miércoles, 22 de marzo de 2017

EL HERMETISMO













El hermetismo es la Ciencia magistral del Universo, y llegó al planeta tierra en los tiempos de Lemuria, según lo afirma la tradición, traída por maestros extraterrestres, quienes pretendieron con ese acto trascendental, conceder al sapiens la posibilidad de una evolución superior, la cual, hasta ese momento, le estaba negada.

Desconocemos los motivos profundos de estos visitantes; solo sabemos que vinieron a este lugar y se quedaron mucho tiempo. Lo menos interesante es el hecho físico mismo de su llegada, y determinar en qué clase de naves pudieron arribar. Sin embargo, comentaremos el hecho de que un “artefacto espacial” no es el único medio de viajar en el Universo, y que es posible que seres humanos, o “humanoides”, como se les quiera llamar, pueden, bajo ciertas condiciones, y aún careciendo de un cuerpo material, desplazarse por el Universo a velocidades superiores a la de la luz. No es la luz lo que se desplaza más rápido en el Cosmos; es el pensamiento y creemos fehacientemente que es posible viajar en alas del pensamiento, lo cual está simbolizado por el Dios Mercurio.
Desde nuestro punto de vista hermético no nos interesa tampoco el avance científico y técnico de los visitantes espaciales; nos ocupa solamente la ciencia de la naturaleza interna del ser humano, clave maestra absoluta de todas las ciencias. Es por esto, que con justicia podemos llamar al hermetismo La ciencia de todas las ciencias.

Desde los antiguos tiempos hasta ahora, la ciencia hermética no se ha perdido ni desvirtuado, sino que se conserva en toda su pureza, cuando se han dado a conocer numerosas mistificaciones seudofilosóficas que se han transformado en sistemas que tienen un fondo hermético, pero que carecen del verdadero conocimiento.

En nuestra época el hermetismo está plenamente activo, y sigue dando al sapiens la oportunidad de escaparse de su clasificación u ordenación cósmicas, para ascender a un nivel infinitamente superior: el nivel del hombre, es decir, de la criatura en la cual se manifiestan plenamente las más altas cualidades hominales, de las que por cierto, carece el sapiens. Este prodigioso tránsito requiere de una auténtica mutación del sapiens, el cual, si tiene éxito en el proceso, abandona para siempre su condición de terrestre, para convertirse en hombre estelar.

Esto, no es ni una abstracción ni un símbolo, es una posibilidad absolutamente real, verídica, concreta y tangible. Por mucho que estudiemos las maravillas de la naturaleza, los prodigios de la ciencia y la técnica, no existe ni existirá maravilla igual a la que señalamos: la metamorfosis de la larva humana en hombre estelar.

Esto sucede en este momento, en nuestra época, en este mundo, y no es algo que la gente ignore, ya que se ha hablado mucho de una “tradición iniciática esotérica”. Sin embargo, el sapiens prefiere involucrarse en tu Dios absolutamente improductivos, intrascendentes, y temporales, que no le aportarán ningún beneficio que resista el paso del tiempo. En Quito, Santiago de Chile, Buenos Aires, en París, en Pekín, Nueva York, Moscú, Orlando o El Cairo, se están formando mutantes, hombres estelares que dejarán para siempre de ser terráqueos, cuando físicamente vivan en este planeta y colaboren más que nadie a un verdadero progreso.

Es posible ser extranjero en su propio planeta, pero a la manera de los seres superiores, llevar una existencia sencilla, simple, y anónima. Los hombres insignificantes luchan continuamente para llamar la atención; los realmente importantes tratan de pasar desapercibidos.

Los “invasores” o “alienígenos”, como se ha denominado a supuestos visitantes de las estrellas, no están por llegar; están aquí desde la remota época de Lemuria, anónimos, y enteramente confundidos con la muchedumbre. Estos hombres han sido siempre “la luz de la humanidad”, los que llevan, a la manera de Prometeo, el fuego divino en sus manos, alumbrando, inspirando, y ayudando a los hombres terrestres, quienes se encuentran en un mero estado larvario en su evolución.

