El Ideal de la Iluminación Humana
Un libro escrito por Sangharákshita
Originalmente una serie de charlas dadas en Nueva Zelanda.
Titulo original en ingles: Human Enlightenment. (c) Sangharákshita 1980
Traducción
Cuando un
budista piensa en el Dharma, o lo que en Occidente se conoce como budismo,
generalmente, lo primero que le viene a la mente es la figura del "Buda",
es decir "el Iluminado". Resulta interesante que aún los que no son
budistas se imaginan la figura del Buda, al pensar en el budismo. Puede que no
sepamos nada de las enseñanzas budistas, pero al menos habremos visto una
estatua o una imagen del Buda. Quizás esta estatua o imagen ya nos sea bastante
familiar, y tal vez hasta experimentamos cierta emoción al contemplarla.
Entonces nos preguntamos, ¿qué es lo que representa esta imagen o figura? Nos
muestra un hombre en la plenitud de su vida, bien formado, bien parecido,
sentado en la posición de flor de loto, debajo de un árbol, con sus ojos
cerrados y una suave sonrisa en los labios. La figura nos deja la impresión de
solidez, estabilidad y fortaleza, y al mismo tiempo muestra una calma absoluta.
Sin embargo, lo más encantador de toda la figura es su cara. Esta refleja algo
muy difícil de expresar con palabras. Al detenernos a observar la faz de esta
figura, concentrando en ella toda nuestra atención, notamos que parece tener
vida, parece estar iluminada, y en su luz se refleja una compasión y sabiduría
infinitas, así como una felicidad inefable. Esta es, pues, la estatua o imagen
del "Buda", "el Iluminado". Por lo general las estatuas o
imágenes del Buda, representan a Sidarta Gautama, el Buda histórico fundador
del budismo. Aquel gran maestro hindú que vivió alrededor de los años 500 antes
de Cristo. Sin embargo, la figura o imagen del Buda tiene además un significado
más profundo, más amplio y más simbólico: representa el Ideal de la
Iluminación Humana, tema que vamos a tratar en este capítulo.
La Iluminación
Humana es el objetivo principal del budismo, de hecho su preocupación central;
es el aspecto más básico y fundamental, tanto en la teoría como en la práctica.
En este capítulo trataremos de explicar lo que es la Iluminación, y más
específicamente, lo que significa la Iluminación Humana.
Antes de
adentrarme en la materia, quiero dedicar unos momentos a explorar los
diferentes significados de la palabra Ideal. ¿Qué queremos decir cuando
hablamos del Ideal de la Iluminación Humana? ¿Qué significado tiene aquí la
palabra Ideal? Sin querer repetir definiciones del diccionario, menos aún
entrar en cuestiones metafísicas, lo que nos concierne para el propósito de la
presente discusión, es mas que nada el significado de la palabra
"Ideal" en su uso coloquial y ordinario.
En primer
lugar, el término ideal se usa para denotar el mejor ejemplar imaginable de una
clase determinada. Por ejemplo, en Londres, cada verano hay una exhibición
conocida como la "Exhibición del hogar ideal". Miles, quizás cientos
de miles de personas visitan esta exhibición y se pasean por los diferentes
departamentos donde se exhiben: "cocinas ideales", "baños
ideales", "garajes ideales", "afeitadoras ideales",
"espejos ideales", "neveras ideales", "sillas
ideales",... Así pues, en esta exhibición se pueden encontrar cientos de
artículos diferentes, que se dice son "ideales"; es decir que son los
mejores imaginables en su clase respectiva. Aunque sin duda alguna, los
diferentes promotores tienen ideas diferentes con respecto a cual es el mejor
ejemplar. Se dice que cada uno de estos artículos lleva a cabo una función para
la cual fue diseñado, de la mejor manera posible; y todos estos artículos
juntos, llegan a formar "el hogar ideal", es decir el mejor hogar
imaginable: el hogar donde todo funciona perfectamente, el hogar en el que
todos desearían vivir si tuviesen el dinero suficiente para comprarlo.
