miércoles, 18 de septiembre de 2013

LEY DE CAUSA Y EFECTO










En términos simples esto se refiere a las consecuencias que sufren todo hombre y mujer cuando se aleja de las leyes de la vida. Estas leyes son los límites establecidos por Dios a su creación. Lo que siempre busca la ley de causa y efecto es restablecer el balance perdido y para ello se da un efecto correctivo. La naturaleza del universo tiende siempre al equilibrio, cuando éste se rompe surgen fuerzas que buscan llevarlo a su estado natural.

Cuando el hombre actúa, ya sea en pensamiento, palabra u obra, modifica las condiciones del universo. Si su actuar fue acorde a la corriente evolutiva hacia el bien, experimenta el bienestar que es resultado de la armonía y la belleza. Si por el contrario se desvía de la corriente que guía a la creación, una fuerza divina lo lleva de nuevo por la senda correcta. Esta acción correctiva produce dolor debido a que se experimenta una resistencia a cambiar la dirección de acción, y mientras más resistencia, será mayor el dolor que se experimentará.

El karma es más complejo de lo que se piensa y no es un castigo de Dios a los que violan la ley o un premio para los que se portan bien. El karma puede ser definido como "el amoroso corrector de Dios".

Constantemente estamos creando las circunstancias de nuestra propia vida y nadie es responsable de lo que experimentamos sino nosotros mismos. Llega un momento en nuestro desarrollo espiritual en el que entendemos que no podemos culpar a otros por lo que nos sucede. Los patrones de conducta habituales se manifiestan tarde o temprano en el mundo exterior.

Existe una fuerza espiritual interna que atrae hacia nosotros todas las experiencias necesarias para equilibrar los desbalances de la personalidad y del cuerpo físico y en ocasiones surgirán como enfermedades y problemas en diversas áreas de la vida. Cuando el desbalance es muy grande el proceso de retorno al equilibrio puede durar varias vidas.

No debemos pensar en el karma como algo individualista que cada persona experimenta independientemente de los demás, todos estamos unidos y por tal motivo compartimos el karma de nuestros hermanos humanos.

El karma personal se basa en dos aspectos: 1) las relaciones de causa y efecto establecidas por las varias personalidades en sus respectivas encarnaciones, y 2) el destino o misión que cada alma o individualidad evolutiva contiene en su interior, que fue depositada al principio de la evolución y que se encuentra en contacto con el espíritu divino. De esta manera Dios experimenta su creación a través de una forma única e individual.


Las relaciones más importantes se dan en el seno familiar y estas relaciones tienden a repetirse de vida en vida para formar un linaje familiar, el cual tiene sus aspectos genéticos y su herencia espiritual. Estas relaciones y las experiencias de aprendizaje en ellas constituyen el karma familiar. Muchas veces este linaje se remonta al momento en el que surgen las almas individualizadas y así viajan juntos a través de las edades desarrollándose y aprendiendo.

En la antigüedad la reunión de familias conformaba un clan o una tribu unida por creencias, formas de vida, usos y costumbres, símbolos o tótems tribales. Estos clanes al crecer formaron los grupos étnicos o razas a lo largo del mundo. Al nacer ingresamos automáticamente al grupo racial adecuado para experimentar aquello que necesitamos para continuar nuestro proceso evolutivo. No existen razas o grupos étnicos mejores o peores, todos tienen una función especial y nos someten al karma racial. Es posible permanecer en un karma racial por mucho tiempo, a lo largo de varias vidas, pero cuando se aprende y se comprende que no existe separación real entre los seres humanos se libera de este karma racial y se puede encarnar en cualquier raza o familia. Conforme más desarrollada se encuentra el alma evolutiva tiene mayor posibilidad de elegir conscientemente dónde nacer y cuáles lecciones compartir.

Esto lo podemos ilustrar si nos ponemos a reflexionar cómo se da el proceso educativo en nuestro mundo actual. A un niño se le lleva a una escuela para que inicie su aprendizaje. Dicha escuela es elegida por sus padres y él realmente no tiene poder de elección, por otra parte el curriculum de los grados a cursar ya ha sido establecido y tiene que cumplir con los requerimientos que se le piden. Aquí tampoco tiene el poder o la capacidad de escoger sus estudios. Conforme va avanzando el estudiante se identifica con ciertas materias y va descubriendo sus habilidades, conoce otros alumnos con intereses comunes y forma amigos. Llega un momento en que empieza a influir en la decisión sobre en cuál escuela continuar sus estudios, buscará o pedirá a sus padres ingresar a una escuela donde se impartan las materias o temas que le interesan o tratará de seguir a sus amigos.

Si el proceso continúa adecuadamente sabrá elegir correctamente a cuál universidad asistir y ahí escogerá los créditos a cursar. Aunque es una comparación bastante imperfecta, algo parecido sucede al momento de encarnar. Al principio sólo somos atraídos, empujados u obligados a "cursar" ciertas experiencias kármicas. No existe la consciencia para poder elegir adecuadamente, sin embargo debemos tener la certeza de que somos colocados en el lugar adecuado y que siempre se nos proporcionará aquello que requerimos para crecer, aún cuando esto implique tiempos difíciles y la experiencia del dolor. Lo que determina el nivel de desarrollo de un alma es su reacción a las diversas experiencias de la vida. Esta es una de las funciones principales del karma, el establecer un campo experimental autocorrectivo en el cual ir perfeccionando nuestra personalidad. El aprendizaje se realiza en la acción, en probar e intentar, si acertamos obtenemos placer, si fallamos experimentamos dolor.

