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La mecánica cuántica (también conocida como la física
cuántica o la teoría cuántica) es una rama de la física que se ocupa de los
fenómenos físicos a escalas microscópicas, donde la acción es del orden de la
constante de Planck. Su aplicación ha hecho posible el descubrimiento y
desarrollo de muchas tecnologías, como por ejemplo los transistores,
componentes ampliamente utilizados en casi todos los aparatos que tengan alguna
parte funcional electrónica.
La mecánica cuántica describe, en su visión más ortodoxa,
cómo en cualquier sistema físico –y por tanto, en todo el universo– existe una
diversa multiplicidad de estados, los cuales habiendo sido descritos mediante
ecuaciones matemáticas por los físicos, son denominados estados cuánticos. De
esta forma la mecánica cuántica puede explicar la existencia del átomo y
desvelar los misterios de la estructura atómica, tal como hoy son entendidos;
fenómenos que no puede explicar debidamente la física clásica o más propiamente
la mecánica clásica.
De forma específica, se considera también mecánica cuántica,
a la parte de ella misma que no incorpora la relatividad en su formalismo, tan
sólo como añadido mediante la teoría de perturbaciones. La parte de la mecánica cuántica que sí
incorpora elementos relativistas de manera formal y con diversos problemas, es
la mecánica cuántica relativista o ya, de forma más exacta y potente, la teoría
cuántica de campos (que incluye a su vez a la electrodinámica cuántica, cromo
dinámica cuántica y teoría electro débil dentro del modelo estándar) y más
generalmente, la teoría cuántica de campos en espacio-tiempo curvo. La única
interacción que no se ha podido cuantificar ha sido la interacción
gravitatoria.
La mecánica cuántica es el fundamento de los estudios del
átomo, su núcleo y las partículas elementales (siendo necesario el enfoque
relativista). También en teoría de la información, criptografía y química.
Las técnicas derivadas de la aplicación de la mecánica
cuántica suponen, en mayor o menor medida, el 30 por ciento del PIB de los
Estados Unidos.
La mecánica cuántica es, cronológicamente, la última de las
grandes ramas de la física. Comienza a principios del siglo XX, en el momento
en que dos de las teorías que intentaban explicar ciertos fenómenos, la ley de
gravitación universal y la teoría electromagnética clásica, se volvían
insuficientes para esclarecerlos. La teoría electromagnética generaba un
problema cuando intentaba explicar la emisión de radiación de cualquier objeto
en equilibrio, llamada radiación térmica, que es la que proviene de la
vibración microscópica de las partículas que lo componen. Usando las ecuaciones
de la electrodinámica clásica, la energía que emitía esta radiación térmica
tendía al infinito si se suman todas las frecuencias que emitía el objeto, con
ilógico resultado para los físicos.
Es en el seno de la mecánica estadística donde surgen las
ideas cuánticas en 1900. Al físico alemán Max Planck se le ocurrió un artificio
matemático: si en el proceso aritmético se sustituía la integral de esas
frecuencias por una suma no continua, se dejaba de obtener infinito como
resultado, con lo que se eliminaba el problema; además, el resultado obtenido
concordaba con lo que después era medido.
Fue Max Planck quien entonces enunció la hipótesis de que la
radiación electromagnética es absorbida y emitida por la materia en forma de
«cuantos» de luz o fotones de energía mediante una constante estadística, que
se denominó constante de Planck. Su historia es inherente al siglo XX, ya que
la primera formulación cuántica de un fenómeno fue dada a conocer por el mismo
Planck el 14 de diciembre de 1900 en una sesión de la Sociedad Física de la Academia
de Ciencias de Berlín.
La idea de Planck habría quedado muchos años sólo como
hipótesis si Albert Einstein no la hubiera retomado, proponiendo que la luz, en
ciertas circunstancias, se comporta como partículas de energía independientes
(los cuantos de luz o fotones). Fue Albert Einstein quien completó en 1905 las
correspondientes leyes de movimiento en su teoría especial de la relatividad,
demostrando que el electromagnetismo era una teoría esencialmente no mecánica.
Culminaba así lo que se ha dado en llamar física clásica, es decir, la física
no-cuántica.
