Los doce trabajos de Heracles
Los doce
trabajos (en griego Δωδέκαθλος,
AFI:ðɔðɛkaθlοs) de Heracles (en la
mitología romana, Hércules) son una serie de arcaicos episodios relacionados por
una narración continua posterior, sobre la penitencia llevada a cabo
por Heracles, el mayor de los héroes griegos. Los enfrentamientos individuales
de éste con varios animales le sitúan antes de la literatura griega y los temas
orientales: «Es una cuestión abierta si los antiguos griegos tuvieron alguna
oportunidad de ver un león vivo, pero la migración de la imagen del león y de
las escenas de lucha con éste está bien documentada arqueológicamente» (Burkert
1985, p. 209), aduciendo también la serpiente con siete cabezas de Ugarit y el Antiguo Testamento. El establecimiento de un ciclo fijo de doce trabajos
era atribuido por los griegos a un poema épico (hoy perdido) escrito por un tal
Peisandros de Rodas, quizás sobre el 600 a. C. (Burkert).
Tal como se
conservan, los trabajos de Heracles no se narran en ningún lugar único, sino
que deben ser recompuestos a partir de muchas fuentes. Ruck y Staples (p.
169-170) aseveran que no hay una forma única de interpretar los trabajos, pero
que seis estaban situados en el Peloponeso, culminando
con la rededicación de Olimpia y los otros seis, parte de la misma secuencia,
llevaron al héroe mucho más lejos. En cada caso, el patrón era el mismo:
Heracles era enviado a matar o conquistar, o a buscar para el representante de
Hera Euristeo un animal o
planta mágicos. «Todos los lugares seleccionados eran previamente baluartes de
Hera o de la “Diosa” y Entradas al Otro Mundo» (p. 169).
Una
reorientación helenística de los trabajos con los signos del Zodiaco se discute con
detalle más adelante.
Zeus, tras dejar
embarazada a Alcmena, que sería así madre de Heracles, proclamó que el
próximo hijo nacido en la casa de Perseo se convertiría en rey. Al oír esto Hera, la esposa de Zeus, hizo que Euristeo naciera dos
meses antes, pues pertenecía a la casa de Perseo, al igual que Heracles, a
quien hizo nacer con tres meses de retraso. Cuando Zeus advirtió lo que había
sucedido montó en cólera, pero, no obstante, su imprudente proclama siguió en
pie.
En un ataque de
locura provocado por Hera, Heracles mató a sus propios hijos y a dos de sus
sobrinos con sus propias manos. Cuando recuperó la cordura y advirtió lo que
había hecho se aisló del mundo, y se fue a vivir solo a las tierras salvajes.
Fue hallado por su hermano Ificles y convencido de que visitase el oráculo de Delfos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que
tenía que llevar a cabo una serie de doce trabajos que dispusiera Euristeo, el
hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba.
Por la fuerza
que tenía Heracles, Euristeo lo envidiaba, y cada vez que le mandaba un trabajo
esperaba que acabase muerto, pero el héroe vivió hasta cumplir todos las tareas
impuestas por su primo. Moriría después por causa de su esposa Deyanira.
1.- La
muerte del león
El primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea y despojarle de su piel.
El león había estado aterrorizando los alrededores de Nemea, y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Cuando Heracles se dirigía a cazar al león se hospedó en casa de Molorco, partiendo después hacia la guarida de la fiera.
Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. La morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y lo estranguló.
Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el rey Euristeo, quien elegía qué tareas debía cumplir el héroe en el camino de los doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar a la ciudad, y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que le forjasen una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo.
Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura, usando su cabeza como yelmo.
2.- Hidra de Lerna
En la mitología griega, la Hidra topeada (en griego antiguo Λερναία Ὕδρα)
era un antiguo y despiadado monstruo acuático ctónico con forma de
serpiente policéfala (cuyo número de cabezas va desde 3, 5 ó 9 hasta 100 e
incluso 10.000 según la fuente) y aliento venenoso a la que Heracles mató en el
segundo de sus doce trabajos. La Hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas
por cada una que perdía o le era amputada, y su guarida era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida (cerca de Nauplia), si bien los
arqueólogos han confirmado que este lugar sagrado es anterior incluso a la
ciudad micénica de Argos, pues Lerna fue el lugar del mito de las Danaides. Bajo sus
aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra
guardaba.
La Hidra era
hija de Tifón y la Equidna. Fue criada por Hera bajo un plátano cerca de la
fuente Amimone en Lerna. Se
decía que era hermana del León de Nemea y que por ello
buscaba venganza por la muerte de éste a manos de Heracles. Por esto se decía
que había sido elegida como trabajo para Heracles, de forma que éste muriese.
Tras llegar a
la ciénaga cercana al lago Lerna, Hércules y su sobrino Yolao se cubrieron sus
bocas y narices con una tela para protegerse del aliento venenoso de la Hidra.
Hércules disparó flechas en llamas al refugio del monstruo (la fuente de
Amimone) para obligarle a salir. Entonces se enfrentó a ella con su espada y
empezó a cortarle las nueve cabezas que tenía. Pero cada vez que se le cortaba
una, otra renacía en el mismo lugar más fuerte que la anterior. Su sobrino le
ayudó quemando el cuello de la cabeza cortada para que no renaciera otra. Al
final, la Hidra murió sin cabezas y Hércules mojó las puntas de sus flechas con
la sangre de la Hidra para que así fueran letales.