De la misma
manera se habla de la esposa ideal, aquella que es una buena cocinera, buena administradora,
que mantiene el hogar ideal en perfecto orden, que lleva a su esposo al trabajo
y que se ríe de sus chistes. También se habla del esposo ideal, las vacaciones
ideales, el clima ideal, el empleo ideal, el jefe ideal, etcétera. En otras
palabras, hablamos de algo que es lo mejor imaginable en su clase, de algo que
lleva a cabo su función perfectamente. Este es el primer uso de la palabra
ideal.
En segundo
lugar, el término "ideal" significa "modelo" o
"patrón", es decir algo que puede tomarse como ejemplo, que se puede
imitar, emular o copiar. Actualmente el uso de la palabra ideal como patrón, es
menos común que el anterior, aunque ambos significados sean parecidos. Se puede
notar claramente que el hogar ideal no es solo el mejor hogar imaginable, sino
que también es el hogar modelo, el patrón a seguir para todos los hogares. Este
segundo significado de la palabra ideal nos da a entender que lo ideal también
implica una especie de comparación entre "lo real" y "lo
ideal". En el ejemplo del hogar ideal, la comparación existe entre el
hogar que tenemos, lo real, y el hogar que desearíamos tener, lo ideal, si
estuviese a nuestro alcance.
Existe además
un tercer uso de la palabra ideal, que distinguiremos con un ejemplo. Si
preguntamos a un amigo qué desearía hacer después de jubilarse, tal vez nos
dirá que desearía irse a una isla tropical, con un clima maravilloso, con
hermosas playas y que desearía permanecer allí el resto de su vida, olvidándose
de todo. Y luego él nos dirá: "Pero en fin, esto es solo un ideal, así que
no lo lograré nunca". En este caso la palabra ideal denota un estado que
es considerado altamente deseable, ciertamente imaginable, que incluso, puede
conocerse muy claramente, pero que al mismo tiempo se le considera, por alguna
razón, imposible de lograr. Estos son pues los tres usos coloquiales de la
palabra ideal.
Al haber
discernido un poco los diferentes significados de la palabra ideal, pasemos
ahora a considerar un punto de suma importancia, y con esto empezaremos a tocar
el tema central de este capítulo. Hemos hablado del hogar ideal y ya todos
sabemos lo que esto significa. Hemos hablado también de la esposa ideal, del
esposo ideal, del empleo ideal... incluso hemos hablado hasta de la batidora
ideal, y sin embargo nos hemos olvidado de lo más importante, nos hemos
olvidado del ser humano, nos hemos olvidado de la persona que usa todos estos
artefactos, de la persona que entra en todas estas relaciones. Cabe preguntar
ahora: ¿qué ha sido del ser humano? Nos hemos olvidado de él, lo que ocurre muy
frecuentemente en medio de las complejidades de la vida moderna. Deberíamos
poder responder a la pregunta de cuál es el ser humano ideal. Todos creemos
saber cual es el tipo de hogar ideal, el tipo de mujer o marido ideal; pero tal
vez nunca hemos llegado a considerar la pregunta ¿cuál es el mejor tipo de ser
humano imaginable? No sólo el mejor miembro de un grupo determinado, el mejor
tipo de ser humano per se, el mejor tipo de persona como persona. Esta pregunta
es de suma importancia, y a nosotros como humanos nos conciernen directamente.
Debemos tratar de responder la pregunta ¿cuál es el ideal de nuestra vida? Para
el budista la respuesta es muy clara, muy sencilla, e incluso categórica: el
hombre ideal es el hombre iluminado, el Buda. Podemos decir que el ideal para
todo el ser humano es la Iluminación, la Budeidad.
Ahora bien,
esta respuesta crea, a su vez, tres preguntas más a las cuales debemos
responder. Primero ¿qué es la Iluminación? Segundo ¿cómo sabemos que este
estado que llamamos Iluminación es el estado ideal para el hombre? Tercero ¿de
dónde proviene este Ideal, dónde se originó? Responderemos una a una estas
preguntas y luego, quizás, tendremos una buena idea, o por lo menos una idea
original de lo que quiere decir el título de este capítulo: "El Ideal de
la Iluminación Humana".
¿Qué es la
Iluminación?
