martes, 24 de junio de 2025

EL AMOR COMO IDEAL HUMANO: RELECTURA DE JOSE INGENIEROS Y EXPANSIÓN CONTEMPORÁNEA

 




 








 

 

"El Amor como Ideal Humano: Relectura de José Ingenieros y Expansión Contemporánea" 


Autor: Harvey Rivadeneira Galiano

Febrero/2024



“La fortaleza interior es la llama de la vida: 

arde en silencio, se alimenta de verdad 

y en su fulgor se revela el propósito del alma.”

— Harvey Rivadeneira Galiano


 

La filosofía ha buscado desde sus albores comprender el misterio del amor. Desde Platón hasta Kierkegaard, desde Confucio hasta Simone Weil, el amor ha sido entendido no sólo como una pasión humana, sino como una vía de acceso a la verdad, a la belleza y al bien. El "Tratado del Amor" de José Ingenieros se inscribe dentro de esta tradición, pero con una impronta singular: propone al amor como ideal moral, como forma de elevación del espíritu por encima de la mediocridad.

Hoy, cuando las relaciones humanas se encuentran fragmentadas y el amor es muchas veces reducido a interés o consumo, recuperar su dimensión ética y filosófica se vuelve una necesidad urgente. Esta conferencia pretende no sólo releer a Ingenieros, sino expandir su mensaje, proyectando el amor como fuerza regeneradora del alma humana y fundamento de toda ética verdadera.

"El amor no es una emoción pasajera, 

sino una arquitectura del alma que construye

 el porvenir del espíritu humano."
Harvey Rivadeneira Galiano


José Ingenieros fue un pensador, médico y filósofo argentino del siglo XX, reconocido por su análisis del alma humana y su apuesta por los ideales. Su "Tratado del Amor" constituye una de las reflexiones más profundas sobre el sentimiento amoroso desde una perspectiva ética, psicológica y filosófica.

Esta conferencia tiene como propósito principal revalorizar el pensamiento de Ingenieros y expandirlo desde una mirada contemporánea, filosófica y espiritual, que integre elementos de la energía, el alma y el crecimiento humano.


Advertencia: Ingenieros no alcanzó a desarrollar el plan de este libro póstumo, obra erudita y con visión de futuro.  Algunos de los ensayos que constituyen el Tratado del Amor aparecieron en la Revista de Filosofía; otros eran  inéditos. Al frente de cada una de las partes que forman este libro hallará el lector las aclaraciones correspondientes.  Aníbal Ponce, quien revisó y anotó las obras anteriores de Ingenieros, falleció antes de poder hacerlo con la presente.  La revisión y ordenación de los originales estuvo a cargo de Julia Laurencena. (Biblioteca clásica y contemporánea).  Digitalización: KCL. – Tomado 


ANÁLISIS DEL "TRATADO DEL AMOR" DE JOSÉ INGENIEROS


Ingenieros escribe sobre el amor no como simple pasión, sino como ideal de elevación humana.


El Tratado del Amor, obra póstuma de José Ingenieros (1877–1925), se inscribe dentro de una visión idealista, ética y progresista del ser humano. Es parte de su proyecto intelectual mayor, donde el amor no es concebido como una simple pasión romántica o impulso biológico, sino como una manifestación superior del alma humana en proceso de evolución hacia un ideal ético y estético.


En su Tratado del Amor, José Ingenieros retoma la rica simbología de la mitología griega para mostrar cómo las civilizaciones antiguas comprendieron el amor no solo como una emoción, sino como una fuerza cósmica, arquetípica y civilizadora.


Ingenieros destaca que Eros, en los orígenes del pensamiento griego, no es simplemente un dios del deseo carnal. En los himnos órficos y en Hesíodo, Eros es una fuerza cósmica anterior a los dioses olímpicos, uno de los primeros principios que ordena el caos universal. Para Ingenieros, esta visión representa el amor como energía estructuradora del universo, una intuición profunda que trasciende el placer y alcanza lo metafísico.


Analiza con finura el mito de Psique y Eros, donde Afrodita representa la belleza corporal y Psique el alma inmortal. Este relato simboliza, para Ingenieros, la lucha entre la pasión sensorial y el amor espiritual. En el recorrido de Psique —que sufre, muere y renace para alcanzar a Eros— se encuentra una alegoría del amor que purifica y se transforma en virtud.