Los detalles
del enfrentamiento son explicados por Apolodoro:3 advirtiendo que no podría derrotar a la Hidra de esta
forma, Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao. Éste tuvo la idea (posiblemente inspirada por Atenea) de usar una tela ardiendo para quemar el muñón del
cuello tras cada decapitación, cauterizando la herida y evitando así que las
dos nuevas cabezas brotasen. Heracles cortó todas las cabezas y Yolao quemó los
cuellos abiertos, matando así a la Hidra. Heracles tomó entonces su única
cabeza inmortal y la enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre
Lerna y Eleia,4 mojando sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra
y completando así su segundo trabajo.
En una versión
alternativa, Hera enviaba un cangrejo para que
mordiese los pies de Heracles y le estorbase, esperando provocar así su muerte.
No obstante, Heracles aplastó a la criatura y siguió luchando contra la Hidra.
Cuando Euristeo, el rey que
asignaba los trabajos a Heracles, supo que había sido su sobrino quien le
había dado la antorcha, declaró que no había completado el trabajo solo y por
tanto no contaba para el total de diez labores que se le habían asignado. Este
elemento mítico es un ambiguo intento de resolver el conflicto entre los
antiguos diez trabajos y los doce más recientes.
3.- Cierva de Cerinea
Heracles debía capturar a la cierva para llevarla
viva a Micenas y entregarla a
Euristeo. La Cierva de Cerinea tenía pezuñas
de bronce y cornamenta de oro, estaba consagrada a Artemisa ya que era una de
las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su
carro y había sido la única que había logrado escapar. Pero la cierva era muy
veloz (tanto que las flechas no la alcanzaban) y no le fue fácil atraparla, por
lo que la persiguió día y noche sin descanso hasta el país de los Hiperbóreos. Allí la
capturó mientras ésta tomaba agua y la llevó a Euristeo. Heracles
tardó 12 meses en capturarla.
Heracles, era
consciente de que si derramaba una sola gota de sangre de la cierva tendría que
dar explicaciones, y sufrir el consiguiente castigo. Aprovechando que la cierva
estaba bebiendo, Heracles le atravesó las dos patas por la piel utilizando una
flecha que hizo pasar entre el tendón y el hueso, sin llegar a derramar su
sangre. Una vez inmovilizada, la apresó y la llevó a Micenas. Su gran hazaña
sirvió de ejemplo a otros muchos héroes de la antigüedad como Yhuidr y Casto.
4.- Jabalí de Erimanto
En la mitología griega, el jabalí de Erimanto era una criatura que
causaba estragos en todo el contorno y que vivía en Erimanto, un monte de
la Arcadia y la Élide (hoy se llama Olonos) y nombre, también, de un afluente del Alfeo (hoy Diminiza o Azicolos).
En el camino
hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su amigo el centauro
Folo, quien en memoria de tiempos lejanos compartió con él su comida y su vino.
Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba especialmente reservado
para ellos se enfurecieron de tal manera que atacaron a Heracles, quien primero
los rechazó y luego con sus flechas envenenadas mató a varios de ellos mientras
los demás se retiraban.
Mientras
Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Folo sacó una de las flechas de
Heracles y la examinó asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a
criaturas tan formidables, pero con tal torpeza que la flecha se le cayó
hiriéndolo en un pie y matándolo. Heracles lo enterró al pie de la montaña que
tomó su nombre.
Retomando el
trabajo que tenía que finalizar, Heracles encontró al jabalí y,
persiguiéndolo durante varias horas, lo fue acorralando a una zona cubierta de
nieve donde, saltando sobre su lomo, lo ató con cadenas y se lo llevó a Micenas vivo,
cargándolo sobre sus hombros. Cazar a esta enorme criatura fue el cuarto
(tercero en algunas versiones, Pierre Grimal)1 trabajo de los doce que Euristeo mandó realizar a
Heracles.
Era un jabali
que se alimentaba de hombres , creaba terremotos y sus colmillos fueron capaces
de arrancar árboles de raíz.
5.- Augías
En la mitología griega Áugeas o Augías (griego antiguo Αυγείας, Augeías
‘brillante’) era un rey de Élide hijo del
dios-Sol Helios y de Naupidame. Otras versiones atribuyen su paternidad a Poseidón, a su hijo Eleo y Eurícide o a Forbante e Hirmina. Tuvo como hijos a Epicaste, Fileo, Agameda, Agástenes y Éurito.
Augías formó
parte de la expedición de los argonautas, siendo el
encargado de intentar convencer a su hermanastro Eetes de que entregara el vellocino de oro
voluntariamente. A esta iniciativa se unieron sus sobrinos, agradecidos de que
los argonautas les hubieran rescatado tras un naufragio. Pero Eetes no lo quiso
reconocer como hermano, y los expulsó de su palacio amenazándoles con
torturarlos y matarlos.
Por designio de
los dioses el ganado de Augías no sufría de enfermedades, por lo que logró
poseer el mayor rebaño de todo el país. Doce toros que le había regalado su
padre Helios defendían al resto de la manada, haciendo que el ganado de Augías
tampoco sufriera bajas por las fieras de los alrededores. Eran conocidos sus
establos, que nunca habían sido limpiados hasta que lo hizo Heracles en un solo día
en cumplimiento de su quinto trabajo. Euristeo le encargó
esta extraña misión con el fin de humillarle y ridiculizarle, pues tal era la
cantidad de excrementos acumulados en los establos que era prácticamente
imposible limpiarlos en un sólo día. Así el gran Heracles, vencedor de
terribles monstruos y hazañas heroicas, caería humillado ante una tarea tan
denigrante. Pero el astuto héroe cumplió su trabajo abriendo un canal que
atravesaba los establos y desviando por él el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, que arrastraron toda la suciedad.
