SHEN (energía mental, espíritu, alma…) reside en el corazón,
de ahí la importancia del mismo en medicina china, y no sólo en ella.
Digamos de paso que esta ubicación no es extraña en Occidente
donde para la medicina hermética de Paracelso, la mente se sitúa en la parte
más alta de la aurícula derecha.
Shen se alberga en el corazón, y si tenemos emociones que
trastornen al corazón nuestra mente perderá armonía. Es una de las razones por
las que los taoístas buscaban liberarse de las emociones para controlar un Shen
fuerte. También el hígado participa ya que es el encargado de armonizar las
emociones y tampoco se puede separar Shen del cerebro que es el órgano
extraordinario que controla la mente, otro nombre para Shen.
En acupuntura, cada víscera se caracteriza por una tendencia
a una acción específica, que la diferencia de las otras y define así su función
en el cuerpo. Se asimilarían a lo que se conoce entre nosotros como “almas
vegetativas”, en correspondencia con las “almas sensitivas”, no es exactamente
lo mismo pero se aproxima.
Cada individuo es en sí, y no es otro, a través del Shen.
Para el pensamiento chino Shen no es una abstracción, es una realidad que
determina características únicas en cada individuo, el Shen estructura lo que
será el individuo. Una de las acepciones de Shen es “aspecto” la persona tiene
tal o cual aspecto, es decir traduce estados orgánicos y espirituales. No es
sino a través del corazón que los shen de cada zang llegan a su órgano destino,
como el soberano está dentro de sus ministros representado por ellos. Para los
chinos en toda actividad humana son los shen los que importan.
Representan un término que designa los fenómenos generales de
la vida humana, de su actividad consciente e inconsciente. Y particularizan la
individuación de cada víscera. El ser el albergue de Shen ha otorgado al
corazón la inteligencia de todo lo que pasa en el organismo.
Existen en China cinco montañas sagradas, pero en realidad se
las suponía distribuidas por la Tierra (China era el mundo) a las que se
consideraba el apoyo de la Tierra; había una en cada punto cardinal y la quinta
en el centro y tenían una importancia ritual: en ellas los monarcas pedían,
oraban al Cielo y a él sacrificaban porque en ellas moraban los espíritus. Tai,
la del Este, creadora de seres, correspondía a la primavera y controlaba la
duración de la vida, aún tiene en la actualidad connotaciones sagradas. Era el
lugar principal para convocar a los espíritus hun y po. La montaña del Oeste se
asimilaba al otoño y a la muerte en la naturaleza como parte del ciclo de la
vida de todos los seres. Es importante destacar que la Escuela de Wuxing no
valoraba positiva o negativamente la vida y muerte, ya que lo principal era el
equilibro armónico entre las fuerzas del cosmos.
Antes de aclarar las energías hun y po creo conveniente
profundizar sobre el significado de xue, punto (punto de acupuntura). Xue
esencialmente quiere decir hoyo, hueco, en la superficie del cuerpo,
connotación derivada de la técnica médica de palpación del cuerpo en la
antigüedad. Pero el jeroglífico xue significa más un agujero, un pozo, y
clásicamente era una cueva, Shuowen Jie Zi lo describe como una cámara bajo
tierra, y otros clásicos lo traducen como tumba o sitio para tumba. Xue es un
término usado por los geomantes de la escuela Feng Shui, que localizaban (y
aún) los xue en la superficie de la tierra para los enterramientos o para la
construcción de edificios o colocación de lápidas siguiendo principios que la
acupuntura comparte. Los chinos siempre describieron el cuerpo como un paisaje
con lo que los puntos coinciden con el criterio del punto geomántico. En esos
“pozos” (xue) que luego servían de fosa mortuoria, las energías de la tierra
están en armonía con las del cielo, con lo que ahí los hálitos del fallecido
fluirían hacia el cielo y la tierra. Estas energías eran hun y po, conocidas en
la teoría acupuntural como energías básicas para la vida. Hun celestial, se
guarda en el hígado y po terrestre, en el pulmón, pero dejan el cuerpo tras la
muerte, como explicamos más adelante.
Po se traduce como alma, alma sensitiva terrestre, vigor,
espíritu, manifestación física del alma sensitiva, y hun también como alma,
como principio vital de un ser, talante. Es el alma humana producida por
condensación progresiva del aire respirado; los taoístas consideran a hun como
uno de los tres principios vitales, que luego de la muerte se mantiene vivo con
las ofrendas de los vivos.