En todas las
tradiciones budistas se afirma que la Iluminación comprende esencialmente tres
cosas. En primer lugar se habla de la Iluminación como un estado de conciencia
clara, pura y radiante. Algunas escuelas afirman que en el estado de conciencia
Iluminada no existe separación entre sujeto y objeto, que no hay "mundo
interior" ni "mundo exterior". Al trascender totalmente "la
dualidad sujeto-objeto", como suele llamarse, la experiencia es un
continuo de conciencia clara, pura y homogénea, que se extiende en todas
direcciones. Además, en este estado de conciencia, se aprehende la Realidad de
las cosas tal y como son, no como objetos percibidos a través de los sentidos
sino penetrando su esencia Trascendental. Por esta razón, se dice que la
Iluminación es la "Conciencia de la Realidad", un estado de
Conocimiento Superior. Pero ese "Conocimiento" no debe confundirse
con el saber ordinario que está dentro del marco dualístico sujeto-objeto,
derivado de la percepción a través de los sentidos y de la razón. La
Iluminación es un estado de visión espiritual directa, intuitiva, sin
intermediarios, sin intelectualización; en el cual todo se concibe clara,
directa e intensamente. Es un estado de visión Trascendental, libre de toda
ignorancia y puntos de vista erróneos; libre de todas esas formas habituales de
pensamientos parcializados, negativos, distorsionados y oscuros, libre de todo
prejuicio y de todo tipo de condicionamiento mental. Así, podemos decir, a
manera de resumen, que en primer lugar la Iluminación es un estado de
conciencia clara y pura, un estado de Visión Espiritual directa, un estado de
Conocimiento Superior. En segundo lugar, pero no menos importante, se encuentra
el hecho de que se dice que la Iluminación es un estado de
"Amor-Compasión" intenso profundo y desbordado, a veces comparado con
el amor de una madre por su único hijo. Por ejemplo, en el Mettasutta (Sutta
sobre el Amor Universal), un texto muy conocido y apreciado, el Buda nos dice:
"Así como una madre protege a su único hijo, aún a costa de su propia
vida, así, debemos desarrollar en nuestro corazón un amor que incluya a todo
ser viviente". Este es el sentimiento, esta es la actitud que debemos cultivar.
Cabe notar que el Buda no habla solo de seres humanos, sino de todo ser
viviente, de todo ser sensitivo, todo ser que se mueve. El corazón de la
persona Iluminada está lleno de ese tipo de "Compasión" infinita.
Además, las tradiciones budistas nos dicen que esta compasión consiste en un
deseo urgente y muy profundo por el bienestar, la felicidad y el desarrollo de
todos los seres; un deseo de que todo crezca y se desarrolle, y que finalmente
logre alcanzar la Iluminación. Es, pues, esta Compasión infinita, desbordada y
que se extiende a todos los seres, el segundo aspecto del estado de
Iluminación. En tercer lugar, se dice que la Iluminación es un estado de
energía mental y espiritual inagotable e inconmensurable. Una ilustración muy
concreta de esto podemos encontrarla en la vida de Sidarta Gautama, el Buda.
Como se sabe, Sidarta Gautama alcanzó la Iluminación a los 35 años, dedicándose
luego a enseñar y comunicar su sabiduría hasta los 80 años, a pesar de que su
cuerpo físico se debilitó mucho con la vejez. En una ocasión oímos al Buda
decir: "mi cuerpo es como una carreta vieja, toda rota y que ha sido
remendada muchas veces; que a duras penas se mantiene andando, sujetada con
pedazos de alambre. Pero a pesar de todo, mi mente es tan vigorosa como siempre.
Aunque mi cuerpo esté decrépito y tengan que llevarme en hombros de un lugar a
otro, todavía puedo enseñar a todo aquel que acuda a mí, todavía puedo
responder vuestras preguntas. Mi vigor intelectual y espiritual no ha
disminuido a pesar del estado tan débil de mi cuerpo". Aquí podemos ver
que el estado de Iluminación se caracteriza, además, por un dinamismo
inagotable. Se dice entonces, que la Iluminación es un estado de energía
inagotable y de espontaneidad absoluta, que se vuelcan continuamente en una
acción creativa ininterrumpida. La Iluminación es, pues, un estado de perfecta
libertad, ausente de toda clase de limitación subjetiva.