Usó este punto de vista llamado por él «heurístico», para
desarrollar su teoría del efecto fotoeléctrico, publicando esta hipótesis en
1905, lo que le valió el Premio Nobel de Física de 1921. Esta hipótesis fue
aplicada también para proponer una teoría sobre el calor específico, es decir,
la que resuelve cuál es la cantidad de calor necesaria para aumentar en una
unidad la temperatura de la unidad de masa de un cuerpo.
El siguiente paso importante se dio hacia 1925, cuando Louis
De Broglie propuso que cada partícula material tiene una longitud de onda
asociada, inversamente proporcional a su masa, y dada por su velocidad. Poco
tiempo después Erwin Schrödinger formuló una ecuación de movimiento para las
«ondas de materia», cuya existencia había propuesto De Broglie y varios
experimentos sugerían que eran reales.
La mecánica cuántica introduce una serie de hechos contra
intuitivos que no aparecían en los paradigmas físicos anteriores; con ella se
descubre que el mundo atómico no se comporta como esperaríamos. Los conceptos
de incertidumbre o cuantización son introducidos por primera vez aquí. Además
la mecánica cuántica es la teoría científica que ha proporcionado las
predicciones experimentales más exactas hasta el momento, a pesar de estar
sujeta a las probabilidades.
La teoría cuántica fue desarrollada en su forma básica a lo
largo de la primera mitad del siglo XX. El hecho de que la energía se
intercambie de forma discreta se puso de relieve por hechos experimentales como
los siguientes, inexplicables con las herramientas teóricas anteriores de la
mecánica clásica o la electrodinámica:
La función de onda del electrón de un átomo de hidrógeno
posee niveles de energía definidos y discretos denotados por un número cuántico
n=1, 2, 3,... y valores definidos de momento angular caracterizados por la
notación: s, p, d,... Las áreas brillantes en la figura corresponden a
densidades elevadas de probabilidad de encontrar el electrón en dicha posición.
Espectro de la radiación del cuerpo negro, resuelto por Max Planck con la
cuantización de la energía. La energía total del cuerpo negro resultó que
tomaba valores discretos más que continuos. Este fenómeno se llamó cuantización,
y los intervalos posibles más pequeños entre los valores discretos son llamados
quanta (singular: quantum, de la palabra latina para «cantidad», de ahí el
nombre de mecánica cuántica). El tamaño de un cuanto es un valor fijo llamado
constante de Planck, y que vale: 6.626 ×10-34 julios por segundo.
Bajo ciertas condiciones experimentales, los objetos
microscópicos como los átomos o los electrones exhiben un comportamiento
ondulatorio, como en la interferencia. Bajo otras condiciones, las mismas
especies de objetos exhiben un comportamiento corpuscular, de partícula,
(«partícula» quiere decir un objeto que puede ser localizado en una región
concreta del espacio), como en la dispersión de partículas. Este fenómeno se
conoce como dualidad onda-partícula.
Las propiedades físicas de objetos con historias asociadas
pueden ser correlacionadas, en una amplitud prohibida para cualquier teoría
clásica, sólo pueden ser descritos con precisión si se hace referencia a ambos
a la vez. Este fenómeno es llamado entrelazamiento cuántico y la desigualdad de
Bell describe su diferencia con la correlación ordinaria. Las medidas de las
violaciones de la desigualdad de Bell fueron algunas de las mayores
comprobaciones de la mecánica cuántica.
Explicación del efecto fotoeléctrico, dada por Albert
Einstein, en que volvió a aparecer esa "misteriosa" necesidad de
cuantizar la energía.
El desarrollo formal de la teoría fue obra de los esfuerzos
conjuntos de varios físicos y matemáticos de la época como Schrödinger, Heisenberg,
Einstein, Dirac, Bohr y Von Neumann entre otros (la lista es larga). Algunos de
los aspectos fundamentales de la teoría están siendo aún estudiados
activamente. La mecánica cuántica ha sido también adoptada como la teoría
subyacente a muchos campos de la física y la química, incluyendo la física de
la materia condensada, la química cuántica y la física de partículas.