Augías montó
entonces en cólera, pues había prometido a Heracles regalarle una parte de su
ganado si realizaba la misión en un sólo día. Se negó a cumplir su promesa
alegando que el trabajo lo habían realizado los ríos, y cuando el testimonio de
su hijo Fileo convenció a
los jueces para que le dieran la razón a Heracles, Augías le desterró del
reino. Euristeo por su parte tampoco consideró el trabajo como uno de los diez,
ya que Heracles había sido contratado por Augias.
Heracles
abandonó Élide y buscó alianzas entre los príncipes de toda Grecia para atacar a
Augías, pero fue derrotado por los moliones, que mataron a
su hermano Ificles. Los corintios, aliados de
Heracles, proclamaron entonces la tregua ístmica, ante las numerosas bajas que
el ejército de Augías estaba provocando.
Tres años más
tarde, Heracles aprovechó que los eleos estaban celebrando un festival en honor
a Poseidón para tender
una emboscada en la que mató a los moliones y a Éurito, hijo de Augías,
dejándole así sin sus mejores generales. Posteriormente volvió a reclutar otro
ejército entre las ciudades del Peloponeso y con él
saqueó la Élide y mató a
Augías, poniendo al desterrado Fileo en el trono de su padre. Para celebrar la
victoria, Heracles instauró los famosos juegos
olímpicos.
Pausanias, en cambio, afirma que que Heracles perdonó la vida
de Augías y le restauró en el trono, mientras Fileo se estableció
definitivamente en Duliquio. Según esta versión, a la muerte de Augías su hijo Agástenes le sucedería
en el trono.
6.- Pájaros del Estínfalo
En la mitología griega, los pájaros del Estinfalo eran unas aves que
tenían picos, alas y garras de bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban
los cultivos y también eran carnívoras. Poblaban la región y el bosque
alrededor del lago Estínfalo. Euristeo comandó
entonces a Heracles que acabase con la amenaza de dichas aves, como parte
de Los doce
trabajos de Heracles, ya que en
ocasiones atacaban al ganado o a la población. Heracles se dirigió al
Estínfalo, y ahí se encontró desolado pues la misión era especialmente difícil
de completar: las aves eran demasiadas para sus flechas y su legendaria fuerza
no le servía de nada.
Entonces
apareció Atenea y le socorrió
dándole un cascabel (o una campana) de bronce y le mandó a que lo tocara desde
una colina elevada, al hacerlo las aves asustadas emprendieron vuelo y nunca
más se las volvió a ver en el bosque y el lago. Muchas de ellas fueron
derribadas por las flechas de Heracles y las que
consiguieron escapar huyeron hacia la isla de Ares, en el Mar Negro, donde
fueron encontradas años después por los Argonautas.
Cuando Heracles
volvió con Euristeo, éste se hallaba en su refugio debido a que varios de los
pájaros de bronce volaban alrededor de su palacio. Al ver esto,
Heracles sonó su cascabel y los pájaros se alejaron de ahí.
7.- Toro de Creta
El Toro de
Creta es un animal de la mitología griega. El séptimo
trabajo de Heracles consistió en
capturar un toro salvaje que expulsaba fuego por sus narices y que causaba
estragos en Creta.
Este toro es el
que Poseidón hizo salir del
mar cuando el rey Minos prometió ofrecer un sacrificio al dios; pero Minos lo encontró tan hermoso
que lo incorporó a sus rebaños como semental en vez de sacrificarlo y el dios, enfurecido, hizo
que la reina Pasífae se enamorara del animal y concibiera de él un hijo,
el Minotauro, tras lo cual
hizo enloquecer al toro.
Así pues,
Heracles se presentó a Minos, que le autorizó para capturar al toro, si podía.
Heracles consiguió subir a lomo del animal y lo condujo, a través del mar Egeo, hasta Micenas. Euristeo, al ver al
hermoso animal lo quiso ofrecer a Hera, pero la diosa lo rechazó al ver la ferocidad del
toro, por lo que Euristeo lo dejó libre.
El toro causó
estragos allá por donde pasó. Atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto hasta que
finalmente el héroe ateniense Teseo consiguió matarlo en la llanura de Maratón (cerca de
Atenas).
8.- Yeguas de Diomedes
El octavo de los doce trabajos de Heracles consistía en
capturar a las cuatro Yeguas de Diomedes, que comían carne humana. Éste
las tenía atadas con cadenas y las alimentaba con la carne de sus inocentes
huéspedes. Heracles partió con un grupo de voluntarios, consiguiendo
arrebatárselas a Diomedes, quien fue con su ejército a atacar a Heracles, pero él lo
mató arrojando el cuerpo de este aún con vida a sus yeguas y su ejército huyó.
Tras devorarlo, las yeguas se volvieron tan mansas que el héroe las pudo atar
al carro de Diomedes y se las llevó a Micenas, donde fueron regaladas a Hera.
Durante la lucha, las yeguas devoraron a Abderus, amigo de
Heracles, quien había quedado encargado en custodiarles, entonces Heracles
fundó en su honor la ciudad de Abdera.
Se dice que las
yeguas murieron en el monte Olimpo devoradas por las fieras y las alimañas. Según la
tradición, Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno, descendía de
una de estas yeguas.