Esto es lo que
se entiende por Iluminación en las tradiciones budistas. Ahora bien, cabe
preguntar ¿hasta qué punto puede describirse de esta manera el estado de la
Iluminación? ¿Hasta que punto pueden enumerarse sus diferentes aspectos? El
estado de Iluminación en realidad puede describirse con mayor exactitud de una
manera dinámica; así podemos decir que su aspecto de conocimiento superior pasa
a ser Amor y Compasión que se transforman en Energía espontánea y creativa;
esta a su vez se transforma en conocimiento superior, y así sucesivamente. En
realidad no podemos aislar un aspecto del otro. Sin embargo en las tradiciones
budistas encontramos estas descripciones ordenadas debido a que resultan muy
útiles para enseñar; y aunque aparezcan bajo conceptos, nos ayudan a apreciar,
por lo menos un poco, lo que es la Iluminación. Si después de este contacto
inicial queremos profundizar nuestro conocimiento acerca de la Iluminación,
tendremos que leer las descripciones más poéticas y extensas, que provienen
preferentemente de las escrituras budistas, y tendremos, además, que comenzar a
practicar la meditación, para así tratar de vislumbrar ese estado sublime en
nuestra propia experiencia meditativa. Así, cuando en el budismo hablamos de la
Iluminación, nos referimos a este estado de Conocimiento Superior, Amor,
Compasión y Energía.
¿Cómo
sabemos que la iluminación es el ideal para el ser humano?
Antes de
intentar responder a esta pregunta debemos distinguir dos tipos de
"ideal". Puesto que no hay términos precisos que les correspondan,
nosotros les llamaremos "Ideales naturales" e "Ideales
artificiales". Un ideal natural es aquel que corresponde a la naturaleza
del ser, mientras que el ideal artificial se impone desde fuera, de una manera
artificial. Así, volviendo a lo dicho sobre "el hogar ideal" notamos
que por más lujoso, conveniente y hermoso que éste sea, no resultaría ideal
para un inválido en silla de ruedas si tuviera escaleras en su interior. Tanto
como la vida de Henry Ford no sería ideal para alguien con temperamento de
artista. Estos dos son ejemplos de ideales artificiales.
De acuerdo con
esta distinción podemos decir que el Ideal de la Iluminación no es un ideal
artificial, porque para el humano éste no es una imposición arbitraria externa,
sino que corresponde con su propia naturaleza. Aún más, podemos afirmar que el
ideal de la Iluminación es "El Ideal" natural para el ser humano,
porque éste corresponde tanto a su naturaleza intrínseca como a sus necesidades
más profundas. Esto lo podemos explicar de dos maneras; hemos hablado de la
Iluminación, la que aún al ser entendida de un modo intelectual, puede
parecernos un estado bastante remoto y algo muy lejano a nuestra experiencia.
Sin embargo, al fijarnos un poco podemos encontrar esas cualidades que
constituyen el estado de la Iluminación en el ser humano. Así que estas
cualidades no son completamente ajenas al hombre, sino más bien naturales, es
decir, intrínsecas a su naturaleza humana. En cada hombre, mujer y aún en cada
niño hay elementos del conocimiento de la Realidad por muy remoto y lejano que
éste sea; experimentamos esos sentimientos de Amor y Compasión, por limitados y
exclusivos que sean, así como cierta energía por poca y vulgar que sea. Todas
estas cualidades se encuentran en el ser humano en cierto grado; y de hecho,
son las cualidades que lo distinguen de los animales. En el estado de
Iluminación estas cualidades humanas están desarrolladas completa y
perfectamente, en un grado que es difícil de imaginar. Entonces, el que el ser
humano posea las semillas de las cualidades que constituyen la Iluminación crea
una afinidad natural con el Ideal por alcanzar este estado, y que al
encontrarlo pueda responder positivamente. Por esta razón, aunque se nos hable
de la Iluminación en términos muy elevados y sublimes, tales como Conocimiento
Absoluto, Visión de la Realidad, Amor y Compasión Infinitos hacia todos los
seres, estos términos no nos resultan totalmente ajenos y sin sentido.