Ingenieros señala que los griegos, al representar el amor mediante deidades caprichosas, sensuales y también trágicas, intentaron comprender los múltiples rostros del amor humano: el deseo, la fidelidad, el engaño, el sacrificio, la redención. Así, la mitología no solo cuenta historias, sino que educa el alma y ofrece modelos éticos en forma simbólica.


“A través de la mitología griega, Ingenieros encuentra no solo un legado cultural, sino un lenguaje para expresar la complejidad del amor humano. Como estudioso y como ser humano, veo en esta lectura una oportunidad de reconciliar el cuerpo con el alma, el deseo con el ideal, la pasión con la virtud. Es un llamado a vivir el amor con profundidad arquetípica y responsabilidad consciente.”

 Harvey Rivadeneira Galiano


Ingenieros sostiene que el amor auténtico es una expresión del “hombre ideal”, en contraposición con el hombre vulgar. Para él, toda vida que aspire a superarse moral y espiritualmente debe transitar por una forma de amor elevada. En esta línea, el amor es un acto ético, inseparable de la dignidad humana y del perfeccionamiento del carácter.


Esta postura lo distancia de las corrientes meramente sensualistas o reduccionistas que ven en el amor solo un impulso sexual. José Ingenieros, influido por Platón, Aristóteles, Spinoza y Goethe, entiende el amor como una fuerza que empuja hacia lo bello, lo bueno y lo verdadero.


Su tratado recoge la herencia platónica del amor como “eros” ascendente, que comienza con la atracción por la belleza física y culmina en la contemplación de la belleza del alma y de las ideas eternas. Pero también dialoga con la modernidad: hay en Ingenieros un eco de los ideales ilustrados, del progreso humano y del perfeccionamiento social a través de la conciencia, la razón y la sensibilidad moral.


A diferencia del amor posesivo y egocéntrico, el amor verdadero —según Ingenieros— no esclaviza ni limita, sino que libera y engrandece, porque se basa en la admiración mutua, en la nobleza de ideales compartidos y en la autonomía de los amantes.


En su filosofía, el amor es un medio para elevar la conciencia individual y colectiva. Es una emoción que se espiritualiza, y en esa sublimación se convierte en principio civilizatorio. El amor es, en el pensamiento de Ingenieros, una fuerza transformadora que impulsa la creación artística, la mejora ética, la evolución social y el perfeccionamiento de la cultura.

Ingenieros advierte que no hay amor sin libertad. El amor ético y consciente solo puede florecer en personas que han alcanzado un nivel de desarrollo interior tal que ya no buscan poseer, dominar o manipular al otro. El verdadero amor se expresa como una comunión de ideales, una fusión libre de almas afines.


El Tratado del Amor de José Ingenieros tiene un contexto filosófico humanista, idealista y ético. Es una obra profundamente espiritual sin ser religiosa, una apuesta por la dignificación del amor como acto consciente, estético, ético y liberador. Invita al lector a trascender el amor pasional y egoísta, para asumirlo como herramienta de crecimiento del alma y como símbolo de evolución moral y civilizatoria.


En el pensamiento de José Ingenieros, el amor se eleva desde una experiencia afectiva y pasional hacia un principio de vida superior, un ideal moral que impulsa al ser humano hacia la realización de su más alta dignidad espiritual. En este contexto, el amor no es solo sentimiento o emoción: es una fuerza ética, un motor de superación personal y colectiva, que participa activamente del perfeccionamiento humano.


Ingenieros diferencia claramente entre el amor vulgar, instintivo o posesivo, y el amor ideal. Este último no se basa en la necesidad ni en la dependencia, sino en la admiración por las virtudes del otro, por su integridad moral, su belleza interior, su inteligencia y su libertad.


Para Ingenieros, cuando el amor se convierte en ideal moral, deja de ser una búsqueda egoísta de placer o compañía, y se transforma en una fuerza de elevación ética y estética, en la que el amante ama no para poseer, sino para comprender, crecer y trascender junto al ser amado.


En su tratado, Ingenieros postula que todo amor verdaderamente humano es una forma de voluntad superior, que se manifiesta en la búsqueda de lo mejor de sí y del otro. En este sentido, el amor educa la sensibilidad moral y cultiva los valores de la sinceridad, el respeto, la lealtad y la libertad.


El ideal moral del amor es, por tanto, inseparable de la ética. El ser que ama con nobleza se ennoblece; el que ama con conciencia transforma su carácter. Así, el amor no solo vincula a dos personas, sino que modela almas elevadas, cultivadas por la luz de los ideales.