9.- Hipólita
En la mitología griega, Hipólita (en griego antiguo Ιππολύτης) es
la reina amazona, dueña de un cinturón mágico que le había regalado su padre, Ares, el dios de la guerra; su madre fue la también reina
amazona Otrera. Es hermana de
Melanipa, Antíope y Pentesilea.
El noveno
trabajo de Heracles fue obtener el
cinturón, a petición de Admete, la hija de Euristeo. En una versión de la historia, Hipólita se enamoraba
de Heracles y le daba el cinturón voluntariamente. De acuerdo con otra Heracles
obtenía el cinturón secuestrando a la hermana de Hipólita, Melanipa, y exigiendo
el cinturón como rescate, y liberándola tras conseguirlo. En cuanto al hacha de
Hipólita, fue entregado a la reina Ónfale quien lo
guardó en las regalías de los reyes lidios. Más tarde, dicho hacha estuvo
empuñada por una estatua de Zeus.
Después de que
Heracles obtuviese el cinturón, Teseo, uno de los compañeros de Heracles, secuestra a Antíope, otra hermana
de Hipólita. Las amazonas atacan entonces (porque Hera, la enemiga de Heracles, había difundido el
malintencionado rumor de que Heracles estaba allí para atacarlas o secuestrar a
Hipólita), pero Teseo y Heracles escapan con el cinturón y con Antíope. Según
otra versión, Heracles mata a Hipólita en su huida. Para rescatar a Antíope,
las amazonas atacan Atenas pero fracasan, muriendo en algunas versiones Antíope durante el ataque.
En muchas
versiones Teseo se casa con Antíope o con Hipólita, teniendo un hijo llamado Hipólito. Teseo
terminaría casándose con Fedra, bien tras haber abandonado a su anterior esposa, o tras la muerte de ésta
en el parto. En la versión en la que Teseo está casado con Hipólita y la
abandona, ésta intenta vengarse llevando a las amazonas a la boda de Teseo y
Fedra con la intención de matar a todos, aunque fracasa al ser asesinada, según
las versiones, por los hombres de Teseo o por Pentesilea, otra amazona.
Origen
Cuando el sol
está en la constelación de Aries, la constelación de Andrómeda se pone. Esta última, que parece tener una larga
falda, se considera femenina en la mitología griega. Tiene también tres
brillantes estrellas cercanas alineadas, que dan la impresión de ser un
cinturón (como las tres de estrellas de la constelación de Orión).
La constelación
completa parece tener algo sujeto a su parte superior, que en el mito griego
del sacrificio de Andrómeda se identifica con una cadena. Otras historias lo
identifican con una espada (descartando las partes de la cadena que forma parte
de la constelación), dando a entender que la constelación es una guerrera
amazona, probablemente Hipólita.
Hacia la
dirección del tránsito del sol, tras Andrómeda, están las Pléyades, consideradas en la mitología griega siete hermanas. Tras obtener el cinturón de Hipólita, Heracles tuvo
que enfrentarse a una banda de mujeres (más amazonas).
10.- Gerión
En la mitología griega, Gerión (en griego antiguo Γηρυών Gêruôn
o Γηρυόνης Gêruônês) era un monstruoso gigante, hijo de Crisaor y Calírroe.
Gerión es
descrito como un ser antropomorfo formado por tres cuerpos, con sus respectivas cabezas
y extremidades, según la mayoría de las versiones. Aunque no se suele
especificar la forma exacta de la unión entre los tres cuerpos, se le suele
representar con una unión lineal o radial por las cinturas. A veces se le
retrata con alas, pero no es usual. Aparte de estas características, su aspecto
mayoritario era humano.
Gerión vivía en
la isla Eriteia (actualmente
la Isla de León, en San Fernando, Cádiz), más allá de
las columnas de Hércules al oeste Mediterráneo, ya en el
curso del Océano. Era dueño de un perro de dos cabezas llamado Ortro, que era el hermano de Cerbero, y de una
espléndida cabaña de ganado que era guardado por Ortro y por un pastor llamado Euritión.
Heracles lo mató, pues era el décimo de sus 12 trabajos y le robó su rebaño de vacas rojas y bueyes. Gerión
fue en busca de venganza y luchó contra Heracles, pero éste le lanzó una flecha
envenenada con la sangre de la Hidra que atravesó
sus tres cuerpos y acabó con él.
El décimo
trabajo de Heracles consistió en robar el ganado de Gerión. Mientras
viajaba hacia allí, cruzó el desierto libio (Libia era el nombre genérico de África para los
griegos) y quedó tan frustrado por el calor que disparó una flecha a Helios, el sol. Helios le rogó que parase y Heracles pidió a
cambio la copa dorada que el dios usaba para cruzar el mar cada noche, de oeste
a este. Heracles usó esta copa dorada para llegar a Eritia, en lo que
constituye uno de los motivos de los pintores de vasijas.
Heracles
intentó robar el ganado y mató primero a Ortro y luego a Euritión. Cuando llegó
Gerión, en algunas versiones tras haber sido informado por Menecio, el pastor del Hades, Heracles le mató, desgarrando su cuerpo en tres
partes.
