AKSHOBYA
el Buda Azul
Introducción
Este
texto es un capítulo tomado del libro “Meeting the Buddhas” (Conociendo los
Budas) escrito por Vessantara, un miembro de la Orden Budista Occidental. El
libro presenta las figuras de los Budas “arquetípicos” - es decir - Budas simbólicas
sin necesariamente tener una existencia histórica. Vessantara evoca nuestra
imaginación para llevarnos a conocer estas figuras. El Buda Akshobya que
conocemos en el texto presente es uno de cinco budas que componen el importante
“Mándala de los Cinco Budas”.
El libro
original es publicado por Windhorse Publications.
Traducido por Sonia Rodríguez Yada
(Abayagita), México.
Descargado de www.librosbudistas.com
© Vessantara 1993
© Librosbudistas.com 2003
Akshobya.
No puedes recordar cuanto tiempo llevas
viajando, por mucho rato sólo has estado tú, tu balsa y el mar. Es de noche, y
navegas guiado por las estrellas. Por momentos, echando una mirada hacia el
universo, sientes como si la Tierra fuera tu balsa, conduciendo su curso a
través del firmamento hacia algún cielo por mucho tiempo buscado.
Conforme avanza la noche los mares se vuelven
menos turbulentos, los vientos son más favorables y puedes dormir. En tus
sueños, eres un príncipe en busca de tu reino, una sacerdotisa esperando a un
mensajero, hay focos de luz brillante en un escenario vacío. Por un momento
eres el foco, tintineando, brillante. Eres el escenario, infinito en
posibilidades. Entonces una figura de túnica blanca aparece en el resplandor
del escenario. Con un lento gesto abre su capa por su pecho. Hay un universo
dentro de su corazón.
Cuando despiertas, la luz del amanecer está
iluminando el cielo y puedes ver tierra hacia el este. Te diriges hacia ella a
través de un tranquilo y suave mar hasta que eventualmente tu balsa entra a una
bahía en calma. Las aguas tranquilas frente a ti reflejan el contorno de un
extraordinario edificio. Es un palacio hecho de cristal, con ventanas elevadas,
y altas torres incrustadas de zafiros. Está fuertemente construido y cimentado
con vajras doradas.
Levantando tus ojos de los reflejos del agua,
miras el palacio mismo, sus puertas son dos grandes semicírculos, los cuales se
encuentran en una gran luna. Ellas también son de cristal el cuál refleja el
agua, tu balsa y a ti.
Mirando hacia adentro, ves las cosas como son,
en su desnuda simplicidad. Te ves a ti mismo en ese momento, sin juicios, sin
aceptar o rechazar nada - eres sólo un reflejo más en las puertas de la luna.
Después de darte su mensaje, las puertas giran
abriéndose. Estás entrando al reino del Buda Akshobya (inmutable e
imperturbable). Estás siendo admitido en su Tierra Pura, en donde todo es un
recordatorio del Dharma y una motivación en el camino hacia la iluminación.
Akshobya está sentado en el corazón de su
reino, en un inmenso trono de loto azul, sostenido por cuatro enormes
elefantes. El cuerpo del Buda esta hecho de una luz azul profunda, el color del
cielo al anochecer en los trópicos. Tiene pelo oscuro, está vestido con túnicas
ricamente decoradas y sentado en una postura de loto completo. Todo su cuerpo
irradia luz. Su mano izquierda descansa totalmente relajada sobre sus piernas.
Sobre su palma sostiene un Vajra dorado, hacia arriba.
Su mano derecha va hacia abajo, con la palma
hacia adentro. La punta de sus dedos azules apenas tocan el cojín blanco en
forma de luna en el que está sentado. Hay algo que te habla en su gesto. Es un
llegar a casa, golpea el fundamento de la existencia, es la respuesta a todas
las preguntas. Toda su figura transmite inalterable confianza. Está tan firme
que nunca nada podría alterar su postura.
Sonríe y toda la tierra comprende. La cualidad
especial que transmite es sabiduría. Al entender el significado de ese gesto,
todos los habitantes de su Tierra Pura se convierten en sabios, y entran una
etapa del camino a la Iluminación del
cual no hay retorno.
En su corazón hay una sílaba hecha de una luz
azul tenue - hum - símbolo de la integración de lo individual y lo
universal. De su corazón hace eco el mantra que personifica su sabiduría. Su
sonido llega a todos los rincones de su reino, suave y mesurado como el llamado
de un gran tambor: om... vajra...
akshobya... hum.