Experimentamos cierta emoción hacia el Ideal de la Iluminación porque las
semillas se encuentran en nosotros, en nuestra propia experiencia; así podemos
responder positivamente al encontrarlo, en cualquier momento aún bajo formas
distorsionadas.
También
podemos ver que la Iluminación es el Ideal natural para el hombre porque, al
fin y al cabo, esto es lo único que puede darle plena satisfacción, lo único
que puede hacerlo completamente feliz. Aunque disfrutemos todos los placeres
del mundo y poseamos todas las riquezas materiales, siempre habrá un vacío en
nuestros corazones. En las tradiciones budistas esto se conoce como dukkha o
sufrimiento. Hay tres tipos de dukkha: el primero es simplemente el
sufrimiento que es sufrimiento, es decir el que experimentamos por medio de una
herida física o mental; el segundo tipo de dukkha es el sufrimiento que
resulta del cambio y la transformación de las cosas, debido a nuestro apego a
los objetos que nos proporcionan placer; el tercer tipo de dukkha es el
sufrimiento de todo lo que es la existencia condicionada, es decir el
sufrimiento que experimentamos porque no hemos alcanzado la Iluminación. Aunque
hayamos logrado obtener y conservar el éxito y las riquezas, que nos
proporcionan placer, todavía nos quedará un rincón vacío en nuestros corazones,
que sólo se llenará cuando logremos alcanzar el estado de Iluminación. De igual
forma, podemos ver que el ideal natural para el ser humano es la Iluminación,
porque el ser humano verdadero, el individuo genuino, en el fondo, nunca se
sentirá satisfecho con nada que no sea el estado de la Iluminación. Si
adoptamos el lenguaje teísta de San Agustín podemos decir: "Tú nos has
hecho para ti y nuestros corazones estarán ansiosos hasta encontrar descanso en
ti".
¿De dónde
proviene el Ideal de la Iluminación?
El ideal de
iluminación tiene sus orígenes en la vida misma, en la historia humana; y de
hecho no podría venir de ninguna otra fuente. Evidentemente, el ideal del ser
humano debe nacer de sí mismo. Si miramos el pasado y examinamos nuestra
historia podremos distinguir varios personajes que alcanzaron el estado de
Iluminación, que cruzaron el abismo entre lo real y lo ideal. Personajes que
lograron desarrollar completamente esas facultades espirituales, que en la
mayoría de las personas se encuentran en "forma germinal". En nuestra
historia podemos encontrar ejemplos de individuos, que han sido en vida la
perfecta personificación del ideal de la Iluminación. En particular, al
examinar la historia oriental -la historia de la India- notamos la figura del
Buda. Vemos la figura de un joven hindú, quien, hace unos 2,500 años, alcanzó
el estado de Iluminación o Bodhi, como se le conoce en las escrituras
budistas, y que significa "Conocimiento" o "Despertar". El
fue quien, después de alcanzar la Iluminación, inició la gran revolución, la
gran tradición espiritual que ahora conocemos como budismo.
A estas
alturas me gustaría aclarar ciertos malentendidos que existen con relación al
Buda y al budismo. Al comienzo he dicho que aún muchas personas que no son
budistas conocen, por lo menos, la imagen del Buda, y que tal vez ésta ya les
resulte bastante familiar. Sin embargo, el que se haya visto la figura muchas
veces no implica que se sepa claramente lo que ella representa. Hay muchos que
conocen la figura del Buda sin saber quien o que fue; de hecho, ha habido mucha
confusión y graves malentendidos con respecto al Buda. Existen dos tipos de
opinión errónea, que merecen nuestra atención: la primera nos dice que el Buda
fue un hombre común y la segunda que el Buda fue un Dios. Ambos malentendidos
provienen de un tipo de enfoque cristiano o al menos teísta; es decir, en donde
se concibe la existencia de un Dios personal, un ser Supremo Creador del
Universo, que gobierna todo con su providencia.