Uno de los elementos centrales de este ideal es la libertad. El amor moral no esclaviza, no es celoso ni exclusivo en términos enfermizos. José Ingenieros señala que el amor elevado no se impone ni se mendiga; solo existe entre iguales que se eligen por afinidad de espíritu y por respeto mutuo.


Este tipo de amor es consciente de que la libertad del otro es sagrada, y que el crecimiento de ambos ocurre en la autonomía compartida. Por eso, el amor ideal no depende de la presencia física constante ni del contrato, sino de la sintonía interior profunda y del deseo común de construir una relación ética y plena.


Para Ingenieros, el amor ideal es la forma más depurada de la afectividad humana. En él se manifiesta la esencia del progreso espiritual del hombre. Es una forma de heroísmo cotidiano, una ética de la ternura, donde cada gesto y cada palabra reflejan una vocación por el bien, la verdad y la belleza.


El amor, en su máxima expresión, no solo construye vínculos privados, sino que transforma la sociedad, porque los seres que han aprendido a amar con conciencia y moralidad, serán también mejores ciudadanos, artistas, educadores, padres, hermanos, compañeros.


José Ingenieros eleva el amor a la categoría de ideal moral porque lo considera el reflejo más luminoso del alma que se perfecciona. En este sentido, el amor no es solo un acto emocional, sino un camino ético, un ejercicio de libertad y un cultivo del espíritu, donde la belleza y la bondad se dan la mano para dar sentido a la existencia humana.


Para él, quien ama con idealismo moral, ama como el artista crea, como el sabio piensa, como el justo actúa: con pureza, con propósito y con pasión por lo mejor que puede ser el ser humano.


En su obra Tratado del Amor, José Ingenieros realiza una crítica frontal, lúcida y profundamente ética a lo que él denomina formas degeneradas o inferiores del amor. Estas manifestaciones, según su visión idealista, no son auténticas expresiones del sentimiento amoroso, sino caricaturas emocionales marcadas por la ignorancia, el egoísmo, la vulgaridad o la decadencia moral del ser humano.


Ingenieros establece un contraste permanente entre el amor como ideal moral y estético, y sus formas degradadas, que surgen cuando el amor se reduce a instinto, posesión, vanidad o servidumbre emocional. Para él, toda relación amorosa que no apunte a la superación espiritual, a la libertad y a la comunión de ideales, traiciona la verdadera esencia del amor.


En ese sentido, estas formas degeneradas son síntomas de una civilización en crisis moral, donde el amor se ha cosificado y vaciado de su sentido ético profundo.


Una de las formas más criticadas es el amor posesivo, que confunde amar con poseer. Ingenieros señala que la voluntad de dominio sobre el ser amado no es amor, sino egoísmo disfrazado, una pulsión primitiva que impide la libertad y destruye la armonía.

En este contexto, los celos son presentados como una forma de inseguridad enfermiza, producto de un amor sin dignidad ni altura moral. Según él, donde hay celos no hay confianza, y donde no hay confianza, el amor ha sido reemplazado por el temor y la ansiedad.


Otra forma degenerada que Ingenieros denuncia es el amor que se transa por interés material, estatus o conveniencia social. Lo llama “amor mercenario”, una farsa en la que las emociones se subordinan al cálculo y al beneficio egoísta. En este tipo de relación, no hay una unión de almas ni una elevación del espíritu, sino una especie de contrato comercial emocional, donde el afecto se corrompe por los valores del mercado o la ambición personal.


También critica con firmeza el amor vulgar, entendido como mero deseo carnal sin idealidad ni profundidad. Ingenieros no rechaza el componente sexual del amor, pero sí condena que este se convierta en el único criterio de la relación, relegando los aspectos éticos, intelectuales y espirituales del vínculo humano.


Cuando el amor se vuelve puramente instintivo, el alma desaparece de la experiencia amorosa, y con ella, la posibilidad de crecimiento interior y de transformación mutua.

Ingenieros rechaza igualmente las relaciones donde uno de los miembros se anula por completo ante el otro, en nombre de un falso amor que se convierte en servidumbre emocional. El amor degenerado esclaviza; el amor ideal emancipa.