¿Qué hacen estos hombres estelares? ¿A qué se dedican? A las mismas labores de los hombres comunes, ya que deben ganarse el pan de cada día, pues su condición superior no los libera de la responsabilidad del trabajo. Por el contrario, mientras más consciente es un hombre, mayores responsabilidades contrae, y esto es fácilmente comprensible. Sin embargo, además de la lucha por la vida, realizan una intensa actividad hermética, es decir, que su existencia, sus acciones sus pensamientos, y sus ideas, tienen un propósito trascendentalmente superior.

No se piense que estos seres viven procurando enseñar hermetismo a los terrestres; por el contrario, la ciencia hermética es un conocimiento estelar, prohibido a los terrestres, a quienes sólo se les puede transmitir esta enseñanza cuando cumplen exitosamente las formalidades de un proceso que llamamos Iniciación. Los que no llenan estos requisitos, no tienen derecho por mera curiosidad, a conocer lo que está vedado por las leyes del Supremo Creador o Gran Ordenador del Universo o Gran Arquitecto del Universo. No se crea tampoco que todos estos hombres estelares viven impartiendo el proceso de la Iniciación; solamente unos pocos de ellos, muy pocos, han tomado esta grave responsabilidad. El resto trabaja en otras labores que no viene al caso divulgar.

Siguiendo con nuestra explicación, existen dos clases de hombres estelares: los que originariamente llegaron del espacio extraterrestre y prosiguieron su evolución en este planeta los que por el proceso de la Iniciación se transformaron en Mutantes, los cuales alcanzaron por la elevación de su conciencia, la calificación de hombres estelares
La manifestación más reciente del hermetismo (hablando del pasado), se dio en Egipto, en una época no precisada históricamente, con el “maestro de maestros” Hermes Trismegisto (el tres veces grande). La tradición asegura que este maestro llegó a nuestro planeta Tierra hace treinta mil años atrás. De aquí derivó su nombre la filosofía hermética, es decir, la enseñanza de Hermes, el que se constituyó en un perfecto heredero y continuador de los primitivos maestros.

Antes de Hermes, la ciencia hermética debe haber sido designada con otro nombre, pero esto no tiene ninguna importancia, ya que las palabras son solamente símbolos que pueden cambiar muchas veces, pero el objeto designado permanece idéntico en su propia naturaleza.

Es así como en el curso de la historia la ciencia hermética adoptó muchos nombres, pero permaneció constante en su naturaleza interna. Los hermetistas más conocidos fueron los primitivos Masones y Rosacruces (no los que hoy día llevan este nombre), quienes adoptaron una serie de símbolos explicatorios para hacer más fácil la transmisión de la enseñanza a los estudiantes. Debemos aclarar, que si bien es cierto existen hoy día algunos verdaderos Masones y Rosacruces, son desconocidos.

Los hermetistas, llámense masones, rosacruces, magos, iniciados, maestros, brujos, etc., no están agrupados en una sola “Orden hermética” u “Orden Rosacruz”, sino que están diseminados por el mundo, siendo cada uno de ellos, autónomo, a pesar de laborar dentro de un plan común. Un hombre estelar puede ser un político eminente, un sacerdote, un maestro de escuela, un escritor, un cineasta, un militar, un artesano o un pensador cualquiera. Cada uno sabe qué es lo que está haciendo exactamente en esa posición. Estos hombres no actúan como maestros instructores; los maestros de sabiduría están generalmente a cargo de una escuela en la cual se imparte instrucción hermética; sin embargo, lo repetimos, son poquísimos.

Desde el momento en que hablamos de “filosofía hermética”. Mucha gente puede pensar que ésta es una disciplina abstracta y teórica, un mero ejercicio del pensamiento que no aporta nada práctico al individuo.