En todo el
cristianismo ortodoxo, como sabemos, Dios y el hombre son dos seres totalmente
diferentes; Dios se encuentra allá arriba, en tanto que el hombre está aquí
abajo, y entre ellos existe un abismo insuperable. Dios es el creador, ha
creado al hombre del polvo para llevarlo a la existencia. Según ciertas
versiones, el hombre ha sido creado de una manera muy similar a la forma que
crea una vasija el alfarero. Además, Dios es puro, Dios es sagrado, sin pecado;
por el contrario el hombre es pecador y nunca podrá llegar a ser como Dios;
esto sería absurdo para el cristiano ortodoxo. Incluso Dios no puede llegar a
ser hombre, con la única excepción de Jesucristo, que en el cristianismo, es la
encarnación misma de Dios. Entonces, desde el punto de vista cristiano, solo
existen tres categorías para distinguir a los seres: Dios, el hombre -es decir
el hombre pecador- y Jesucristo -la encarnación de Dios-. Ahora bien, ¿en qué
categoría está el Buda? ¿Cómo aplica su criterio el cristiano ortodoxo al
encontrarse con el Buda? Evidentemente para el cristiano ortodoxo el Buda no
puede ser Dios, ya que para él, Dios hay solo uno; tampoco puede ser una
encarnación de Dios, porque Dios se encarnó sólo una vez para que naciera
Jesucristo. Así que solamente queda una alternativa: la del hombre. Por lo
tanto el cristiano ortodoxo al enfrentarse con el Buda, lo considera como un
hombre normal, esencialmente igual que todos; tal vez, mejor que la mayoría.
Pero por más bueno que haya sido se le sigue considerando inferior a Dios y a
Jesucristo. Entonces este es el primer malentendido con el Buda.
Pasemos ahora
a examinar el segundo, que se deriva del primero. Los eruditos cristianos
sostienen que aunque el Buda haya sido tan solo un hombre ordinario, sus
seguidores lo convirtieron en un Dios. A veces pueden hasta encontrarse libros
en la época moderna, donde se afirma que el Buda fue deificado por sus
seguidores después de su muerte. Nos dicen que esto lo indica el hecho de que
los budistas veneran al Buda, y evidentemente, sólo puede venerarse a un Dios.
Para el cristiano venerar a alguien o a algo implica convertirlo en un Dios.
Ahora bien,
ambos malentendidos se resuelven muy fácilmente. Lo único que tenemos que hacer
es librarnos de nuestro condicionamiento cristiano que afecta, al menos
inconscientemente, hasta a aquellos que ya no se consideran cristianos. Tenemos
que abandonar esa tendencia de ver al Buda desde puntos de vista que no son
budistas. Debemos recordar que el budismo es una tradición atea, es decir, que
no concibe la existencia de un supremo ser creador del universo; de hecho, la
tradición budista desmiente abiertamente la existencia de tal ser. De hecho el
Buda consideró que la creencia de un Dios personal era un obstáculo para la
vida espiritual.
Veamos ahora
las siguientes cuestiones: ¿quién o qué fue el Buda? ¿Cuál es la actitud de los
budistas hacia él? ¿Cómo se vio el Buda a sí mismo? En primer lugar, el Buda
fue un hombre, un ser humano, pero no un ser humano ordinario sino un hombre
Iluminado. Un hombre que llego a ser en vida la personificación del
Conocimiento perfecto, el Amor y Compasión infinitos y la Energía inagotable.
Pero él no nació siendo un hombre extraordinario, alcanzó la Iluminación como
resultado de su propio esfuerzo, desarrollando al máximo su potencial, que tan
solo era una semilla. De modo que el budismo reconoce dos categorías de seres
humanos: un ser humano ordinario y un ser humano Iluminado. Ahora bien, aunque
la distancia entre ellos no sea insuperable como lo es entre Dios y la persona,
para el cristiano, es una distancia enorme y para atravesarla se requiere de un
esfuerzo tremendo. De hecho hay budistas que creen que para alcanzar la Iluminación
es necesario mantener un esfuerzo constante a través de toda una sucesión de
vidas, ya sea en la tierra o en otros planos superiores de la existencia. Por
esta razón se considera que el hombre Iluminado pertenece a una categoría de
ser independiente. Desde el punto de vista budista, el ser Iluminado es el ser
más sublime de todo el universo, más aún que los dioses, y por esta razón se le
venera. Se le venera en agradecimiento por habernos indicado el camino, por
habernos dado el ejemplo, por habernos demostrado lo que es posible, lo que
nosotros también podemos llegar a ser. En otras palabras, el Buda es venerado
no como Dios, sino como maestro, como Ser Ejemplar, y como Guía.