Amar no es renunciar a uno mismo ni sacrificarse sin propósito. Para él, el verdadero amor exige equilibrio, respeto y libertad recíproca. Cualquier forma de sumisión o anulación de la propia personalidad es una degradación del ideal amoroso. La crítica de José Ingenieros a las formas degeneradas del amor no es moralista, sino ético-humanista. Su intención es rescatar la esencia elevada del amor como virtud creadora, como fuerza civilizadora, como vínculo transformador que dignifica al ser humano.


Las formas degradadas del amor son para él síntomas de atraso espiritual y cultural, obstáculos que impiden al alma acceder a su plenitud. Por ello, propone educar el sentimiento, ennoblecer el deseo, elevar la conciencia, y convertir el amor en una expresión de libertad, nobleza y autenticidad.


La obra Tratado del Amor de José Ingenieros constituye una síntesis filosófica, ética y estética sobre el amor humano, escrita con un estilo claro, elevado y lleno de fuerza idealista. En sus páginas, el autor argentino propone una visión del amor como manifestación espiritual, alejada de los excesos del sentimentalismo, del egoísmo posesivo o de la vulgaridad.


Dentro de su texto, encontramos numerosas citas y aforismos esenciales que condensan su pensamiento y que, por su riqueza conceptual y belleza literaria, se han convertido en referencias obligadas dentro de la filosofía moral del amor.


Amor como virtud ideal y expresión del alma elevada.- “El amor es la forma más noble de la admiración; nace donde se presiente una belleza superior.” Esta cita establece el carácter idealista del amor en Ingenieros. No se trata de una emoción superficial, sino de una admiración profunda, una atracción hacia la virtud y la belleza del alma. Es una forma de espiritualidad encarnada en el otro, no una simple atracción física o una respuesta emocional.


Diferencia entre amor vulgar y amor ideal.- “Entre el amor de los espíritus y el de los sentidos, hay una distancia que va del genio al instinto.” Con esta sentencia, Ingenieros traza la frontera entre el amor espiritual y el amor instintivo, rechazando las formas degradadas o puramente sensuales. Para él, el verdadero amor nace del alma y de la inteligencia, mientras que el deseo sin ética pertenece al plano animal.


Libertad como fundamento del amor verdadero.- “No se ama verdaderamente a quien se esclaviza, ni a quien se somete.” Esta frase expresa el profundo respeto de Ingenieros por la libertad del otro como esencia del amor auténtico. Cualquier forma de posesión, celos o dominio no es amor sino una perversión emocional. En su concepción, amar es querer que el otro sea libre, pleno y autónomo.


Amor como camino de elevación moral.- “Solo el que ama con nobleza se ennoblece.”

Ingenieros asocia directamente el amor con la moralidad del carácter. El amor es una experiencia que transforma al amante, elevando su conciencia, purificando su intención, volviéndolo mejor. Es una virtud activa, no una simple emoción pasiva.


Amor y dignidad personal: “El amor digno no se implora ni se impone: se ofrece.” Esta frase contiene un principio esencial del pensamiento ético de Ingenieros: el amor como acto libre, voluntario y recíproco. Amar desde la dignidad significa evitar la humillación y el chantaje afectivo. El amor auténtico no se suplica ni se exige: se da sin condiciones, desde la plenitud.


El idealismo como horizonte del amor humano: “Amar es tener fe en un ideal.” Ingenieros relaciona el amor con el idealismo moral. No se ama un cuerpo, se ama un ideal encarnado en una persona. El amante idealista busca la belleza del alma, la armonía del espíritu, y proyecta sobre el ser amado una vocación hacia lo superior.


Las citas esenciales del Tratado del Amor de José Ingenieros reflejan una ética profundamente humanista y una estética de la virtud, que ubican al amor como el más alto de los vínculos humanos. Estas frases condensan la sabiduría filosófica de Ingenieros, pero también proponen un modelo de relación que hoy, en la posmodernidad, sigue teniendo valor: amar con libertad, con respeto, con elevación de conciencia y con propósito espiritual.


El amor no es sólo un sentimiento, sino una energía sutil que conecta los corazones con el alma universal. El amor no es sólo un sentimiento subjetivo ni una respuesta bioquímica del cuerpo, sino una manifestación vibratoria que trasciende el plano material. Cuando dos seres humanos se conectan desde el amor verdadero, se produce una sincronicidad energética que influye tanto en su salud espiritual como en su integridad emocional. Este tipo de amor se vive como presencia, como luz interior que ilumina al otro sin intentar poseerlo.