Además, ocurre que la filosofía tradicional brinda una inmensa gama de reflexiones sobre innumerables problemas que preocupan al sapiens. Los grandes filósofos que han existido en la historia de la humanidad, constituyen hoy día los pilares del pensamiento civilizado. Aparentemente, no habría mucho que agregar sobre lo que ya se ha dicho al respecto. Es por eso que hablar de filosofía hermética no altera ni conmueve a nadie.
Debemos decir, por lo demás, que no pretendemos de ninguna manera llamar la atención, hacer sensacionalismo o proselitismo; solamente queremos comunicar algo al mundo, para que éste, en la medida de su capacidad conceptual, pueda entender los rudimentos del Arte hermético, o bien, negarlo, burlarse, o simplemente encogerse de hombros.

A los grandes sabios herméticos no les interesa convencer a nadie; se limitan a cumplir su labor de iluminación espiritual de la Humanidad. Si su mensaje es escuchado, se regocijarán con la promesa de una nueva aurora del sapiens; si no son comprendidos ni apreciados, lo sentirán, pero no por ellos, sino por la gente que se privará de tan hermosa y fantástica oportunidad.

A los hombres estelares no les preocupa mayormente el paso del tiempo, ya que son inmortales en su naturaleza intrínseca. Pueden transformarse muchas veces, sufriendo el proceso que llamamos muerte, pero más allá de ésta conservan su identidad consciente y la memoria de sus conocimientos, volviendo cada vez a la existencia física como quien despierta de un sueño reparador. Es el sapiens, en cambio, quien debe preocuparse por el tiempo, ya que la brevedad de su existencia como identidad pensante lo obliga a trabajar aceleradamente si es que quiere transformarse en hombre estelar y obtener la inmortalidad.

Muchos se preguntarán cómo es posible que el hermetismo permanezca tan desconocido, si es que verdaderamente es algo tan importante. Otros, identificarán la filosofía hermética con el Yoga, mentalismo, ocultismo, parasicología, espiritismo,  ocultismo, etc., pensando que no existe tal secreto hermético, en vista de la abundante literatura que existe al respecto.

Debemos advertir que el hermetismo no ha trascendido fuera de las verdaderas escuelas, porque es un arte para cuyo conocimiento hay que alcanzar un estado especial de conciencia, que si no se logra, todo lo que se estudie al respecto será charla hueca y vacía. La sabiduría de los hombres despiertos no puede ser comprendida por seres dormidos, por muy inteligentes que sean.

Podría creerse que la filosofía hermética es algo que debe estudiarse asiduamente en un retiro espiritual, aguzando el intelecto al máximo para cumplir lo antes posible con el “plan de instrucción”. Inversamente, y a diferencia de la filosofía tradicional, el hermetismo es algo profundamente vital, y el individuo debe enfrentarse a los diferentes avatares por los que pasa el hombre en su existencia terrena, con el fin de realizar la enseñanza de una manera práctica, ya que la filosofía hermética es el arte de vivir, el cual no se enseña en ninguna universidad ni colegio.

El estudiante tiene que apoderarse de la sabiduría hermética con el sudor de su frente, conociendo la vida a fondo, atravesando por la mayor cantidad posible de experiencias, que le permitan, alumbrado con lo que va conociendo en teoría, realizarse a si mismo como un verdadero sabio hermético y hombre estelar.

El hermetismo es la única filosofía “viviente”; el único conocimiento que es idea, concepto, carne, sangre, y espíritu. Como es carne y sangre (recordemos a Jesús en la última cena) se renueva constantemente a sí mismo; es dinámico, flexible, y eternamente joven.

El hermetismo es la realización de la sabiduría como una filosofía viviente; es el espíritu universal y divino, transubstanciado en un cuerpo de materia viviente.

Por lo ya expuesto, no existe un “Molde hermético”, plantilla, o matriz que pudiera servir de modelo para producir hombres estelares según un patrón establecido; todo lo contrario, cada uno de ellos es verdaderamente único. Es por esto que la filosofía hermética no se enseña al modo tradicional en que el sapiens está acostumbrado a estudiar; en que el éxito está garantizado para el más inteligente o estudioso. Si así fuera, si el hermetismo se impartiera según un programa de materias que el estudiante debe dominar, estaríamos creando hombres con su cerebro lavado, es decir, programados de acuerdo a un esquema, y por lo tanto, sería la violación de la esencia misma de esta ciencia, la cual busca la libertad, autonomía, y libre albedrío del hombre, por citar lo más simple y fácil de entender.

