Cuenta la leyenda que Buda alcanzó la Iluminación mediante esta práctica. Está compuesta por tres sencillos pasos y trae como consecuencia un cuarto estado, el del conocimiento del Ser.
Voy a tratar de describirlos siguiendo al maestro espiritual Osho, pues considero - de todas las descripciones de esta meditación que he leído- que es quien mejor se acerca a la esencia de la misma.
1.- Observación del cuerpo. El sentido literal de la palabra “vipassana” es “mirar”. Esto es, sencillamente lo que tenemos que hacer. Par realizar esta meditación no es necesario estar sentado en la postura del yogui, puedes hacerla mientras caminas, mientras comes, mientras estás tumbado en la cama, etc. Comienza por estar completamente atento a los movimientos de tu cuerpo, al movimiento de la mano, de la cabeza.
Trata de observar la poeticidad que subyace a todo movimiento, en comunión con la respiración, observando la dualidad entre movimiento y quietud, como si fueses observador de una danza corporal. No trates de dirigir el cuerpo sino de sentirte dirigido por él.
2.- Observación de los pensamientos. Una vez que aprendes a observar los actos del cuerpo tendrás que adentrarte en el diván del pensamiento. La única condición es no juzgar estos pensamientos, observar cómo llegan y se van y tú te conviertes en el observador de los mismos. Poco a poco se irán disipando, a medida que relajas tu mente, que no tratas de forzar nada los pensamientos igual que vienen se van.
Sólo hay que “observar los pensamientos como si fuesen nubes pasando por el cielo”. El observar de este modo hace que te con-viertas en un espejo de ti mismo.
3.- Observación de las emociones. Conforme tu pensamiento se vaya disipando verás tus propias emociones más reales. Trata de no participar de ellas. Puede que te sientas triste, alegre, melancólico... Mirando el corazón te conviertes en observador imparcial de tus emociones, solamente te haces cons-ciente de que están ahí, no te identificas con ellas, solamente las sientes, sientes tu corazón.
4.- Del corazón al Ser. Es tu corazón el que palpita, el que se funde con tu Ser y no tratas de cambiarlo, de interferir en él. Sólo tienes que esperar. Entonces tu Ser se desvela y emana libre de todo. Simplemente sucede, accedes a la esencia de ti mismo. Es aconsejable hacer esta meditación mientras se camina lentamente, preferiblemente por el campo.
Observando tus pasos, liberándote de tus ideas mentales, centrando todo tu Ser en el corazón, experimentando el éxtasis de las emociones has-ta que éstas se convierten en una sola, en conciencia plena de uno mismo, en pura contemplación.
Buda dijo: “Es parte de mi meditación siempre caminar como si estuvieras adentrándote en un río de agua fría en invierno... despacio, alerta, porque el agua del río está muy fría; alerta porque la corriente es muy fuerte; observando cada uno de los pasos porque puedes resba-lar con las piedras del río”.
El caminar se convierte en una bella experiencia metafísica contemplativa.
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