En muchas tradiciones espirituales, el amor es visto como una expresión de la energía universal, unificadora, sutil y coherente. Es el "chi" en el Tao, el "agápe" en el cristianismo original, el "prema" en la filosofía védica, o el "ahavah" en la mística hebrea. Todas estas nociones apuntan a que el amor no nace en la mente ni en el deseo, sino en el alma conectada con el todo.

Desde esta perspectiva, el amor es una fuerza transformadora capaz de elevar la conciencia, romper patrones egoístas y activar los centros energéticos del ser humano, en especial el corazón. Amar, entonces, es sintonizar con la música invisible del cosmos. Por ello, el amor no se impone ni se negocia: se irradia.

Reconocer el amor como energía trascendente es invitar al ser humano a superar la concepción limitada del amor como placer, necesidad o contrato social. Es redescubrirlo como una corriente de vida que sostiene el equilibrio del universo y que, cuando es comprendida y cultivada, convierte al ser humano en un canal consciente de luz, compasión y sabiduría.

La era actual banaliza el amor: lo convierte en consumo, en imagen, en ego. Es necesario reencantar el vínculo desde el alma.

En la era posmoderna, el amor ha sido sometido a una fragmentación profunda. La velocidad de la vida digital, la cultura del consumo rápido y el individualismo radical han transformado el amor en una experiencia efímera, muchas veces vaciada de contenido espiritual o ético. Las aplicaciones de citas, los "likes" y las relaciones basadas en la apariencia han reducido el vínculo amoroso a una transacción emocional de corto plazo.

Esta desustancialización del amor genera un vacío afectivo: el ser humano busca conexión, pero teme la entrega; anhela profundidad, pero escapa del compromiso. En este contexto, el amor verdadero parece un anacronismo o un riesgo innecesario. Sin embargo, es precisamente en esta crisis donde surge la necesidad de reencantar el amor como acto de resistencia ética y espiritual.

Amar en la posmodernidad es un acto revolucionario. Significa apostar por la permanencia en una cultura del descarte, por la autenticidad en un mundo de simulacros, y por la vulnerabilidad en una sociedad blindada emocionalmente. Amar hoy implica recuperar la mirada que reconoce al otro como un ser sagrado, no como objeto de uso o entretenimiento.

El amor, en este contexto, debe ser reaprendido como arte, como disciplina interior, como cultivo de la presencia y la escucha profunda. Debe convertirse en un camino de autotransformación que permita al ser humano salir del aislamiento del ego para ingresar en la esfera del nosotros, del alma compartida.

El amor puede sanar heridas profundas del ser. Cuando se vive desde la conciencia, conecta cuerpo, alma y espíritu. El amor consciente y sanador es una forma de relación que trasciende la emoción impulsiva y entra en la esfera de la atención plena, la intención elevada y la responsabilidad afectiva. No es simplemente un sentimiento espontáneo, sino una práctica diaria de conexión, de escucha activa, de aceptación profunda. Amar de manera consciente implica estar presente con uno mismo y con el otro, sin juicio, sin expectativa, en plena autenticidad. Es reconocer las heridas que cada ser humano carga, y aun así ofrecer un espacio de acogida, compasión y ternura.


Este amor sana porque no proyecta, no controla, no exige; simplemente es. Al vincularse desde un nivel de conciencia superior, permite que las viejas memorias de dolor se transformen en aprendizajes, y que el alma se exprese sin temor. En este tipo de amor, la vulnerabilidad se convierte en fortaleza, y el vínculo en camino de crecimiento mutuo.

Además, este amor se convierte en medicina para el cuerpo, para la mente y para el espíritu. La neurociencia ha confirmado que los estados de amor auténtico generan hormonas de bienestar, reducen el estrés y fortalecen la salud inmunológica. Desde la mirada energética, el amor consciente es una vibración elevada que armoniza los centros energéticos (chakras) sincroniza los campos áuricos.

Amar conscientemente es un arte, una disciplina, un camino espiritual. Requiere desaprender patrones de apego, transformar el ego en servicio y cultivar la presencia como forma de entrega. Cuando dos seres se aman de este modo, no se poseerán, sino que se liberarán mutuamente. No buscarán completarse, sino expandirse. En este espacio, el amor no hiere, no traiciona, no abandona: acompaña, nutre, ilumina.


La ética del amor es la dimensión moral y filosófica que regula nuestras formas de amar, y que transforma el mero sentimiento en una actitud comprometida con el bien del otro, con la verdad y con la libertad. A diferencia del amor pasional o utilitario, el amor ético se fundamenta en principios elevados: la dignidad humana, el respeto mutuo, la responsabilidad afectiva y el crecimiento espiritual compartido.