Heracles tuvo
entonces que arrear el ganado hasta Euristeo. En las
versiones romanas de la historia, Caco robó en el monte Aventino de Roma parte del ganado de Gerión a Heracles mientras éste
dormía, haciendo que las reses caminasen de espaldas para no dejar nuevas
huellas, una repetición del truco del joven Hermes. Según algunas versiones, Heracles pasó con el resto
del ganado frente a una cueva donde Caco escondía las reses robadas, y
empezaron a llamarse unas a las otras, pero en otras Caca, la hermana de Caco, le dijo a Heracles dónde se
escondía su hermano. Heracles mató entonces a Caco y, de acuerdo con la mitología romana, fundó un altar en el lugar donde el Foro Boario, el mercado de
ganado, se celebraría posteriormente.
Para molestar a
Heracles, Hera envió un tábano para que
picase al ganado, irritándolo y esparciéndolo. Hera envió entonces una
inundación que elevó el nivel de un río tanto que Heracles no podía vadear el
ganado. Heracles apiló piedras en el río para hacer que el agua fuera menos
profunda, y más tarde Equidna asaltó a Héracles para robarle los bueyes de Gerión,
y cuando éste fue a reclamarlos Equidna le dijo que no se los entregaría a
menos que el héroe tuviese relaciones sexuales con ella. Heracles lo hizo, y de esta unión nacieron
Agatirso, Gelono y Escites. Cuando por fin llegó a la corte de Euristeo, el
ganado fue sacrificado a Hera.
El poeta Estesícoro escribió una
‘canción de Gerión’ (Gerioneis) en el siglo VI a. C., que es la
mejor fuente de esta épica, y que también contiene la primera referencia a Tartessos.
Asociaciones ctónicas
A veces se
identifica a Gerión como un demonio de la muerte ctónico,
principalmente por su asociación con la dirección de extremo oeste. En La divina comedia de Dante Gerión se convierte
en una bestia con cola de escorpión pero rostro de
hombre honesto que mora en el Flegetón al borde del Séptimo
Círculo (el círculo de la violencia) descendiendo al infierno. Allí señala
el paso al Octavo Círculo mientras se baña al borde del abismo en el Cocito.
Origen
Cuando el sol
alcanza la constelación de Géminis, se encuentra con la constelación Auriga. Muchas creencias antiguas asociaban el camino diario
del sol por el cielo con el dios sol conduciendo un ardiente carro, y de esta
forma, aquí, el camino anual del sol (su tránsito) consigue su carro (Auriga).
Posteriormente la mitología griega consideró que el sol usaba una copa para
cruzar el cielo.
En esta región
del cielo hay también un vasto espacio sin estrellas fácilmente visibles (ahora
ocupadas por las modernas constelaciones de Lynx y Camelopardalis), que los
antiguos griegos describían como un desierto. Una historia basada en esta
región del cielo requiere por tanto un vasto desierto, siendo el mejor conocido
por los griegos antiguos el de Libia. Sin embargo, al estar esta zona desértica lejos de
muchas constelaciones en esta región del cielo, situar una historia en él
requería de alguien que lo cruzase hasta su localización principal. Dado que el
Auriga es la constelación más cercana desde el comienzo del tránsito del sol
hasta el borde del espacio vacío, un carro solar (más tarde convertido en copa)
se convierte en la forma de cruzar el desierto.
La Vía Láctea fue bautizada
así por los griegos antiguos porque parece ser una mancha de leche cruzando el
cielo. Algunos, sin embargo, eran capaces de discernir algunas estrellas
individuales en ella, y de esta forma pasó a parecer un vasto rebaño de vacas,
cuya leche llenaba los huecos entre ellas. La estrella Capella, que es parte
del Auriga, era conocida por los griegos como la «estrella del pastor» (pues
algunos consideraban que el Auriga era un pastor conduciendo un carro,
incluyendo a éste, mientras llevaba una cabra colgada de su hombro izquierdo).
Capella está muy cerca, aunque fuera, de la Vía Láctea y como tal, considerada
como un pastor, parece estar arreándola.
En Géminis, la
constelación Canis Major (el ‘gran perro’) queda junto a la Vía Láctea. La
cabeza de la constelación mira en dirección contraria al sol. Sin embargo, al
otro extremo de la constelación (donde estaría la cola) queda la estrella Sirius, considerada maligna por muchas mitologías antiguas
debido a su titileo y rojez, que era considerada a su vez un perro («estrella
perro»), por asociación con la constelación. Así, la constelación tenía dos
cabezas, una la normal y otra, Sirius, al otro extremo.
Más cerca del
sol que Canis Major, y también guardando la Vía Láctea en esta zona de su
tránsito de forma parecida a Canis Major y Capella, está Orión el gigante. Tradicionalmente Orión es considerado un
único gigante, pero es igualmente posible distinguir en ella tres cuerpos
completos separados unidos por la cintura, como se describía a Gerión,
particularmente al aparecer las piernas en direcciones bastante diferentes, y
dibujos alternativos de la constelación (que tienen en cuenta estrellas
ligeramente más débiles que los diagramas básicos) suelen mostrar tres en lugar
de dos brazos, compartiendo el segundo y tercero el mismo hombro derecho.
El sol logra
superar estos obstáculos, cruzando la Vía Láctea. El Auriga parece haberse
dejado en la propia Vía Láctea, y por esto algunas de las vacas del rebaño
están en él. Tras la Vía Láctea, el sol se encuentra con Géminis. Las representaciones
de Géminis varían según se incline a este u oeste, siendo posible en esta
último caso dibujar la constelación como dos hombres, descansando sus pies en
la Vía Láctea. En las representaciones que la inclinan al este, uno de los
gemelos está en la Vía Láctea y el otro fuera de ella, y así uno ha «robado
algunas vacas» y el otro, al que cruza el tránsito del sol, no. En el mito de Cástor y Pólux (los nombres habitualmente dados a los gemelos), sus
muertes se deben a una disputa por el robo de un ganado.
