viernes, 3 de octubre de 2014

LA PALABRA PERDIDA




 
 
Presentación por: Harvey Rivadeneira Galiano.
R.E.A.A. / M.S.
03/10/2014

Es conocido que en casi todas las tradiciones se alude a algo perdido o desaparecido que, sean cuales sean las formas con las que se lo simboliza, tienen en el fondo el mismo significado; es ante todo la pérdida del estado principal, como una consecuencia inmediata la pérdida de la tradición proporcionada, pues dicha tradición no era sino el propio conocimiento, comprendido básicamente a la posesión de ese estado. Lo que en un principio se había perdido fue sustituido por algo que, en la medida de lo posible, debía tomar su lugar,  creando la necesidad de nuevas sustituciones.

 Según diversas tradiciones, el Grial o su equivalente está perdido y no está representado solamente por una copa sagrada, sino también por su contenido, siendo en el fondo del umbral, la "bebida de la inmortalidad", cuya posesión constituye esencialmente uno de los privilegios del estado primordial. Se dice que el soma védico (bebida sagrada que producía la iluminación espiritual), en cierta época  comenzó a desconocerse, obligando a su reemplazo por otra bebida que era tan sólo una imagen del mismo. Para los persas el haoma (planta sagrada y la bebida hecha de la misma, el beber de ella son características centrales del ritual de Zoroastro), es el equivalente del soma hindú; se señala que el haoma blanco podía únicamente recogerse sobre el Alborj, es decir, sobre la montaña polar, que representa la sede esencial; después fue reemplazado por el haoma amarillo, en la región donde se asentaron los antepasados de los persas, hubo otro Alborj, que era sólo una imagen del primero. Este haoma amarillo se perdió a su vez, y no quedó de él más que el recuerdo. Recordemos al respecto que, en otras tradiciones, el vino es también un sustitutivo de la "bebida de la inmortalidad", es considerado generalmente como un símbolo de la doctrina escondida o reservada, es decir, del conocimiento esotérico e iniciático.

 Toda tradición tiene normalmente como medio de expresión una determinada lengua, que por tal motivo adquiere el carácter de lengua sagrada; si esta tradición desaparece, es natural que al mismo tiempo se pierda la lengua correspondiente; incluso si aún subsistiera exteriormente algo de la misma, se trataría solamente de una especie de "cuerpo muerto".  Las pérdidas indican un empobrecimiento más o menos grave de la tradición que no pudo remediarse con posterioridad. En el caso de la tradición hebrea, en la que se dan los dos casos indicados, tras la cautividad de Babilonia, la antigua escritura perdida debió ser sustituida por una readaptación. Durante la destrucción del Templo de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío, se perdió la pronunciación verdadera del nombre tetragramático (identifica al Dios de Israel por medio de la Biblia Hebrea). Si bien fue sustituido por otro nombre, el de Adonaï, éste nunca fue considerado como el equivalente real de aquel que ya no se sabía pronunciar. La transmisión regular de la pronunciación del principal nombre divino  Ha Shem, es un término hebreo que significa literalmente ‘El Nombre’ (Se utiliza para evitar nombrar el nombre de Dios YHWH), estaba vinculada esencialmente a la continuidad del sacerdocio, cuyas funciones sólo podían ser ejercidas en el Templo de Jerusalén. Desaparecido el Templo, la tradición hebrea quedó inevitablemente incompleta.

Para remediar esta pérdida y la consecuente búsqueda de lo que se ha perdido o, como se decía en el Medioevo, la "demanda", la iniciación, en sus primeros estadios, los que corresponden a los pequeños "misterios", tiene efectivamente como finalidad principal la restauración del estado primordial. Es incuestionable que todo aquello que puede comunicarse exteriormente no podría ser con toda seguridad la "palabra perdida", sino nada más que un símbolo de la misma, siempre más o menos inadecuado, como lo es toda palabra de las verdades trascendentes.

 En las iniciaciones occidentales hay por lo menos dos ejemplos muy conocidos de búsqueda sobre el  asunto; la "demanda del Grial" en las iniciaciones caballerescas de la Edad Media y la "búsqueda de la palabra perdida" en la iniciación masónica, y ambas pueden ser consideradas como casos típicos de las dos formas de simbolismo.

 Si pasamos a considerar la "palabra perdida" y su búsqueda en   la Masonería, lo primero que debemos indicar a este respecto es que el grado de Maestro, tal como es practicada   en la Antigua Masonería Simbólica, insiste en la "pérdida de la palabra", que se presenta como una consecuencia de la muerte de Hiram. Pero la "palabra sagrada" del grado es claramente una "palabra sustituta" de una especie muy particular: ha sido deformada de muy diferentes maneras hasta el punto de llegar a ser desconocida. Si se restituye a dicha palabra su forma correcta descubrimos que la palabra en cuestión no es sino una pregunta, y la respuesta sería la verdadera "palabra sagrada" o la "palabra perdida", es decir, el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo.

En la iniciación masónica, en cambio, la "palabra sustituta" es una pregunta que ofrece la posibilidad de reencontrar la "palabra perdida".  Señalemos de paso que en el grado de Maestro no sólo se habla de una "palabra sustitutiva" sino también de un "signo sustitutivo". Si la "palabra perdida" se identifica simbólicamente con el Tetragrama, ciertos indicios permiten suponer que correlativamente el "signo perdido" debería identificarse con la bendición de los Kohanim

 Hay algunos grados masónicos que ofrecen una "palabra reencontrada", lo que parece implicar la culminación de la investigación;  en realidad, esta "palabra reencontrada" es siempre una nueva "palabra sustituta", y es fácil comprender que no pueda ser de otro modo, ya que la verdadera "palabra" es rigurosamente incomunicable.