Amar éticamente significa reconocer al otro no como objeto de deseo o de necesidad, sino como un ser completo, libre y autónomo. Desde esta visión, el amor no se impone, no se negocia, no se manipula; se ofrece como don y como acto consciente de libertad. Esta postura ética nos aleja de los amores tóxicos, dependientes o posesivos, y nos conduce hacia relaciones sanas, en las que florece la confianza, la lealtad y la autenticidad.

La ética del amor exige congruencia entre lo que se siente, lo que se dice y lo que se hace. No basta con amar, sino que hay que amar bien, con justicia, con claridad, con empatía. Esto implica aprender a decir la verdad aunque duela, respetar los tiempos y procesos del otro, y asumir las consecuencias de nuestras acciones afectivas. En este sentido, el amor ético es también una escuela de virtud: enseña humildad, paciencia, compasión y desapego.

Desde la filosofía, autores como José Ingenieros vislumbraron un ideal de amor superior, donde la ética y la estética se encuentran. Un amor que no degrada ni trivializa, sino que eleva, dignifica y ennoblece al ser humano. Esta visión cobra aún más valor en la sociedad contemporánea, marcada por el individualismo, la inmediatez y la banalización del afecto. Volver al amor como acto ético es, por tanto, un acto de revolución interior y de reconstrucción de lo humano.

Finalmente, amar éticamente es también un acto espiritual. En cada gesto de amor auténtico se honra la vida, se expresa el alma y se participa de la unidad esencial del universo. En este sentido, la ética del amor no es solo un deber moral, sino una vía de realización trascendental.


El amor es la frecuencia del universo. En Tao, en el Logos, en la luz divina: el amor es la vibración original. La dimensión cósmica del amor se refiere a la comprensión del amor como una energía universal que trasciende la experiencia humana individual y se manifiesta como fuerza creadora, armonizadora y unificadora en todo el cosmos. Desde esta visión, el amor no es únicamente una emoción personal o un vínculo entre seres humanos, sino una pulsación originaria que sostiene la vida, el movimiento de los astros y la evolución de la conciencia.


El amor cósmico se encuentra en la estructura del universo, en la inteligencia de la naturaleza, en la sinfonía celeste que conecta todo lo que existe. Las antiguas tradiciones espirituales y los sabios de diversas culturas han enseñado que el amor es la sustancia invisible del alma del mundo, el hilo que une átomos y galaxias, la vibración que permite que el todo sea más que la suma de sus partes. Esta dimensión invita al ser humano a recordar que es parte de un tejido cósmico mayor, y que el amor que habita en su corazón es reflejo del amor que sostiene al universo.

Cuando se accede a esta comprensión, el acto de amar se transforma en una experiencia sagrada. Amar no es solo sentir, sino sintonizar con la frecuencia del universo. Es expandir la conciencia más allá del yo, disolver el ego y convertirse en canal de luz, de ternura, de unidad. El amor cósmico no excluye, no condiciona, no teme. Es amor total, presente en cada célula, en cada estrella, en cada respiro.

José Ingenieros intuyó esta expansión del amor en su ideal de humanidad futura. Al concebir al amor como impulso ético y estético, abrió la puerta a la percepción de que amar es elevarse hacia lo sublime. En la ampliación de este tratado, se propone que el amor cósmico sea también guía de la acción humana: amar como ama el universo, con sabiduría, con belleza y con compasión universal.

En un tiempo de fragmentación y crisis planetaria, volver a la dimensión cósmica del amor es una urgencia espiritual y ética. El amor cósmico nos recuerda que somos uno con la tierra, con los seres vivos, con los ritmos del cielo. Cultivar este amor es despertar a la armonía perdida, es sanar la desconexión, es evolucionar como especie hacia la conciencia unificada.

Volver a amar con profundidad es el gran desafío de este siglo. Amar como acto revolucionario, como resistencia al vacío y al nihilismo. Amar no para poseer, sino para elevar, para transformar y para construir un mundo donde la virtud y la belleza florezcan.

Educar en el amor, preparar el alma para amar, es misión de los sabios y de los corazones despiertos.


"El amor es el lenguaje que habla el alma cuando el universo calla; 

sólo quien ama se eleva más allá del tiempo y la muerte."