Cabe notar que
Gautama Buda es muchas veces llamado Lokajyestha. En Occidente Gautama
Buda se conoce simplemente como Buda, no obstante en Oriente hay una serie de
títulos con que puede aludírsele. Entonces al Buda se le conoce también como Tathagata,
Bhagavan, Arahant, Lokajyestha, etcétera. El término Lokajyestha
quiere decir hermano mayor del mundo o hermano mayor de la humanidad. El Buda
es llamado Lokajyestha porque, espiritualmente, fue el primero en nacer.
En las escrituras budistas a veces se presenta al Buda diciéndole a sus
discípulos: "vosotros sois mis verdaderos hijos, nacidos de mi boca,
nacidos de las Enseñanzas; herederos de riquezas espirituales, no herederos de
cosas mundanas". En otras ocasiones en la Vinaya Pitaka, o Cesta de
la Disciplina, se compara al Buda con el primer pollo que emerge en un nido de
huevos. Este, al nacer, comienza a picotear las cáscaras de los otros huevos,
ayudando a los otros pollos a terminar de nacer. Así, nos dicen, es el Buda el
primero en salir de la cáscara de la ignorancia, la cáscara de la ceguera y
oscuridad espiritual, despertándonos con sus Enseñanzas y ayudándonos a
surgir.
De todo lo
anterior podemos deducir la concepción budista del ser Iluminado. El Buda
pertenece a una categoría de ser para la que no tenemos equivalente en el
pensamiento o en las tradiciones religiosas occidentales. No es ni Dios, ni
hombre en el sentido cristiano, ni siquiera hombre sin Dios; es decir hombre
por sí mismo. El Buda es una categoría de ser entre Dios y el hombre, y al
mismo tiempo superior a ambos.
Quizás
podremos entender mejor lo que es el ser Iluminado desde el punto de vista del
proceso evolutivo. El hombre es un animal, pero no un animal ordinario. Digamos
que es, por falta de términos más apropiados, un animal racional. El hombre
representa una nueva especie, una nueva mutación, una nueva categoría de ser:
es un animal, pero al mismo tiempo mucho más que un animal, es un ser humano.
De la misma manera, un Buda es un ser humano, pero no uno ordinario, un Buda es
un ser humano Iluminado. El también representa una nueva especie, una nueva
mutación, una nueva categoría de ser; es un ser humano, pero al mismo tiempo
infinitamente más que un ser humano, es un ser humano Iluminado, un Buda.
Así, pasamos
ahora a los malentendidos que hay con respecto al budismo. Estos, como es de
esperar se encuentran muy relacionados con ideas erróneas sobre el Buda. Dado
que el budismo es una religión atea, no puede considerársele realmente una
religión, en el sentido occidental. Hay muchas personas que encuentran
dificultad para entender esto porque siempre han considerado el budismo como
una religión. Tal vez lo han visto concebido de estos modos en una enciclopedia
o en la televisión, y sin duda se adhieren a la vaga idea de que
"religión" significa creer en Dios. Por lo tanto piensan que el
budismo "debe" profesar una creencia en Dios. Pero esto no es mas que
un pensamiento confuso. Algunos piensan que el Budismo debe tener un Dios en
alguna parte, y se esfuerzan exageradamente por encontrarlo; además acusan al
budista de haberlo extraviado o perdido, y hasta de estar escondiéndolo.