El sonido del hum tiene toda la certeza
inalterable con la cual un elefante pisa la tierra con su pie sobre. Tiene la
misma cualidad inalterable como los dedos del Buda tocando la tierra. Es una
estampa, un sello de la Realidad. Tal como una acción en un momento del tiempo,
una vez que el momento ha pasado, nunca podrá ser borrado o deshecho.
Viendo y escuchando todo esto, tu mente se
vuelve absolutamente tranquila y en calma. Cada momento es una experiencia
total, la cual tu sientes completa y profundamente. No carece de nada, está
completa como está. Todo es sólo un perfecto reflejo en el espejo de tu mente.
AKSHOBYA Y EL CETRO DEL VAJRA
Ahora que hemos entrado al mándala y hemos
llegado frente a frente con Akshobya (Mikyopa en Tibetano), es tiempo de
aprender un poco más sobre él. La devoción hacia él apareció temprano en la
historia budista y juega un papel central en varios Sutras Mahayana.
En el Sutra Akshobya Vyuha el Buda
Shakyamuni describe la historia de Akshobya. Hace años en una tierra llamada
Abhirati (regocijo intenso) un Buda llamado Vishalaksha encontró a un monje que
quería hacer votos para ganar la iluminación por el bien de todos los seres
vivientes. El Buda le advirtió que ésta sería una tarea ardua ya que para
lograr su objetivo debería renunciar todos los sentimientos de enojo. En
respuesta, el monje tomó una serie de grandes votos; nunca dar paso al enojo o
la malicia, o premeditación o mala intención, nunca comprometerse en la más
mínima acción inmoral, y muchas otras. Durante eones sostuvo sus votos de
manera inalterable (akshobya en Sánscrito) y como resultado llegó a ser
un Buda con ese nombre y creó la Tierra Pura o Campo de Buda (Buddhakshetra
en Sánscrito).
La Tierra Pura es una palabra que expresa la
conciencia iluminada de un Buda. Surge a través de la infinidad de acciones
meritorias que ha realizado. Es un mundo en él que existen las condiciones
óptimas para progresar rápidamente en el camino a la Iluminación. Muchos
seguidores del Mahayana centran su aspiración en renacer en una u otra de las
grandes Tierras Puras descritas en los Sutras Mahayana. La Tierra de Akshobya
se representa situada al este de nuestro mundo, a una distancia impensable, y
como la tierra en la cual él realizó su primer voto, es llamada Abhirati.
La descripción que he dado del reino de
Akshobya en la introducción a este capítulo está diseñada para sobresaltar las
cualidades con las que se le asocia, en lugar de seguir la descripción
tradicional de su Tierra Pura. En el Sutra Akshobya Vyuha, Abhirati se
describe como una tierra en la cual los jazmines y palmeras se mecen con el
viento creando sonidos celestiales que sobrepasan toda música mundana. Es un
mundo en el cuál todos viven en el regocijo del Dharma, abunda la comida y la
bebida, no hay enfermedad y sus mujeres son hermosas, y “nunca sufren dolores
de menstruación”. Lo más importante de todo, quien quiera que re-nazca ahí
logra el estado de no-retorno - ellos alcanzan un estado de desarrollo
espiritual en el cual la Budeidad está asegurada.
Tal vez el sutra más conocido en el que
aparece Akshobya es “la Perfección de la Sabiduría en 8,000 líneas”. Akshobya
es una figura particularmente importante en los Tantras, porque al igual que
todos los Budas del mándala, no está solo. Akshobya es la cabeza de una kula
o “familia” de figuras espirituales.
En su familia se encuentran muchas de las “deidades patrones superiores” (o Yidams
como se llaman en Tibetano) del Tantra Supremo. Encontraremos algunas de estas
figuras en el capítulo veintidós. Aparte de la mayoría de estos yidams, otras
dos figuras, Vajrapani y Vajrasattva, son tan importantes que tienen capítulos
propios (ver capítulos catorce y veinte).
La familia espiritual de Akshobya es llamada
la familia Vajra. El vajra (en sánscrito, dorje en Tibetano) es
el simbólico diamante o trueno diamantino. En el último capítulo encontraremos
una muralla de vajras circundando el mándala. Akshobya tiene un solo Vajra,
como cetro diamantino, colocado recto hacia arriba en su palma izquierda. Es un
emblema de soberanía que tiene Indra, el rey de los dioses en la tradición
Indú. Sin embargo, es mucho más que sólo un signo monacal.