Harvey Rivadeneira Galiano


Arthur Schopenhauer, filósofo alemán del siglo XIX, ofrece una de las teorías más provocadoras y pesimistas sobre el amor y la sexualidad humana. Su concepción se enmarca en su obra central El mundo como voluntad y representación (1818) y se profundiza en sus ensayos posteriores.


Para Schopenhauer, la Voluntad es la esencia metafísica de la vida, una fuerza ciega, irracional, que impulsa todos los fenómenos naturales. En el ser humano, esta Voluntad se manifiesta especialmente en el instinto sexual: es decir, el deseo amoroso no es un asunto romántico, sino un mecanismo oculto y biológico para perpetuar la especie. “Lo que se llama amor no es más que el truco de la naturaleza para lograr la procreación.”

 

Schopenhauer afirma que lo que los humanos llaman “amor” es una ilusión producida por la naturaleza para asegurar la reproducción. La atracción entre los sexos está determinada por factores biológicos inconscientes: se buscan instintivamente parejas que corrijan nuestras deficiencias físicas o que garanticen hijos sanos, no por afinidad espiritual.


“El impulso sexual es el centro de gravedad de la vida; el punto desde donde se extienden todas nuestras acciones.” Desde esta visión, Schopenhauer ridiculiza la idealización del amor romántico, propio del Romanticismo. Considera que esta visión encubre una verdad biológica dura: el amor solo busca reproducción, y una vez conseguido el objetivo (la concepción), desaparece el interés amoroso.


El deseo erótico es para Schopenhauer una fuente permanente de sufrimiento, pues la Voluntad —al no tener fin— genera ansiedad, celos, frustración, engaño y dominio. Por ello, recomienda la castidad y la negación del deseo como formas de liberación espiritual, cercanas a las filosofías orientales.


“Toda satisfacción sexual es decepción. La Voluntad nos engaña para que sigamos perpetuando el dolor de la existencia.” Esta teoría influenció profundamente a pensadores como Nietzsche (aunque luego lo criticó), Freud (en su teoría del inconsciente y la libido), y a muchos autores existencialistas. Es una visión realista, radical y sombría, que sirve como contraste poderoso frente a otras teorías más idealistas o espirituales del amor.


“Schopenhauer nos invita a ver el amor desde su raíz biológica y trágica: como impulso vital disfrazado de sentimiento sublime. Aunque su visión parezca dura, es también una advertencia a no confundir deseo con virtud, ni pasión con eternidad. Nos ofrece una filosofía que, lejos de romantizar, despierta conciencia.”

Harvey Rivadeneira Galiano

 

Mi Comentario Filosófico, Ético y Moral Personal sobre la Obra: Tratado del Amor de José Ingenieros.


La lectura profunda del Tratado del Amor de José Ingenieros no es solo un ejercicio intelectual; es una invitación a reconstruir el alma del ser humano desde la conciencia amorosa. La obra, escrita con firmeza racional y con la lucidez de un espíritu elevado, traza un mapa ético del amor como acto voluntario, inteligente y profundamente moral.


En un mundo donde el amor se confunde frecuentemente con posesión, placer, dependencia o consumo emocional, Ingenieros nos desafía a devolverle su dignidad filosófica: amar no es simplemente sentir, sino querer con nobleza, actuar desde la libertad mutua, y elevarnos a través del otro como proyecto ético.


Desde mi reflexión personal, lo que más resuena es su insistencia en que el verdadero amor es una virtud en acción: No es esperar ser amado, sino cultivar la capacidad de amar desde el respeto, la admiración y el deseo de elevación mutua. No es rendirse en la dependencia emocional, sino fortalecerse en la libertad compartida. No es pedir, sino dar sin perderse a sí mismo.


Desde la ética, Ingenieros plantea que amar es el más alto ejercicio moral del alma, porque nos exige verdad, honestidad, renuncia del ego y búsqueda de lo mejor del otro. Solo se ama realmente cuando se deja de buscar la utilidad del otro y se comienza a valorar su ser como expresión de lo eterno en lo humano.


Moralmente, el amor que él propone es revolucionario: no tolera la mentira, la manipulación, la mezquindad ni la cobardía. Es un llamado a la responsabilidad afectiva, al crecimiento espiritual compartido, a la fidelidad no como imposición sino como expresión de integridad interior.