La región de origen de la mecánica cuántica puede
localizarse en la Europa central, en Alemania y Austria, y en el contexto
histórico del primer tercio del siglo XX.
Las suposiciones más importantes de esta teoría son las
siguientes:
Al ser imposible fijar a la vez la posición y el momento de
una partícula, se renuncia al concepto de trayectoria, vital en mecánica
clásica. En vez de eso, el movimiento de una partícula 'puede ser explicado por
una función matemática que asigna, a cada punto del espacio y a cada instante,
la probabilidad de que la partícula descrita se halle en tal posición en ese
instante (al menos, en la interpretación de la Mecánica cuántica más usual, la
probabilística o interpretación de Copenhague). A partir de esa función, o
función de ondas, se extraen teóricamente todas las magnitudes del movimiento
necesarias.
Existen dos tipos de evolución temporal, si no ocurre
ninguna medida el estado del sistema o función de onda evolucionan de acuerdo
con la ecuación de Schrödinger, sin embargo, si se realiza una medida sobre el
sistema, éste sufre un «salto cuántico» hacia un estado compatible con los
valores de la medida obtenida (formalmente el nuevo estado será una proyección
ortogonal del estado original).
Existen diferencias perceptibles entre los estados ligados y
los que no lo están.
La energía no se intercambia de forma continua en un estado
ligado, sino en forma discreta lo cual implica la existencia de paquetes
mínimos de energía llamados cuantos, mientras en los estados no ligados la
energía se comporta como un continuo.
Interpretación de Copenhague.- Para describir la teoría de forma general es
necesario un tratamiento matemático riguroso, pero aceptando una de las tres
interpretaciones de la mecánica cuántica (a partir de ahora la Interpretación
de Copenhague), el marco se relaja. La mecánica cuántica describe el estado
instantáneo de un sistema (estado cuántico) con una función de onda que
codifica la distribución de probabilidad de todas las propiedades medibles, u
observables. Algunos observables posibles sobre un sistema dado son la energía,
posición, momento y momento angular. La mecánica cuántica no asigna valores
definidos a los observables, sino que hace predicciones sobre sus
distribuciones de probabilidad. Las propiedades ondulatorias de la materia son
explicadas por la interferencia de las funciones de onda.
Estas funciones de onda pueden variar con el transcurso del
tiempo. Esta evolución es determinística si sobre el sistema no se realiza
ninguna medida aunque esta evolución es estocástica y se produce mediante
colapso de la función de onda cuando se realiza una medida sobre el sistema
(Postulado IV de la MC). Por ejemplo, una partícula moviéndose sin
interferencia en el espacio vacío puede ser descrita mediante una función de
onda que es un paquete de ondas centrado alrededor de alguna posición media.
Según pasa el tiempo, el centro del paquete puede trasladarse, cambiar, de modo
que la partícula parece estar localizada más precisamente en otro lugar. La
evolución temporal determinista de las funciones de onda es descrita por la Ecuación
de Schrödinger.
Algunas funciones de onda describen estados físicos con
distribuciones de probabilidad que son constantes en el tiempo, estos estados
se llaman estacionarios, son estados propios del operador hamiltoniano y tienen
energía bien definida. Muchos sistemas que eran tratados dinámicamente en
mecánica clásica son descritos mediante tales funciones de onda estáticas. Por
ejemplo, un electrón en un átomo sin excitar se dibuja clásicamente como una
partícula que rodea el núcleo, mientras que en mecánica cuántica es descrito
por una nube de probabilidad estática que rodea al núcleo.
Cuando se realiza una medición en un observable del sistema,
la función de ondas se convierte en una del conjunto de las funciones llamadas
funciones propias o estados propios del observable en cuestión. Este proceso es
conocido como colapso de la función de onda. Las probabilidades relativas de
ese colapso sobre alguno de los estados propios posibles son descritas por la
función de onda instantánea justo antes de la reducción. Considerando el
ejemplo anterior sobre la partícula en el vacío, si se mide la posición de la
misma, se obtendrá un valor impredecible x. En general, es imposible predecir
con precisión qué valor de x se obtendrá, aunque es probable que se obtenga uno
cercano al centro del paquete de ondas, donde la amplitud de la función de onda
es grande. Después de que se ha hecho la medida, la función de onda de la
partícula colapsa y se reduce a una que esté muy concentrada en torno a la
posición observada x.
