
como fuera posible. En Estados Unidos, por el contrario, aunque se pudiera
hablar sobre la vergüenza, otros grupos dentro de la sociedad se sirvieron en
muchos sentidos del pánico para reafirmar su propio estatus (superior). Los
sociólogos se vieron involucrados, preparando elaboradas teorías sobre la
psicología de multitudes. Se dio una profesionalización del pánico en 1938 que
no existía en 1926.
La profesionalización de los provocadores del miedo es así
una característica de nuestra época, según Joanna Bourke: a pesar de que sólo
diecisiete personas perdieran la vida a causa de actos terroristas en Estados
Unidos entre 1980 y 1985, el periódico New York Times publicó un promedio de
cuatro artículos sobre el terrorismo en cada edición. Entre 1989 y 1992, sólo
treinta y cuatro estadounidenses murieron como consecuencia de actos
terroristas en el mundo, pero más de 1300 libros fueron catalogados bajo el
rubro de “Terroristas” o “Terrorismo” en las bibliotecas estadounidenses.
La autora concluye que el miedo es también un arma de
dominación política y de control social. Son diversos los autores que denuncian
el uso político del miedo como forma de control de la población, haciéndose
hincapié en la creación de falsos escenarios de inseguridad ciudadana.16
A lo largo de la historia ha habido todo tipo de movimientos
sociales y culturales fundamentados en el miedo a algo: el milenarismo, en
miedo al efecto 2000 o los movimientos apocalípticos. El miedo es también un
arma de guerra, empleada con asiduidad en la guerra moderna gracias al
desarrollo de la aviación17
La presencia del miedo en el arte es ubicua. Tal es así que
constituye un género narrativo por sí mismo (cuentos de miedo, novelas de
terror)18 ampliamente cultivado sobre todo a partir del siglo XIX por autores
de inspiración romántica como Poe, Howard Phillips Lovecraft o incluso Gustavo
Adolfo Bécquer. La literatura ha generado personajes específicos para retratar
el terror y el miedo, como Drácula o el monstruo de Frankenstein. Es también un
género cinematográfico (el cine de terror). La escultura occidental, especialmente
la medieval con sus interpretaciones del apocalipsis, ha elevado el miedo a
categoría de arte. La pintura, especialmente la contemporánea, ha retratado las
angustia del ser humano moderno. Un ejemplo conocido es el del pintor
expresionista Edvard Munch en su emblemático cuadro el grito,19 aunque los
ejemplos se podrían multiplicar a casi todas las épocas, como en el caso de El
Bosco, Brueghel o las obras de Piranesi.
El miedo es una característica inherente a la sociedad
humana: está en la base de su sistema educativo20 (que, como expuso de manera
radical Skinner, en buena medida se define por el esquema básico del premio y
del castigo) y es un pilar del proceso socializador.21 Buena parte del sistema
normativo se fundamente en el miedo, como muestra el Derecho Penal.
Desde el ámbito de la ciencia política y la filosofía el
miedo se ha identificado como una de las características de la sociedad
postmoderna. Ulrich Beck la denomina risikogesellschaft (sociedad del riesgo)
en la medida en que es ahora el momento en que por primera vez la especie
humana se enfrenta a la posibilidad de su propia destrucción y extinción.22
En los ámbitos castrenses, una buena parte del entrenamiento
del soldado y en especial de las fuerzas especiales está orientada al control
del miedo para de este modo formar soldados, oficiales y comandos seguros de si
mismos y autómatamente efectivos a la hora de actuar. Para ello se enfrentan a
los soldados a escenarios que causan pavor, como arrastrarse bajo alambre de
púas bajo el fuego de ametralladoras, explosiones, caminar sobre campos
minados, guerra de guerrillas, combate cuerpo a cuerpo etc.
El miedo a la
enfermedad, a la pobreza, a la guerra y a la muerte están presentes en la
iconografía apocalíptica tradicional.
La Tora hace mención al miedo en su primer libro Bereshit.