Leyendas posteriores
Según algunos
autores, el gigante arrancó de cuajo un olivo para utilizarlo como arma contra
Heracles. El árbol se hizo pedazos al estrellarse contra la coraza de bronce
del héroe, que contraatacó con la misma arma. Las poderosas manos del gigante
se juntaron para detener el choque y de esta forma desarmó a Heracles, que huyó
corriendo a refugiarse a un bosque.
Gerión, tras
convencer a su madre (que había presenciado todo el suceso) de que debía dar
captura a Heracles, sobrevoló la zona buscándolo. Heracles aprovechó entonces
para disparar una de sus flechas envenenadas, que alcanzó al gigante
atravesándole los tres corazones. Cayó al suelo y de la sangre que emanó de su
herida nació un drago. Otra leyenda identifica al drago que se conserva en el jardín de la
Facultad de Bellas Artes de Cádiz con el surgido
de la sangre de Gerión.1
Según se recoge
en la Crónica General de Alfonso X el Sabio, escrita en el siglo XIII,
Gerión obligaba a sus súbditos a entregarle la mitad de sus bienes, e incluso a
sus hijos, hasta que llegó a estas tierras Hércules. Los aterrorizados
habitantes le pidieron ayuda, y éste retó a Gerión a una lucha a muerte.
Después de tres días de batalla, la cabeza del gigante fue enterrada en el
mismo lugar donde se levantó la Torre de Hércules en La Coruña.
En el primer
intento de dar validez histórica a Gerión, Pompeyo Trogo, conocido a
partir del epítome que de su obra hizo Marco Juniano Justino, afirma que Gerión no era un gigante con tres
cuerpos, sino que se trataba de tres hermanos, que atacaron a Hércules al verle
robar su ganado:
El mismo Gerión, no era un hombre con tres cuerpos, como nos dicen las
fábulas, sino que se trataba de tres hermanos, que vivían en tal armonía, que
parecían actuar movidos por una misma alma; y ellos no atacaron a Hércules motu proprio, sino que,
viendo robar sus reses, pretendieron recuperar lo que les había sido arrebatado
por medio de la fuerza.2
11.- Hespérides
En la mitología griega las Hespérides (en griego antiguo Ἑσπερίδες)
eran las ninfas que cuidaban
un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo.1
Según el poeta
griego siciliano Estesícoro, en su poema la Canción de Gerión, y el geógrafo
griego Estrabón, en su libro Geografía (volumen III), las Hespérides estaban en Tartessos, un lugar
situado en el sur de la península Ibérica.
Para la época
romana, el Jardín de las Hespérides había perdido su lugar arcaico en la
religión, reduciéndose a una convención poética, forma en la que fue resucitado
en la poesía renacentista, para aludir tanto a un jardín como a las ninfas que
moraban allí.
Las ninfas del atardecer
Normalmente las
Hespérides eran tres en número, como otras tríadas griafas (las Cárites o las Moiras). «Como las propias Hespérides son meros símbolos de
los dones que encarnan las manzanas, no pueden ser actores en los dramas
humanos. Sus nombres abstractos e intercambiables son un síntoma de su
impersonalidad», señaló Evelyn Harrison.2 Entre los nombres que recibían están Egle (‘brillo’ o ‘esplendor’), Aretusa, Eritia (o Eriteis), Hesperia
(alternativamente Hespereia, Héspere, Héspera, Hesperusa o Hesperetusa), Lípara, Astérope y Crisótemis, como aparece
en una escena de la apoteosis de Heracles/Hércules en una hidria del siglo V de Midias, actualmente en Londres.3 A veces se las llamaba Doncellas de Occidente, Hijas
del Atardecer o Erythrai, ‘Diosas del Ocaso’, todas ellas designaciones
aparentemente ligadas a su imaginada situación en el distante oeste. Hésperis es
apropiadamente la personificación del atardecer (como Eos es la del amanecer) y la estrella vespertina es Héspero. Además de
cuidar del jardín, se decía que obtenían gran placer al cantar.
A veces eran
retratadas como las hijas vespertinas de Nix (la Noche), tanto sola4 como con Érebo (la
Oscuridad),5 de la misma forma que Eos en el más lejano este, la Cólquida, era la hija
del titán solar Hiperión. Según otras fuentes eran hijas de Atlas o de Zeus y bien Hésperis o Temis, o de Forcis y Ceto.
Eritía (‘la roja’) era una de las Hespérides. Este nombre se
aplicaba a la isla cercana a la costa del sur de Hispania que fue la
ubicación de la colonia púnica original de Gades (actual Cádiz). Plinio el Viejo recoge sobre
esta isla de Gades: «En el lado que mira hacia Hispania, a unos 100 pasos de distancia, hay otra isla larga, de unas 3 millas
de ancha, sobre la que estuvo la ciudad original de Gades. Por Éforo y
Filístides es llamada Eritea, por Timeo y Sileno Afrodisias, y por los nativos
la Isla de Juno.»6 La isla era el hogar de Gerión, que fue
derrotado por Heracles.
El Jardín de
las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o bien toda una
arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos
fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar
de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como
no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien
cabezas llamado Ladón como custodio añadido.