Siempre es arriesgado hablar de espíritu ya que para un
occidental la idea de espíritu es diferente de la de un oriental. Para
Occidente, el alma es una e indivisa pero para un oriental, si bien como ya
mencionamos tienen la idea de Shen como fuerza y energía que configura una
individualidad en el sentido más amplio del término, a partir de este Shen
existen conceptos más específicos para designar aquellos elementos particulares
que dan forma integral a un ser. Hablamos por un lado, del cuerpo po, carne y
huesos y por otro de hun, elemento espiritual por lo que hun y po muestran la
composición del hombre. Lo dice Lingshu 8: lo que se mueve con Shen, dando
forma activamente es hun, que implica la existencia de un Shen global; la
capacidad potencial de estructurar la posee el po. Los hun controlaban las
esencias mentales humanas porque eran aire por sobre todo (yang en el yang , y
también yang respecto de po) y regresaban al aire en el que tras la muerte
permanecían.
También era algo que gobernaba los instintos o naturaleza de
cada persona. Po por el contrario se dirigía a la tierra (yin en el yin) por su
control de los fluidos, de la carne y los huesos, esencialmente tierra en la
que volvía a penetrar tras la muerte; tenía sobre todo poder sobre las
emociones. Hun representa las fuerzas que modelan la personalidad y po la
estructura orgánica que permitirá el cumplimiento de las funciones psíquicas.
Cada órgano tiene su alma. Así aparecen en los Clásicos aunque en verdad hun y
po no destacan por su presencia en los textos médicos antiguos.
Más tarde pasaron de ser un hun y un po a tres hun y siete po.
Se interpreta que con tres hun se referían a las relaciones sociales del
hombre: soberano/súbdito, padre/hijo, esposo/esposa. Los siete elementos po
corresponderían a los siete orificios del cuerpo y por tanto a los sentidos y a
las siete emociones que se describían en la época: enfado, odio, dicha, amor,
deseo, tristeza, temor. Si se presentaba enfermedad era porque faltaba algún
hun o po, y se moría si los diez abandonaban al hombre, con lo que era evidente
que la vida, la salud, eran la armoniosa amalgama de los diez elementos.
Como el hun tras la muerte se queda vagando en el aire y el
po en similares circunstancias vuelve a la tierra, esto dio origen a la piedad
filial postmortem, al culto al antepasado y a los monumentos funerarios para
que los fallecidos los habitaran y sus hun y po no se dispersaran y así
sirvieran como almas benéficas intermediarias entre sus descendientes y el
Cielo. Dentro de la idea del espíritu de cada órgano, ya dijimos más arriba que
hun alma directamente sometida a Shen, corresponde al hígado, alma vegetativa
cuyo modelo hace que toda la dinámica orgánica se ponga en movimiento, comanda
el ascenso, el desprendimiento, la creación. Bajo hun están la imaginación, el
pensamiento que proyecta, los sueños, la inteligencia y la meditación.
Po, alma vegetativa del pulmón, potencia espiritual propia
del pulmón, ligada a las esencias, posee la energía necesaria para conducir y
cuidar todo este mecanismo. Po gobierna el descenso, la captación de los
elementos, todo aquello que se relacione con el instinto y el cuidado
automático del cuerpo. Al mismo tiempo es un jeroglífico que en astronomía
define la porción oscura invisible de la luna. El pulmón funcionalmente está
unido al intestino grueso y esto viene al caso porque po constituye también un
residuo de la vitalidad cuyos deshechos materiales se eliminan por el ano que
se llama puerta del po, coincide así con la vuelta de los po a la tierra, en
comparación con los hun que van por el aire.
Cualquier enfermedad o malestar implica directamente al Shen
o espíritu. Si hablamos de energía debemos hablar también de alma o espíritu o
Shen, una forma de energía complementaria de la energía material. Recordemos la
Esencia Jing, la Energía Qi y el tercer “tesoro”, el Espíritu Shen, donde
radica la conciencia humana, y es parte del individuo todo en conjunto, no hay
dicotomía mente/cuerpo en el pensamiento chino. El Shen armónico mantiene la
mente clara y la voluntad firme, reacciona razonablemente al contorno, no hay
pensamientos irracionales, o acciones incoherentes.
Bibliografía:
Cochran,
Warren “History and Philosophy of TCM”. Spring Semester 2002. Sidney University
of Technology.College of TCM
González González,Roberto y Yan Jianhua “Medicina Tradicional
China”, Grijalbo, México 1996
Kiiko
Matsumoto y Stephen Birch “Hara Diagnosis: Reflections on the Sea”, Paradigm
Publications. Brookline,Massachusetts,1988
Lavier,Jacques,
“Histoire,Doctrine et Pratique de l’Acupuncture Chinoise”, Tchou Éditeur,1966.
Marmori,F y Chen Yue Ling, traductores de “Origen de la
Medicina China”
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