Es difícil que alguien comprenda cómo es posible “enseñar sin enseñar”, cómo se puede transmitir conocimiento sin una instrucción programada y metódica. La respuesta es simple: en el proceso iniciático se coloca al estudiante en condiciones vitales muy peculiares a fin de que él pueda, con criterio autodidacta, “crear su propio conocimiento”, cuya base se le entrega en instrucciones orales de carácter muy especial, y por un proceso místico que podríamos denominar “ósmosis mental”.

El hermetismo no reconoce otra posibilidad de verdadero aprendizaje que no sea el aprendizaje autodidacta en el cual, es el propio sujeto quien se enseña a sí mismo, tomando la información básica de un instructor, o simplemente, de la palabra escrita.
Consideramos que el sistema educacional que se utiliza en colegios y universidades adolece de un grave defecto: programa al estudiante en base a esquemas rígidos que se graban en su cerebro con la fuerza del prestigio y la autoridad de estos planteles, dañando seriamente la inteligencia del alumno, la cual se convierte en una capacidad estática, enfocada solamente en lo que el sujeto aprendió, casi imposibilitada de enfrentar el análisis profundo de cosas verdaderamente nuevas y diferentes. A nivel profesional, resulta sensible observar a los especialistas, que han sido modelados de acuerdo a un estereotipo básico, tal como quien fabricara elementos en serie.

La ciencia hermética es la única que no programa cerebralmente al individuo, manteniendo su inteligencia libre de circuitos mecánicamente establecidos. La inteligencia del hombre estelar es libre y desprogramada. La explicación de la manera como se puede hacer esto, está fuera del alcance de un intelecto programado.  Solamente, a manera de orientación general, podemos sugerir al lector que reflexione en la relación que existe entre lo particular y lo general, y en el dicho popular que expresa que nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”. En efecto, sólo al elevarse por encima de las múltiples caras de la verdad, puede conocerse la verdad absoluta, que sintetiza en sí misma lo que es y lo que no es, la verdad y la mentira, el bien y el mal, la ignorancia y la sabiduría, la vida y la muerte.

Llamaremos también la atención sobre los koanes que se emplean en el budismo Zen, como un ejemplo de lo que estamos diciendo. El koan, es una especie de diálogo simbólico entre un maestro y sus discípulos, el cual plantea un interrogante que no puede resolverse intelectualmente, por estar más allá de la razón. Se tratar con esto de destruir el pensamiento conceptual y trascenderlo, para llegar a la naturaleza esencial y única de todas las cosas.

El hermetismo, dice que “todo es mente” (la palabra mente, ha sido elegida para designar la energía única del Universo, pero igualmente podría usarse otra, tal como espíritu) y que la naturaleza del Universo es mental. De esta manera, la naturaleza profunda de todo lo que existe estaría compuesta por energía mente. El átomo es mente; el hombre es mente; Dios es mente.
Aquí reside el interés máximo del filósofo hermético: en apoderarse del conocimiento de la esencia única de todas las cosas, la cual, como está en todas partes, es la clave maestra de la sabiduría.

La vida misma es contradictoria y paradojal; nadie se explica, por ejemplo, que si existe un ser supremo haya tanta injusticia en este mundo. A la luz de la sabiduría hermética se disipan todas las contradicciones y se reconcilian las paradojas, llegándose además a comprender la causa oculta de todas las cosas.


La verdad es la exageración de lo simple, y para llegar a lo simple no se requiere de una gran sapiencia o instrucción en las materias tradicionales. Eso sí, resulta indispensable tener un grado mínimo de cultura, ya que de otro modo nuestra inteligencia carecería de datos con los cuales trabajar para llegar finalmente a la síntesis, estado en el cual el sujeto no necesita de una cultura, por lo menos en el sentido acostumbrado.








No hay comentarios:

Publicar un comentario

http://acupunturar.blogspot.com/

EL KYBALION (completo)

EL Kybalión - Completo Capitulo I - Filosofía Hermética "Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, exce...