Después de que Heracles completase sus
primeros diez trabajos, Euristeo le asignó dos
más afirmando que no contaban ni el de la Hidra (porque le
había ayudado Yolao) ni el de los
establos de Augías (porque fue pagado por él, o porque los ríos hicieron el trabajo). El
primero de estos dos trabajos adicionales fue robar las manzanas del Jardín de
las Hespérides. Heracles capturó primero al anciano del mar (halios geron),7 el dios marino que cambiaba de forma, para saber
dónde estaba ubicado dicho jardín.8
En algunas
variantes Heracles conoce al principio o al final de su trabajo a Anteo, quien era invencible siempre que estuviese en
contacto con su madre, Gea, la Tierra. Heracles lo mató sujetándolo en vilo y aplastándolo con un
fuerte abrazo.9
Heródoto afirma que Heracles se detuvo en Egipto, donde el rey Busiris decidió hacer de él su sacrificio anual, pero
Heracles rompió sus cadenas.
Llegando
finalmente al Jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro
ofreciéndose a sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (Atlas podría tomarlas
en esta versión porque era el padre de las Hespérides o tenía algún parentesco
con ellas). Al volver, Atlas decidió no aceptar los cielos de vuelta, y en su
lugar se ofreció a llevar las manzanas a Euristeo él mismo, pero Heracles
volvió a engañarlo aceptando quedarse en su lugar a condición de que Atlas
sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas
accedió, y entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.
Hay otra
variante de la historia en la que Heracles era la única persona que robaba las
manzanas (además de Perseo), si bien Atenea las devolvía luego a su lugar correcto en el jardín. Eran consideradas por
algunas las mismas «manzanas de dicha» que tentaron a Atalanta, frente a la «manzana de la discordia» usada por Eris para provocar un concurso de belleza en el Olimpo
(que terminaría dando lugar a la Guerra de Troya).
12.- Cerbero
En la mitología
griega, 'Cerbero' (en griego Κέρβερος Kérberos, ‘demonio del pozo’), también
conocido como Can Cerberos, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas,
con una serpiente en lugar de cola.
Cerbero
guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos
no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Era hijo de Equidna y Tifón, y
hermano de Ortro. La existencia de un perro infernal en la entrada de los
infiernos parece que ya estaba presente en la mitología indoeuropea original, pues
aparece en los mitos de otros pueblos indoeuropeos, como es el caso del perro
ensangrentado Garm en la mitología escandinava.
El último de
los doce trabajos de Heracles fue capturar a Cerbero. Viajó primero a Eleusis
para ser iniciado en los misterios eleusinos y aprender así cómo entrar y salir
vivo del Hades, y de paso para absolverse a sí mismo de la culpa por haber
matado a sus hijos. Encontró la entrada al inframundo en Ténaro. Atenea y
Hermes le ayudaron a traspasar la entrada a la ida y a la vuelta. Gracias a la
insistencia de Hermes y a su propio aspecto fiero, Caronte le llevó en su barca
a través del Aqueronte.
Mientras estaba
en el inframundo, Heracles liberó a Teseo, pero la tierra tembló cuando intentó
liberar a Pirítoo, por lo que tuvo que dejarlo atrás. Ambos habían sido
encarcelados por Hades, quien los había sujetado mágicamente a un banco cuando
intentaron secuestrar a Perséfone. Dicha magia era tan fuerte que cuando
Heracles tiró de Teseo para liberarlo, parte de los muslos de éste quedaron
pegados al banco, lo que explicaría por qué sus descendientes tenían muslos
notablemente delgados
En algunas
versiones, Heracles simplemente pidió permiso a Hades para llevarse a Cerbero,
a lo que éste accedió siempre que Heracles no hiciera daño al perro, pero en
otras versiones Heracles disparó una flecha a Hades. Tras esto, en algunas
versiones Heracles luchó con el perro y lo arrastró fuera del Hades, pasando
por la cueva Aquerusia, pero en otras Heracles trató con amabilidad al fiero
perro por primera vez, y éste le acompañó afuera dócilmente.
La constelación
de Piscis no estuvo siempre asociada con dos peces, pues el pez estelar
original era Piscis Austrinus. También se creyó que eran dos personas, unidas
(que en algunas historias eran transformadas en peces, lo que terminó
evolucionando a simples peces). Ambas estarían unidas bajo la eclíptica, el
área que se creía que representaba el inframundo. La eclíptica, el tránsito del
sol, corta dicho vínculo. Uno de ellos queda prácticamente fuera (el más
occidental) y el otro parece seguir unido a la eclíptica y dirigirse hacia
abajo (el más oriental). Sin embargo, parte del primero sigue unida.
El que la
persona que Heracles logró liberar de su trampa en el inframundo sea Teseo
indica el conocimiento de que los mitos sobre él le relacionan con la reina de
las amazonas, y de que por tanto deben aparecer en la siguiente historia como
compañero de Heracles. Este énfasis en la continuidad está posiblemente
relacionado con el hecho de que la constelación que representa la siguiente
historia también aparece parcialmente sobre Piscis.
Bajo Piscis
está la constelación Cetus, normalmente considerado un monstruo marino o una ballena.
Sin embargo, es igualmente posible verlo como dos puertas cerradas con sus
postes y un grupo de tres estrellas tras el centro de ambas. Dado que miran
hacia la eclíptica y están muy cerca de ella, dichas puertas serían las del
inframundo, que estaría bajo la eclíptica. El guardián de las puertas del Hades
era tradicionalmente Cerbero, que tenía tres cabezas, una asociación que
requiere el uso de las tres principales (aunque comparativamente débiles)
estrellas de la constelación moderna de Fornax a modo de cola.