El acertijo estudiantil “¿Qué pasa cuando una
fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible?” tiene una respuesta
en el Budismo Tántrico. Simplemente funde los dos juntos para formar un vajra.
El vajra tiene todas las cualidades inmutables
de un diamante – tan fuerte que nada puede cortarlo ni hacer una impresión en
él. Al mismo tiempo es una fuerza irresistible. Es un pariente oriental del
trueno empuñado por Zeus y Atenea en la mitología Griega, y del martillo de
Thor, el dios de las tormentas en la mitología Nórdica. Es el trueno que puede
destrozar cualquier cosa que se cruce en su camino.
Para el Budismo, es la realidad trascendental la que tiene estas
inmutables e irresistibles cualidades. Todo lo mundano es mutable y cambiante.
Por lo que el vajra se convierte en el símbolo de la realidad y de la sabiduría
intuitiva que la conoce. El vajra se presta a sí mismo para nombrar al Budismo
Tántrico - el Vajrayana. Esta es la clase de Budismo que tiene el punto de
vista de la Realidad Ultima como punto de partida. En casi todos los rituales
tántricos el lama sostiene un Vajra en su mano derecha. Muchas de las ofrendas
en los rituales tántricos también tienen un prefijo con la palabra “vajra”. Por
lo que uno ofrece “Vajra flores” y etc. Todo esto es un recordatorio para ver
todo en términos de su naturaleza vacía.
Se entiende que una punta del vajra representa
las cualidades negativas que nos encadenan a samsara, la otra las cualidades
espirituales que nos liberan. El gran logro del Tantra es que su perspectiva es
lo suficientemente amplia para unir a las dos. Por lo que el mismo eje corre a
través de las dos mándalas. Para el Tantra incluso fuerzas negativas tales como
odio o envidia se ven simplemente como la obra pura de la Realidad. Y más allá
de eso, sugiere que hay correlaciones entre las cualidades negativas y las de
la Iluminación. Re-dirigidas, las energías que están sujetas a la avaricia,
orgullo y otros estados no hábiles pueden ser usadas para alimentar nuestra
persecución de la Iluminación.
Para darle la mayor fuerza posible a este
punto, el Tantra asoció cada aspecto de lo mundano con una cualidad espiritual.
Por ejemplo, viendo la tabla de correlaciones verás que Akshobya está asociado
no sólo con sabiduría sino también con el amanecer, el agua, y la forma e
incluso con el odio, ritos de destrucción y los infiernos.
El Tantra nunca aprobaría el odio dirigido
hacia cualquier ser viviente. No obstante, el odio puede ser redirigido y usado
para aumentar nuestro desarrollo. Cuando tenemos una experiencia de esta
naturaleza, con frecuencia hay una especie de claridad, de fría precisión en la
forma en la cuál vemos los errores en las cosas. Es un estado totalmente
carente de sentimentalidad o vaguedad. Sólo tenemos que ver cuál es el
verdadero enemigo. Una vez que odiamos el sufrimiento y la ignorancia, y
estamos determinados a destruirlos, esa energía nos conduce a la Tierra Pura de
Akshobya en lugar de llevarnos a los infiernos de la violencia y la
desesperación.
Examinar las diferentes correlaciones con cada
uno de los cinco Budas, haría este libro muy largo. He señalado algunas de
ellas al describir sus reinos, otras puedes verlas y reflexionar sobre ellas en
la tabla de correspondencias. Es suficiente que veamos la idea: que para el
Tantra todo es un recordatorio, incluso una expresión de la Realidad. El
amanecer, el color azul, incluso un vaso con agua, todos pueden traernos a
Akshobya a la mente. Cuando ves todo de esta forma, el mundo ordinario de las
apariencias empieza a convertirse en la Tierra Pura.
TOCAR LA TIERRA
Ahora que hemos aprendido un poco sobre
Akshobya y el Vajra, es el momento de contestar una pregunta. ¿Cómo apareció
Akshobya? ¿Cómo es que surgió la tradición de meditar en él? Todas estas
figuras de Budas y Bodhisattvas son contactadas a través de la meditación
profunda. Al retraerte del mundo de los sentidos, aspectos más profundos de la
mente tienen la oportunidad de llegar a ser conscientes. Todo el mándala es una
expresión de la Iluminación a través de símbolos. Más específicamente, la
tradición de Akshobya tiene dos posibles fuentes dentro de la experiencia
meditativa. Estos son el meditar en el Buda histórico y la meditación en la
vacuidad. Veremos cada una de ellas a continuación. Ambas nos conducirán
profundamente dentro del pensamiento Budista.