Parte del karma racial se localiza en el karma de una nación, aquí los límites geográficos y la historia de un país determinan su situación y la de sus habitantes. En este país puede haber mezcla de razas o etnias de religiones y creencias y sin embargo hay algo que los une como una nación. Cuando este karma es muy fuerte puede traspasar las fronteras geográficas y así se establecen comunidades de inmigrantes en otros países donde se festejan las festividades, aniversarios y costumbres del país de origen. En estos casos se comparte el karma del nuevo país de residencia pero se mantiene un contacto "subconsciente" con la egregora del país de origen.

En la actualidad el mundo se aproxima a una globalización; los medios de comunicación, los tratados de libre comercio, las redes de correo electrónico, la difusión cultural y científica, los movimientos ecológicos y las migraciones en busca de nuevas oportunidades de vida nos están acercando cada vez más a una "consciencia mundial". Aun cuando algunos de estos aspectos suenen muy materialistas están siendo motivados por un karma masivo que todos compartimos en este planeta.

Comprender que el ser humano como un todo habita en un planeta viviente y de que es nuestra responsabilidad preservarlo y perfeccionarlo nos revela la existencia de un karma planetario. La tarea de todo hombre y mujer, incluyendo a los ocultistas, es aprender a superar las limitaciones que nos hemos impuesto a nosotros mismos a través de nuestros actos irresponsables, transmutando los aspectos negativos de nuestros patrones culturales que producen pobreza, injusticia y odio en el mundo. Estos son aspectos de nuestro karma humano y al estar conectados lo que le sucede a un pueblo al otro lado del mundo, nos afecta karmicamente ya que es parte de nuestro proceso de crecimiento.

La madurez de un ser humano se encuentra en el grado en que ha vencido la ilusión de separatividad, de su capacidad para ayudar a otros y esto no implica ser activista en movimientos ecologistas o profesar la paz del mundo ante embajadas o reuniones activistas. El simple hecho de hacernos responsables de nuestros actos permitiéndonos ser recipientes de la compasión divina es un enorme paso. Debemos percatarnos que somos parte de un enorme ser al que llamamos planeta tierra.

Deseamos que el estudiante entienda que el karma no es un castigo enviado por las fuerzas divinas. En la filosofía oculta no existe la idea de que el hombre es un "pecador" per-se. La concepción original de la palabra pecado era "errar el blanco", en otras palabras equivocarnos. Todos los seres humanos aprendemos y rectificamos nuestra conducta tratando y probando, en ocasiones erramos. Lo mismo sucede con un arquero que apunta y falla el blanco, conforme se entrena y su destreza aumenta la flecha se va acercando más y más al centro hasta que el errar se minimiza. Al ser imperfectos no tenemos la capacidad ni el derecho para juzgar los actos de otras personas, debemos evitar a toda costa pensar que somos mejores, más evolucionados o más espirituales por el simple hecho de estudiar temas esotéricos o supuestamente ocultos. Esta falsa espiritualidad es una de las grandes trampas que todo verdadero aspirante en los misterios debe enfrentar y vencer.

Por último queremos decir dos cosas: 1) Todo karma es puesto en acción por nuestro Ser Verdadero y Superior. Él es el verdadero guía e instructor que nos conduce a través de la experimentación al perfeccionamiento de todas nuestras cualidades y potencialidades. 2) Recibimos karma en la medida y cantidad necesaria, nadie sufre realmente más que otro, todos tenemos lecciones diferentes que aprender y energías que balancear. Muchas veces al estar envueltos en problemas y sufrimiento pensamos que nuestras penas son mayores o que tenemos más "mala" suerte que los demás. Esto es normal ya que no vemos la imagen completa, es decir, no tenemos la perspectiva temporal y la consciencia de lo que originó dicho karma. Por el momento es importante entender estos dos puntos y evitar considerar todo como "karma malo", de hecho no existe tal cosa. Toda fuerza correctiva tiene su fundamento en el amor y la misericordia divina y por lo tanto siempre conduce hacia el bien. Que la medicina no sepa buena no es indicativo de que sea mala. Al final lo que se busca es la recuperación del bienestar.

Encuentra momentos en tu vida en los que hayas tomado decisiones significativas, elecciones que hayan cambiado el curso de tu vida de una manera drástica. Algunos ejemplos pueden ser el día en que te casaste, el decidir ir a estudiar a una escuela en particular o ir de viaje, el día que decidiste iniciar un negocio o empezar a trabajar. Procura descubrir qué te llevó a tomar dicha decisión, trata de ser lo más honesto. Tenemos influencias de amigos, familiares, creencias, fuerzas y complejos subconscientes, vanidad, pasión, egoísmo, etcétera.

Finalmente trata de encontrar los resultados de dichas acciones, cuáles fueron positivos y cuáles crearon problemas. Realiza el ejercicio lo más impersonal que puedas, no te juzgues a ti o a las personas que pudieran estar involucradas, no nos interesa despertar emociones o sentimientos, sólo buscamos entender y apreciar la ley de causa y efecto en nuestras vidas. Esta práctica aparentemente sencilla te será muy útil y deberás aprender a cultivarla y realizarla constantemente.




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