La ecuación de Schrödinger es en parte determinista en el
sentido de que, dada una función de onda a un tiempo inicial dado, la ecuación
suministra una predicción concreta de qué función tendremos en cualquier tiempo
posterior. Durante una medida, el eigen-estado al cual colapsa la función es
probabilista y en este aspecto es no determinista. Así que la naturaleza
probabilista de la mecánica cuántica nace del acto de la medida.
Formulación matemática
Postulados de la mecánica cuántica y Notación braket.
En la formulación matemática rigurosa, desarrollada por
Dirac y von Neumann, los estados posibles de un sistema cuántico están
representados por vectores unitarios (llamados estados) que pertenecen a un
Espacio de Hilbert complejo separable (llamado el espacio de estados). Qué tipo
de espacio de Hilbert es necesario en cada caso depende del sistema; por
ejemplo, el espacio de estados para los estados de posición y momento es el
espacio de funciones de cuadrado integrable \scriptstyle L^2(\R^3), mientras que
la descripción de un sistema sin traslación pero con un espín \scriptstyle
n\hbar es el espacio \scriptstyle \mathbb{C}^{2n+1}. La evolución temporal de
un estado cuántico queda descrita por la ecuación de Schrödinger, en la que el
hamiltoniano, el operador correspondiente a la energía total del sistema, tiene
un papel central.
Cada magnitud observable queda representada por un operador
lineal hermítico definido sobre un dominio denso del espacio de estados. Cada
estado propio de un observable corresponde a un eigenvector del operador, y el
valor propio o eigenvalor asociado corresponde al valor del observable en aquel
estado propio. El espectro de un operador puede ser continuo o discreto. La
medida de un observable representado por un operador con espectro discreto sólo
puede tomar un conjunto numerable de posibles valores, mientras que los
operadores con espectro continuo presentan medidas posibles en intervalos
reales completos. Durante una medida, la probabilidad de que un sistema colapse
a uno de los eigenestados viene dada por el cuadrado del valor absoluto del
producto interior entre el estado propio o auto-estado (que podemos conocer
teóricamente antes de medir) y el vector estado del sistema antes de la medida.
Podemos así encontrar la distribución de probabilidad de un observable en un
estado dado computando la descomposición espectral del operador
correspondiente. El principio de incertidumbre de Heisenberg se representa por
la aseveración de que los operadores correspondientes a ciertos observables no
conmutan.
Relatividad y la mecánica cuántica
El mundo moderno de la física se funda notablemente en dos
teorías principales, la relatividad general y la mecánica cuántica, aunque
ambas teorías parecen contradecirse mutuamente. Los postulados que definen la
teoría de la relatividad de Einstein y la teoría del quántum están apoyados por
rigurosa y repetida evidencia empírica. Sin embargo, ambas se resisten a ser
incorporadas dentro de un mismo modelo coherente.
El mismo Einstein es conocido por haber rechazado algunas de
las demandas de la mecánica cuántica. A pesar de ser claramente inventivo en su
campo, Einstein no aceptó la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica
tales como la aserción de que una sola partícula subatómica puede ocupar
numerosos espacios al mismo tiempo. Einstein tampoco aceptó las consecuencias
de entrelazamiento cuántico aún más exóticas de la paradoja de
Einstein-Podolsky-Rosen (o EPR), la cual demuestra que medir el estado de una
partícula puede instantáneamente cambiar el estado de su socio enlazado, aunque
las dos partículas pueden estar a una distancia arbitraria. Sin embargo, este
efecto no viola la causalidad, puesto que no hay transferencia posible de
información. De hecho, existen teorías cuánticas que incorporan a la
relatividad especial —por ejemplo, la electrodinámica cuántica, la cual es
actualmente la teoría física más comprobada— y éstas se encuentran en el mismo
corazón de la física moderna de partículas.
http://dr-harvey-rivadeneir.wix.com/harvey-md-1#
http://dr-harvey-rivadeneir.wix.com/harvey-md-1#
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