¿Cómo surgió el Buda Akshobya de la meditación
sobre el Buda histórico? Como veremos, cada uno de los cinco Budas del mándala
personifica cualidades que posee Shakyamuni. Es de esperar ya que la esencia de
la Iluminación es la misma en todos los tiempos y lugares, todos los Budas
tendrán las mismas cualidades espirituales, aunque tal vez las expresen de
formas diferentes. En el caso de Akshobya hay una fuerte conexión entre una de
sus cualidades y un incidente particular en la vida de Shakyamuni, conocido
como el incidente “Llamar a la Diosa Tierra para que sea Testigo”.
Este no es un incidente histórico literal;
aparece en la leyenda Budista. Eso no quiere decir que no sea “verdad”, sino
que intenta transmitir otro nivel de verdad, más interior. Este incidente pasó
en el momento en que el Buda estaba a punto de alcanzar la Iluminación. Dentro
de la mente del futuro Buda un drama de proporciones cósmicas se estaba
desarrollando. Es el drama psíquico que la leyenda intenta transmitir.
La leyenda describe a Siddhartha sentado bajo
su árbol, luchando para lograr la Iluminación a través de la profunda
meditación. Su tremendo esfuerzo pronto llamó la atención de Mara. Mara es la
personificación en Budismo de todo lo mundano, todo ya sea dentro o fuera de
nosotros mismos, lo cual nos ata a la rueda de la existencia condicionada. Su
nombre literalmente quiere decir muerte. Lo que menos quería Mara era que
alguien escapara de su reino logrando la Iluminación, por lo que lanzó un gran
ataque sobre la figura que meditaba. Mandó ejércitos poderosos contra el Buda,
enviándole un diluvio de piedras y armas. Continuó meditando tranquilamente y
todas las rocas, lanzas, y flechas, tan pronto tocaban el aura de pacífica concentración
formada alrededor de él, sólo se convertían en flores que llovían hacia sus
pies. Habiendo fallado para hacerle cambiar por la fuerza, Mara envió a sus
hijas para que trataran de seducirlo. Pero el Buda ni siquiera las miró.
Simplemente continuó su búsqueda interior hacia la libertad.
Después de que estos crudos ataques habían
fallado, Mara intentó con un truco. Se dirigió al Buda y le dijo “Estás sentado
en el asiento en el cual todos los Budas pasados han alcanzado la Iluminación.
¿Con qué derecho te sientas tú en ese lugar?” La leyenda dice que todos los
Budas logran la Iluminación en el mismo sitio, el vajrasana (el asiento
del diamante), el cuál es el primer punto en solidificarse fuera del torbellino
en el comienzo de la evolución universal, y será el último punto en disolverse
y desaparecer al final. En términos de nuestra discusión actual, es como si
Mara hubiera dicho “Te has sentado en el mismo centro del mándala. ¿Quién eres
tú para atreverte a sentar ahí?” El vajrasana es, probablemente, una
pequeña analogía al Asiento Peligroso en la leyenda de Arturo – sólo alguien de
absoluta pureza puede reclamarlo como propio sin caer en desventura.
Su respuesta a Mara fue enfática. El no dijo
nada. Silenciosamente, con la punta de los dedos de su mano derecha,
simplemente tocó la tierra. En respuesta, del suelo frente a él emergió la
Diosa Tierra. Ella dijo: “Yo seré su testigo. Lo he visto purificarse a sí
mismo durante eones a través de prácticas espirituales”. Esta fue la respuesta
del Buda. Con ella, pudo finalmente liberarse de los esfuerzos de Mara para
disuadirlo, y continuó su meditación sin obstáculos, al final logró la suprema
y perfecta Iluminación.