 Cómo es posible que la "pérdida de la palabra" se presente como una consecuencia de la muerte de Hiram, cuando, según la leyenda, había otros que igualmente la poseían? En la época de la construcción del Templo, la "palabra" de los Maestros estaba, según la leyenda del grado, en posesión de tres personajes que tenían el poder de comunicarla: Salomón, Hiram, rey de Tiro, e Hiram-Abi; admitido esto, ¿cómo puede bastar la muerte de este último para causar la pérdida de la "palabra"? La respuesta para comunicarla regularmente y en forma ritual, se necesitaba el concurso de los "tres primeros Grandes Maestros", de tal manera que la ausencia o desaparición de uno sólo de ellos hacía imposible esta comunicación. Es imposible formar un triángulo si no es con tres ángulos. Una Logia operativa no puede abrirse sin el concurso de tres Maestros, provistos de tres varillas cuyas longitudes están respectivamente en relación con los números 3, 4 y 5; y solamente a partir del momento en que estas tres varillas han sido aproximadas y dispuestas en forma tal de conformar el triángulo rectángulo pitagórico es cuando puede tener lugar la apertura de los trabajos. Una palabra sagrada pueda estar compuesta de tres partes, tales como tres sílabas, no pudiendo cada una de las cuales ser pronunciada más que por uno de los tres Maestros, de manera que, a falta de uno de ellos, tanto la palabra como el triángulo quedarían incompletos, y nada válido podría realizarse.

Hiram Abif es una figura simbólica en Masonería y la narración que se utiliza es una parábola psicodramática, creada deliberadamente para llevar un conjunto de enseñanzas. No se trata de una leyenda propiamente dicha, pues todo masón especulativo sabe, de antemano, que las personalidades representadas del Maestro asesinado son totalmente imaginarias, representando virtudes y vicios humanos cada uno de ellos.

 En cuanto a la palabra sagrada que sólo puede ser comunicada por el concurso de tres personas, es muy significativo que justamente este carácter se verifique en la palabra, en el grado de la Antigua Masonería Simbólica, se considera representante de la "palabra reencontrada", y cuya comunicación regular no es efectivamente posible más que de esta forma. Las tres personas de que se trata forman entre sí un triángulo, y las tres partes de la palabra que son entonces las tres sílabas correspondientes a otros tantos nombres divinos de diferentes tradiciones, "pasan" sucesivamente, si así puede decirse, de uno a otro de los lados del triángulo, hasta que la palabra sea completamente "justa y perfecta".

 La mayoría de las veces la "palabra perdida" es asimilada al Nombre tetragramático, en concordancia con el simbolismo hebraico.  El Tetragrama pudo perfectamente haber sido en cierto sentido una "palabra sustituta", ya que pertenece propiamente a la revelación mosaica. En el exoterismo hebreo, la palabra que sustituye al Tetragrama que ya no se sabe pronunciar, es otro nombre divino. En el Tetragrama hebreo,  es uno de los nombres divinos más frecuentemente asimilados a la "palabra perdida", la forma: Jehová.  Cómo, cuándo y dónde apareció el nombre que en español traducimos como Yavé, Yahwé o Jehová? Tenemos a Diódoro de Sicilia; Jerónimo, autor de la Vulgata latina; Códice de Leningrado,  en la Biblia Hebraica Stuttgartensia quienes escriben sobre Jehova;  si bien no puede ser considerada como la verdadera pronunciación del Nombre, que ya nadie conoce, la representa al menos mucho mejor al constar de tres sílabas, que la forma Yahvé.

Tema muy polémico. No se equivoquen. Todo lo anterior no es literal, pues los que “saben” hablan en forma ricamente alegórica y simbólica. Quizás algún día tengamos la capacidad de comprender y nos sea revelado el misterio de la palabra perdida y la creación del universo; inmensa meta ¿verdad?, ¿Cuántas vidas requeriremos para ello?  Para Dios el tiempo no existe, ò por lo menos, en los mundos divinos tiene otra medida. Hoy solo nos resta meditar, reflexionar y suponer; considerar sin aceptar ni rechazar nada.

El objetivo principal de esta columna, es crear la motivación por la investigación de este tema tan interesante, y que tiene muchas aristas y senderos colaterales que nos llevan a otros temas tan importantes, como por ejemplo las razas humanas y sus dioses, muy propios de su cultura y el momento histórico que se estaba viviendo.

Puedo estar equivocado en mucho, pero es preferible errar en la búsqueda, que permanecer indolentes ante los misterios del GADU. Quizás la “Palabra perdida” sea el “Hombre” mismo, ò mejor dicho: la chispa divina que mora en él  y el momento en que él la alcance, ya no se encontrara “aquí”, pues será muy probable que haya alcanzado su liberación de la rueda de las reencarnaciones.

“Te advierto, quien quieras que fueres, ¡OH! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias?, En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. ¡OH! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses.” (Oráculo de Delfos).

 


 Referencias:

-          http://www.craftmasonry.net/




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