Y filosóficamente, el Tratado del Amor es un manifiesto de idealismo humanista. Porque para Ingenieros —y también para mí—, amar es creer en el porvenir de la humanidad, en que aún es posible construir relaciones donde el alma florece, el pensamiento se eleva y el otro deja de ser medio para volverse fin.


En síntesis, esta obra no solo enseña qué es el amor; nos llama a vivirlo conscientemente como una práctica ética cotidiana, como el arte más refinado de la existencia humana, y como el camino que nos conduce a la forma más auténtica de la libertad interior: la de amar sin doblez, con verdad, con dignidad y con ideal.


En este trabajo no se ha abordado el proceso biológico de la fecundación humana, es importante recordar que dicho proceso se basa en la unión de los gérmenes sexuales complementarios: el óvulo y el espermatozoide. Su contacto da origen al cigoto, célula inicial del ser humano.

 

Bibliografía recomendada:

  • Ingenieros, José. Tratado del Amor. Buenos Aires: Editorial Claridad, 1926.
  • Ingenieros, José. El Hombre Mediocre. Buenos Aires: Editorial Losada, 1913.
  • Platón. El Banquete. Madrid: Alianza Editorial.
  • Fromm, Erich. El arte de amar. México: Fondo de Cultura Económica, 1956.
  • Weil, Simone. La gravedad y la gracia. Madrid: Trotta.
  • Rivadeneira Galiano, Harvey. El amor como energía del alma y fuerza de elevación humana. Inédito.

Bibliografía General

  • Ingenieros, José. El Tratado del Amor. Buenos Aires: Editorial Losada, s.f. (edición original: ca. 1915). (Texto central analizado. Contiene reflexiones filosóficas, éticas, psicológicas y culturales sobre el amor como ideal humano y como fenómeno social y espiritual).
  • Schopenhauer, Arthur. El amor, las mujeres y la muerte. Madrid: Alianza Editorial, 2004. (Especialmente su teoría erótica basada en la voluntad de vivir y el instinto biológico de perpetuación).
  • Fromm, Erich. El arte de amar. México: Fondo de Cultura Económica, 1956. (Obra esencial para entender el amor como acto consciente, ético y como una capacidad que debe desarrollarse).
  • Badiou, Alain. El elogio del amor. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión, 2010. (Una visión contemporánea del amor como experiencia revolucionaria en la posmodernidad).
  • Nussbaum, Martha C. El ocultamiento de lo humano: repulsión, vergüenza y ley. Madrid: Katz Editores, 2006. (Explora los sentimientos desde la filosofía moral, útil para ampliar el enfoque ético del amor).
  • Teilhard de Chardin, Pierre. El fenómeno humano. Madrid: Taurus, 2005. (Introduce la idea de una energía del amor que impulsa la evolución espiritual y cósmica).
  • Krishnamurti, Jiddu. Sobre el amor y la soledad. Buenos Aires: Edaf, 2002. (Visión no dualista y espiritual del amor como experiencia liberadora y consciente).
  • Dyer, Wayne. Tus zonas sagradas. Barcelona: Grijalbo, 1995. (Contiene nociones sobre el amor como energía del alma y conexión con lo trascendente).
  • Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Barcelona: Anagrama, 1986. (Sobre la superficialidad del amor en la posmodernidad y su despersonalización).
  • Bauman, Zygmunt. Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005. (Clave para entender cómo el amor se ve afectado por la fluidez social y el miedo al compromiso).

Aportes del autor del presente trabajo:

  • Rivadeneira Galiano, Harvey. Conferencias y escritos inéditos sobre el amor consciente, sanador y ético. Quito, 2024-2025. (Textos desarrollados como reflexión crítica y expansión contemporánea del pensamiento de Ingenieros y otros filósofos, con enfoque personal).
  • Rivadeneira Galiano, Harvey. El amor como energía del alma y fuerza de elevación humana. Inédito.
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Aclaraciones, parte tercera:  

·       Las partes tituladas “Limitaciones del amor por la familia” y “Eliminación del amor por el  matrimonio” corresponden a un artículo de Ingenieros titulado “El amor, la familia y el  matrimonio”, destinado sin duda a la Revista de Filosofía. En el manuscrito estos trabajos  aparecen en pruebas de galera intercalados de la misma manera como lo están aquí.   Los ensayos titulados “La inmoralidad social del amor” y “El renacimiento del amor” se  publicaron en la Revista de Filosofía (Año XI, núm. 1, enero de 1925 y Año XI, núm. 2, marzo de  1925)

 

 







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