Fue probablemente a través de la meditación en
este incidente de la vida del Buda histórico que budistas yogins y yoginis
hicieron contacto con el Buda Akshobya. Contemplando las cualidades que mostró,
viéndolas en su mayor eficacia, llegaron a Akshobya. Hay mucho más que tan sólo
el hecho de que Akshobya hace el mismo mudra, el mismo gesto expresando
una cualidad de Iluminación que hizo Shakyamuni cuando fue retado por Mara. La
interconexión y la interrelación de pensamiento y símbolo dentro del mándala,
son muy complejos. Vale la pena examinar este incidente y desenvolver los hilos
más, para obtener una idea de lo que está involucrado. Al explorar este
ejemplo, lograremos una mayor percepción del significado multidimensional del
mándala como un todo.
Hemos visto que el Tantra trata de subsumir o
incluir toda la existencia condicionada bajo un aspecto u otro del mándala.
Incluyendo en ésta están los diferentes niveles posibles de la conciencia del
ser humano. Estos aspectos, niveles o formas diferentes de funcionar de la
conciencia son conocidos como las vijnanas. Jnana es una palabra
en Sánscrito que significa conocimiento o sabiduría. El prefijo “vi”
denota separación. Por tanto, vijnana es una conciencia - una forma de
conocimiento - la cual ha caído en la dualidad, que tiene experiencia de sí
misma como un sujeto separado de un “mundo objetivo” el cual percibe.
En el sistema Yogachara del pensamiento
Budista, normalmente se enumeran ocho vijnanas (como en el último
capítulo en donde las vimos asociadas con ocho comentarios del mándala). En el
Tantra cada uno de estos era atribuido a uno de los cinco Budas. En este
sistema, Akshobya está asociado con la “alaya vijnana relativa”. Esta “alaya
relativa” tiene una función muy importante, la cual está relacionada con un
problema en la filosofía Budista. Central a todos los aspectos del Budismo está
la idea de que acciones tienen consecuencias. Acciones hábiles basadas en
estados mentales como amor, sabiduría, o tranquilidad tienen como resultado futuras
experiencias placenteras. Acciones no hábiles basadas en avaricia, odio o
ignorancia, conducen al sufrimiento. Esta es la ley budista del karma .
Sin embargo los pensadores Budistas se
enfrentan con un problema. ¿Cómo es que una causa, tal como una volición hábil
basada en generosidad en el presente, puede traernos un efecto placentero en el
futuro? ¿Qué es lo que une a las dos a través del tiempo? Explorando la mente
en meditación los Yogacharins concluyeron que todas nuestras acciones y estados
mentales dejan una huella a un nivel profundo en la mente. Estas huellas son
como semillas (en Sánscrito bija) que un día llegan a dar fruto cuando
las condiciones son correctas. Así que ninguno de nuestros pensamientos o
acciones jamás se pierden; son preservados en un profundo nivel de la
conciencia conocido como “alaya relativa”. La palabra alaya, ya
hemos visto significa almacén; incluso puede denotar un granero.
Ahora estamos en la postura para ver una
conexión más profunda entre el incidente de Shakyamuni llamando a la Diosa
Tierra y el Buda Akshobya. Cuando le contestó a Mara tocando la tierra,
Shakyamuni está señalando el hecho de que él está listo para lograr la
Iluminación porque las semillas de todas las acciones positivas que ha
realizado durante eones en el camino espiritual ahora van a fructificar.
Llama como su testigo a la Diosa Tierra, quien
surge de las profundidades de su conciencia. La tierra fielmente preserva todas
las marcas de todo lo que ha pasado sobre ella. Pasando por sus estratos puedes
reconstruir su historia. Cada acción ha tenido su efecto. La tierra es un
testigo mudo de las vidas y las luchas de todos los seres humanos. Lleva las
cicatrices de su construcción y destrucción. Alberga el polvo cuando el día ha
terminado. La Diosa Tierra es un símbolo de la “alaya vijnana”.
Todo esto se vuelve más claro si leemos el
propio relato del Buda en el Canon Pali sobre lo que le pasó mientras estaba
sentado bajo el árbol bodhi. Primero, dice, entró en concentración meditativa.
Esto corresponde a sobreponerse a las fuerzas de Mara. En dhyana, como
se le llama a la concentración meditativa, vas más allá de las crudas fuerzas
de atracción y repulsión dentro de un estado de profunda calma. Después de
esto, como vimos en el primer capítulo, fluyendo en su mente, llegaron
recuerdos de vidas previas. Recordó interminables nacimientos con detalles de
la forma como había vivido y como había muerto en cada uno de ellos y tomado
luego un nuevo renacer en algún otro sitio. Esta descripción psicológica es,
seguramente, lo que la leyenda del Buda llamando a la Diosa Tierra para ser
testigo, está expresando en el lenguaje más rico del mito.