Entonces, si
el budismo no es una religión en el sentido cristiano ¿qué es? Podemos
responder a esta pregunta volviendo a nuestra distinción entre lo real y lo
ideal, entre el ser humano ordinario y el ser humano Iluminado. El budismo, o lo
que se conoce tradicionalmente como Dharma, es todo aquello que nos ayuda a
transformar lo real en lo ideal, es todo aquello que nos ayuda a reducir el
abismo que existe entre el estado de la ignorancia y el estado de la
Iluminación. Dicho de otra manera, el budismo es todo aquello que nos ayuda a
desarrollarnos, todo lo que nos ayuda a madurar. Por esta razón, vemos al Buda
diciéndole a Mahaprajapati Gautami, su tía y madre adoptiva, que "Toda
enseñanza que conduzca a erradicar las pasiones, al desapego, a disminuir las
riquezas mundanas, a la frugalidad, a estar contento, a la soledad, a más
energía, al deleite en todo lo bueno; puedes estar segura que estas enseñanzas
son las mismas que las del Buda". De modo que el criterio no es nada
teórico sino mas bien práctico. En el curso de su larga historia, el budismo ha
creado muchas y muy variadas filosofías, instituciones y métodos; todo con el
solo propósito de asistir al ser humano individual en su desarrollo, desde el
estado ordinario hasta el estado del ser humano Iluminado o Buda.
Concluimos de
este modo como empezamos: con la figura del Buda sentado bajo el "árbol
Bodhi", a escasas semanas de su gran despertar. Según una de las versiones
más antiguas, en aquel momento el Buda extendió la mirada sobre el mundo, sobre
toda la humanidad, no con su visión material, sino con lo que llaman su
"visión espiritual". Y al mirar de esta manera, vio la humanidad como
un lecho de flores de loto sobre un lago, algunas estaban sumergidas en el
lodo, mientras que otras apenas emergían y otras estaban completamente fuera
del agua. En otras palabras el Buda vio esas flores, los seres humanos, como
seres en diferentes etapas de crecimiento, en diferentes etapas de desarrollo.
Podemos decir que de esta forma el budismo ha visto a la humanidad desde
entonces: como un lecho de plantas capaces de producir brotes, como brotes
capaces de producir capullos, como capullos capaces de convertirse en flores,
en flores de loto, y más aún, capaces de convertirse en la flor de loto de mil
pétalos. Sin embargo para que los seres humanos crezcan y se desarrollen
necesitan de un guía; su crecimiento no puede efectuarse inconscientemente,
como en el caso de las plantas: los seres humanos sólo pueden crecer por medio
de un esfuerzo consciente. De hecho, podríamos decir que para los seres humanos
el crecimiento implica el desarrollo de la conciencia. Por esta razón el humano
necesita un ideal. No un ideal de su ser parcial, ni un ideal que solo tome en
cuenta ciertas relaciones con la vida, sino un ideal para sí mismo, como ser
humano. Además, este ideal ha de ser un ideal natural, no uno artificial; no
puede imponérsele desde el exterior, sino que debe encontrarse implícito en su
propia naturaleza, en las profundidades mismas de su ser. Debe ser un ideal
que, de hecho, represente la culminación del desarrollo de su potencial, en el
más amplio y profundo sentido. Este es, por lo tanto, el ideal que he tratado
de comunicarles, el Ideal de la Iluminación Humana.
No obstante,
debemos reconocer que en la actualidad hay muchas personas que no creen en
ideales, y menos aún en ideales espirituales. Hay muchos que no creen en la
posibilidad de transformar lo real en lo ideal. En cambio, en la tradición
budista no se duda de esta posibilidad; en el budismo se tiene fe en los
ideales, se tiene fe en el ideal espiritual, el Ideal de la Iluminación Humana.
Y se tiene fe en este ideal porque se tiene fe en el ser humano, en su
potencial creativo. Y debido a esto se le pide que tenga fe en sí mismo, no se
le exige que crea en el budismo, mas bien se le pide que tome el Ideal de la
Iluminación Humana como una hipótesis práctica. En el budismo se le pide que
experimente, que pruebe por sí mismo.
Dr. Guna - Fuentes de Papallacta / Prov. de Napo / Ecuador
Dr. Guna - Fuentes de Papallacta / Prov. de Napo / Ecuador
Dr. Marco Tulio - Dr. Guna - Dr. Harvey
Quito - Ecuador
Maria Eugenia - Dr. Harvey
Canoas - Prov. de Manabi - Ecuador
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