En concreto, el miedo se convierte en atributo humano por causa del plan
divino: “Y llamó Dios, el eterno, preguntándole: "¿donde estas?". Y
respondió: he oído tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estoy desnudo; por
eso, me escondí. (Bereshit, 3,9)
Antropológicamente hablando, el miedo se encuentra inserto
en los sistemas religiosos desde sus textos fundadores. Algunos especialistas
como M. Korstanje, quien ha estudiado ampliamente el fenómeno, sugiere que la
religión no es por si misma generadora de temores o angustias, pero si lo es el
discurso político al cual apelan para generar adoctrinamiento. Dependiendo de
las diferentes sociedades y sus coyunturas económicas, es decir, la forma en
que se organizan para circular bienes escasos, los miedos comienzan a actúar
como narrativas protectoras que a la vez prohíben ciertas prácticas, fomentan
otras. En la edad Media, por ejemplo, las brujas representaban una grave
afrenta para el orden patriarcal vigente, no por lo que hicieran sino por el
hecho que la mayoría de ellas eran mujeres viudas o solteras las cuales habían
heredado una gran fortuna o vivían en extrema pobreza. Su condena social
representaba una forma correctiva que el mismo sistema utilizaba para
establecer la hegemonía del orden económico patriarcal.24 25
Las religiones monoteístas evidencian un tipo de miedo
religioso, el temor de Dios y cada una, desde el judaísmo26 hasta el islam27
han desarrollado su particular teología al respecto. Es de destacar que ciertas
religiones recurren a adoctrinar en el periodo de aprendizaje infantil con
amenazas de sufrimiento infinito y eterno si no se cree en sus postulados y si
no se cumplen sus normas. Otras religiones, como el budismo, se fundamentan
directamente en la necesidad de evitar el dolor y el sufrimiento, y por tanto,
de manera indirecta, tienen una especial relación con el miedo.28
Referencias
1.↑
http://www.viam.com.mx/articulos/ansiedad/fisiologia-del-miedo.htm Estudio
sobre la fisiología del miedo.
2.↑ http://www.viam.com.mx/art-ataque%20panico.htm Dinámica
de un ataque de pánico.
3.↑ http://www.solociencia.com/medicina/05102410.htm Origen
bioquímico del miedo.
4.↑ http://webu2.upmf-grenoble.fr/Haiti/Cours/partie2a.html
En francés. Véase apartado "La Violence"
5.↑ http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.html
Texto íntegro del Código de Derecho Penal español
6.↑ Cerezo Mir, Curso de Derecho penal español, tomo III,
pág 139, Tecnos, ISBN 84-309-3714-5
7.↑
http://www.adalog.es/juegosjuridicos/documentos%5C1000447.doc
8.↑ «miedo», Diccionario de la lengua española (vigésima
segunda edición), Real Academia Española, 2001.
9.↑ Diccionario ideológico de la real Academia Española, Ed.
Gustavo Gili, 1997, p. 423.
10.↑
http://buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.2.0.0.0.
www.buscon.rae.es Academia de Autoridades, 1734
11.↑ J. A. Marina y M. L. Penas, Diccionario de los
sentimientos, pág 247, ed Anagrama, 1999.
12.↑ J. A. Marina y M. L. Penas, Diccionario de los
sentimientos, pág 248, ed Anagrama, 1999, citando a la Larousse.
13.↑ Catherine Lutz, Unnatural Emotions, The cultural
construction of danger, citado en J. A. Marina y M. L. Penas, Diccionario de
los sentimientos, pág 251, ed Anagrama, 1999.
14.↑
http://www.threemonkeysonline.com/es/article_historia_del_miedo.htm Entrevista
de Michael O-connor.
15.↑ http://www.threemonkeysonline.com/es/article3.php?id=49
Entrevista de Michael O-connor.
16.↑ http://www.iigov.org/ss/article.drt?edi=181898&art=184287
Artículo sobre seguridad ciudadana y miedo.
17.↑ Sven Linqvit. Historia de los bombardeos. Turner, 2002,
ISBN 84-7506-539-2.
18.↑
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/02104547/articulos/ALHI0505110013A.PDF
Estudio sobre el miedo en la literatura
19.↑ http://www.ucm.es/info/echi1/imagen/pint/gritomunch.htm
Una de las versiones de “El Grito” de Munch
20.↑
http://www.monografias.com/trabajos13/teapre/teapre2.shtml Teoría del
aprendizaje.
21.↑ Teoría de Psicología: Las Leyes del Psiquismo (texto
completo)
22.↑ http://www.infoamerica.org/teoria/beck1.htm Claves del
pensamiento de Ulrich Beck.
23.↑ Los cinco libros de Moisés. Tora con aftarot,
Hebreo-Español. Versión castellana conforme a la tradición Judía por Moisés
Katznelson. Pag.4 Editorial Sinai, Tel-Aviv, Israel. 2005
24.↑ Korstanje, Maximiliano. 2010. "El Miedo Político
en Robin y Foucault". Revista de Antropología Experimental. Tx 6, Volumen
10. Enero pp. 111-132. Universidad de Jaén, España
25.↑ Korstanje, M. (2011). "Rebelión, una aproximación
teórica". International Journal of Zizek Studies. Vol 5 (4): 1-43,
University of Leeds, UK
26.↑ http://serjudio.com/rap1501_1550/rap1515.htm Temor de
dios para el judaísmo
27.↑ http://www.itl.org.uk/es/print/fear.pdf Temor de dios
según el Islam
28.↑ http://www.tharpa-es.com/background/tratar-el-miedo.htm
El miedo, según el budismo
27.
http://www.nature.com/neuro/journal/v14/n5/full/nn.2808.html 28.
http://www.dw-world.de/dw/article/0,,3763021,00.html La dopamina en el cerebro
determina el miedo y la valenTIA
Enciclopedia Libre
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