Ahora podemos ver más claramente cómo el
simbolismo de Akshobya está estrechamente conectado con este aspecto histórico
en la experiencia de la Iluminación del Buda. Al llegar tan lejos, empiezo a
preguntarme sobre el simbolismo de los animales den Akshobya. ¿Es realmente una
coincidencia que las “bestias reales” del reino del este sean elefantes,
quienes se dice que “nunca olvidan”? Aunque tal vez eso sólo sea un chiste de
la naturaleza, lo que sí es cierto es que aún tenemos que dar un paso más para
descubrir el significado del mudra Tocando la Tierra.
LA SABIDURÍA COMO UN ESPEJO
Para hacer esto, necesitamos considerar el
simbolismo de los elementos en relación con Akshobya. Con esta cualidad
inmutable e inamovible, sentado en su trono de elefante, tocando la tierra,
entonces podrías asumir con confianza que su elemento es la tierra. No
obstante, es el agua. Después de que has estado contemplando el mándala de los
cinco Budas por un tiempo, esto no te sorprendería. Como sugerí en el primer
capítulo, el mándala posee una unidad orgánica que va más profundo que lo
racional. Tratar de que embonen todas las conexiones en un esquema lógico es
como tratar de meter a un gran elefante en una caja un poco más pequeña que él.
Siempre hay una alguna parte que no entra bien.
Sin embargo, hay una explicación racional para
la asociación de Akshobya con el agua. Esto nos conduce a la cualidad más
importante de los cinco Budas. Cada uno de ellos personifica una “Sabiduría”
(en Sánscrito jnana) - una forma Iluminada de ver. Este es su primer
mensaje. Al meditar en ellos, lo que en realidad estamos tratando de hacer es
darnos cuenta de la Sabiduría que es su esencia natural.
La Sabiduría especial que encontramos en el
este, a través de meditar en Akshobya, es la Sabiduría Como un Espejo. Con esta
sabiduría vemos todo tal cual es, imparcialmente, sin estar afectado. Sostén
una rosa o una daga sangrienta frente a un espejo. El espejo reflejará ambos
tal cual son, no hará juicios entre los dos rojos, queriendo mantener el
primero y escapar del segundo. La realidad es sólo nuestra experiencia sin
ideas añadidas. La mente refleja todo perfectamente, pero no está manchada por
ello. Así como las aguas quietas de una bahía pueden reflejar perfectamente una
balsa o un palacio, sin sentir ninguna necesidad de escoger a uno por encima
del otro. Es esta capacidad del agua de actuar como un espejo lo que la hace
particularmente apropiada para Akshobya.
Vimos, al considerar el vajra, que Akshobya
abarca ambos mundos, samsara y nirvana, los cuales, después de todo, son el
mismo mundo visto con diferentes grados de claridad. Por tanto él está asociado
con la alaya vijnana relativa en estados puros e impuros. Antes de
lograr la iluminación uno se aferra a "objetos externos",
reaccionando a veces positivamente, y a veces negativamente. Todo el tiempo,
por tanto, ponemos semillas frescas dentro de la alaya vijnana relativa.
Creamos karma nuevo para hacer que la rueda del nacimiento y la muerte gire
hacia el futuro. Hasta lograr la Iluminación la alaya relativa es el
nivel mas profundo de la mente, del cual podemos llegar a ser directamente
conscientes (incluso eso requiere una gran concentración en meditación). Sin
embargo, cuando penetramos en la Realidad misma, contactamos la alaya
absoluta, “la conciencia inmaculada”, más allá del espacio y del tiempo. Más
allá de condiciones, la cual no conoce el sufrimiento.
El contacto con la Realidad tiene un efecto
muy profundo en la mente, y precipita una total reorganización dentro de ella.
Hasta ahora, sutil o fuertemente hemos estado bajo la influencia de la
conciencia de nuestros sentidos, atrapados en la lucha por sobrevivir en el
mundo. Ahora todo cambia, y ocurre lo que en el Yogachara es llamado el paravitti - el “giro en el asiento más
profundo de la conciencia”. De ahora en adelante nuestro centro psíquico de
gravedad es la alaya absoluta. El contacto con la alaya absoluta
nos cura de la ilusión de que vivimos en un mundo de dualidad, apartados del
mundo externo. Con el paravitti percibimos que todo es producto de la
“mente única”. (Esto es de acuerdo al punto de vista de la escuela Yogachara,
la cual también fue conocida como Chittamata o “sólo mente”).