Dado que
Cerbero era considerado un elemento permanente del Hades, poco podía ocurrirle
que le hiciese daño. Al no haber ninguna otra constelación en esta región, poca
historia más podía dársele aparte de la de hacer algo no permanente, como moverle
al otro lado de las puertas.
Alternativamente,
una versión anterior podría no haber incluido la historia de Teseo encarcelado,
lo que podría haber sido una reelaboración posterior del papel de las
constelaciones en la historia. En tal caso, la rama de Piscis que no escapa de
la eclíptica podría haberse destinado a representar el consiguiente ascenso de
Cerbero (pero aún atado, y teniendo por tanto que volver al final).
En sus
trabajos, Heracles iba acompañado a menudo por su erómeno: su sobrino Yolao.
Aunque se suponía que sólo tenía que realizar diez trabajos, esta ayuda hizo
que tuviera que sufrir dos más. Euristeo
no tuvo en cuenta el trabajo de la Hidra (en el que lo ayudó Yolao) ni el de
los establos de Augías (porque se le pagó a cambio o, según otras versiones,
porque fueron los ríos los que habían hecho el trabajo), por lo que le mandó
dos más, que convertirían el total de diez en un total de doce.
Muerte de
Heracles
Tras concluir
sus doce trabajos, Heracles se dirigió a Ecalia. Allí reinaba Éurito, quien
había enseñado a Heracles a manejar el arco cuando el héroe era joven. Éurito
estaba convencido de que nadie superaría a él ni a sus hijos en el dominio de
aquella arma, y por eso prometió entregar a su hija Yole en matrimonio a quien
lo venciera en una competición de tiro con arco. Heracles llegó dispuesto a
aceptar el desafío y se impuso con gran facilidad sobre Éurito y sus hijos. Sin
embargo, el rey se negó a darle la mano de su hija, pues Éurito ya sabía lo que
Heracles hizo con su antigua esposa, y no quería que le hiciese lo mismo a su
pequeña Yole. Al sentirse rechazado, Heracles sufrió un rapto de ira, blandió
su espada e impuso una gran batalla con el rey. Dos de sus hijos pelearon con
su padre, pero el más pequeño peleó con Heracles, mas, él sabía que su causa
era justa. Sin embargo en el fragor del combate, Heracles no distinguió entre
sus enemigos y sus amigos, y el pequeño Ífito salió despedido desde la torre en
la que peleaban. Heracles, al volver a matar a un inocente, regresó al Oráculo;
su purificación estaba clara. Tenía que servirle a la reina Ónfale de Lidia,
durante 3 años. La reina Ónfale, cuando estaba a solas con Heracles, lo
humillaba, haciéndole vestirse con un largo manto, como si fuese mujer, y le
hacía hilar el lino a los pies de su cama. A los 3 años, Heracles, a su
libertad, tras muchas aventuras, llegó a Calidón, en Etolia, donde le dijo a
Deyanira que su hermano Meleagro le echaba de menos. Deyanira era tan hermosa
que Heracles, a los pocos días, se casó con ella. Durante un viaje, la pareja
tuvo que cruzar el río Eveno. El centauro Neso se ofreció en llevar a Deyanira
sobre su grupa mientras Heracles atravesaba la corriente a nado. Neso se había
enamorado de Deyanira, y cuando se halló en tierra firme, galopó para raptarla.
Al ver a su esposa en peligro, Heracles disparó una flecha contra Neso, que le
acertó en el corazón. Mientras el centauro agonizaba le dijo a Deyanira que
tomara un poco de su sangre: -Cuando sientas que empiezas a perder el cariño de
Heracles, úsala sin dudarlo y recuperarás su amor al instante. Heracles regresó
a Ecalia y raptó a Yole.
Para celebrar la victoria sacrificó doce bueyes en honor a Zeus. Heracles encargo a Deyanira una túnica pues la que llevaba estaba estropeadísima para tal acontecimiento. Deyanira, muerta de celos, echó la sangre de Neso en la túnica de Heracles. Sin embargo, la sangre de Neso no era un talismán, si no un veneno mortal de devastadores efectos. Cuando Heracles se arropó la túnica, su piel se quemaba; se tiró al río, pero se puso peor. Cuando Deyanira se enteró, se hundió un puñal en el pecho, y Heracles acabó muriendo con la piel del león de Nemea, su masa, su arco y tales flechas del veneno de la hidra de Lerna. Tal y como cuenta la historia, la muerte de Heracles fue una gran pérdida para los humanos.
http://dr-harvey-rivadeneir.wix.com/harvey-md-1#
Para celebrar la victoria sacrificó doce bueyes en honor a Zeus. Heracles encargo a Deyanira una túnica pues la que llevaba estaba estropeadísima para tal acontecimiento. Deyanira, muerta de celos, echó la sangre de Neso en la túnica de Heracles. Sin embargo, la sangre de Neso no era un talismán, si no un veneno mortal de devastadores efectos. Cuando Heracles se arropó la túnica, su piel se quemaba; se tiró al río, pero se puso peor. Cuando Deyanira se enteró, se hundió un puñal en el pecho, y Heracles acabó muriendo con la piel del león de Nemea, su masa, su arco y tales flechas del veneno de la hidra de Lerna. Tal y como cuenta la historia, la muerte de Heracles fue una gran pérdida para los humanos.
http://dr-harvey-rivadeneir.wix.com/harvey-md-1#
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