El darnos cuenta de que la dualidad es un
sueño afecta la alaya vijnana relativa. Cambia de ser una vi-jnana
(operando desde la ilusión de sujeto-objeto) y se convierte sólo en jnana
–una sabiduría no-dual. Específicamente se transforma en la “Sabiduría Como Un
Espejo” de Akshobya. Una persona iluminada continúa actuando pero él o ella ya
no crea karma. El karma surge de la acción de un sujeto sobre un objeto.
Viéndolo crudamente, tú empujas al universo y tarde o temprano el universo te
empuja de regreso, pero cuando conceptos como “tú” y “el mundo” han
desaparecido, sólo queda una perfecta danza, sin entidades separadas rozándose
una con la otra, no hay fricción.
Ninguno de los reflejos en el espejo se
adhiere a él, ninguno es repelido por él. El espejo nunca reactúa, no
reacciona, siempre se queda imperturbable, inmutable. Alcanzar este nivel de
práctica en el cuál no se produce Karma nuevo, serenamente permitiendo al drama
de la vida y la muerte jugar su papel por última vez, has entrado a la tierra
pura de Akshobya.
MEDITACIÓN EN LA VACIEDAD
Por ultimo, necesitamos ver brevemente otro
posible significado al encuentro con Akshobya. Este es a través de la
meditación en shunyata. Como hemos visto, este término, central al
Budismo Mahayana y al Budismo Vajrayana, significa vacuidad. La esencia natural
de todo es shunyata. Cuando leemos algunos viejos libros sobre el Budismo
Mahayana en los cuales el término es explicado pobremente, algunas personas
tienen la impresión de que esta “vacuidad” es una especie de nada. Dan la idea
de que el Budismo es nihilista, y que shunyata es un tipo de agujero
negro al centro de su filosofía, extrayendo la vida y el color a todo. Nada
podría estar más lejos de la verdad.
Shunyata, esencialmente, es la
negación de la idea de que alguna vez podamos capturar nuestra experiencia en
palabras y conceptos. Fuertemente pegamos etiquetas a efímeras experiencias. Yo
me llamo “Vessantara” a través de lo grueso y lo delgado, a pesar de todas las
variaciones en mis estados físicos y emocionales, todas las altas y bajas de mi
conciencia. Me acostumbro tanto a ser Vessantara que llego a pretender que
representa una realidad fija, la cual se queda permanentemente atrás del flujo
de mi experiencia. El Budismo niega la existencia de alguna entidad fija sin
cambios, que permanece atrás de la experiencia. Todo es shunyata, exenta
de una naturaleza fija. Como vimos en el tercer capítulo, lejos de ser
negativo, este aspecto de la realidad hace posible un desarrollo infinito.
La comprensión de shunyata pone todo en
la perspectiva adecuada. Vemos que las cosas a las que tememos y de las que
deseamos son todas pasajeras e insustanciales, como reflejos en un espejo.
Entonces podemos dejarlas ir y venir, sin preocuparnos. La transición al mundo
de shunyata llega cuando empezamos a creer en nuestra experiencia
directa más que en nuestros conceptos acerca del mundo. Nuestros conceptos
están fijos y rígidos. Muy a menudo tratamos de distorsionar o negar nuestra experiencia,
para que quepa en la Cama de Procusto de nuestras ideas sobre el mundo. A
través de ello nos sujetamos a nosotros mismos, y nos causamos interminables
frustraciones.
Por tanto, cuando meditamos en shunyata,
podemos llegar a la experiencia con Akshobya. Aunque cada uno de los cinco Jinas
(Budas) está asociado con un aspecto de sabiduría, Akshobya es
particularmente quien representa la sabiduría en general. Por lo que meditar en
shunyata es entrar al mándala por la puerta de cristal del este. Ahí
vemos la figura de azul profundo del Buda inmutable, sosteniendo el cetro
diamantino de la realidad el cuál hace pedazos todas nuestras ideas y conceptos
sobre ella. Al mismo tiempo que la punta de los dedos de su mano derecha tocan
la tierra, la tierra de experiencia directa, la cual es la única cosa en la que
cualquiera de nosotros puede finalmente apoyarse.
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