El Principio básico taoísta es estar en armonía con el Tao, lo que significa estar en sintonía con lo esencial, con lo sublime, aunque esto esencial o esto sublime no es un sueño metafísico de lo invisible, sino, algo que es saboreado y degustado a partir de cada manifestación; por eso, dicha sintonización se concreta conforme se vaya viviendo de acuerdo con la Naturaleza.
Vivir de acuerdo con la Naturaleza es llevar una vida lo más sencilla y simple posible, sin adornos artificiales. Es vivir lo más tranquilo posible, sin generar complicaciones ni enredos; es vivir las pequeñas cosas felizmente, sin aspirar a un modo de vida inalcanzable.
Vivir de acuerdo con la Naturaleza es estar a gusto con la Conciencia Despierta y saber ser uno con el devenir de los ciclos.
Bernardo y su maestro Simón descansaban bajo la sombra de los árboles, bebiendo jugo mientras oían música; en eso, llegó un amigo de Bernardo y después de saludar dijo:
‒Cuando me libere de las preocupaciones y compromisos que pesan en mi corazón, me dedicaré a ser feliz como ustedes.
‒Nunca llegará ese momento mientras necesites preocuparte y comprometerte ‒dijo el maestro‒. Pero si no vas a liberarte de esas excusas, al menos haz como hace tu amigo Bernardo, sé igualmente feliz con tus preocupaciones y compromisos. Siéntate y canta con nosotros...
De muchas maneras, siempre se está buscando lo inalcanzable, y la felicidad está tan cerca, que ya la tienes en tus manos y no te das cuenta.
Vivir de acuerdo con la Naturaleza es aceptar la vida que está palpitando en cada instante del presente y evitar dividir la mente en proyecciones futuras o en ataduras del pasado. Sin especular por el porvenir o inquietarse por lo que ya fue.
El sentimiento del instante presente no puede ser comparado con nada, porque sólo allí late la verdadera vida. Todo lo demás es ficticio.
La mente sueña y fantasea, y mientras lo hace se pierde del profundo sentimiento expansivo que se desarrolla a partir de la captación del momento presente.
Para sentirte vivo, para ser feliz, para estar colmado y vivenciar la plenitud, no hace falta ir a ningún lado, no es necesario que hagas nada, no es preciso que alcances o logres algo en especial, tan sólo es suficiente que tu espíritu esté predispuesto de verdad, y para ello simplemente basta con despertar tu percepción y tu sentimiento del instante presente en toda su dimensión y magnitud. Este es el significado de abrir la mente y el corazón. Y cuando experimentas esta apertura, entonces, saboreas el pináculo de la satisfacción más trascendental.
También Chuang Tse estuvo una vez con su esposa y con sus discípulos sentado bajo la sombra de un árbol.
Hay que tener en cuenta que ellos llevaban una vida muy humilde, y a veces tenían muy poco para comer; sin embargo, vivían de acuerdo con una conciencia elevada y con profundo sentimiento, que los distinguía por una belleza natural inexplicable. En esto consistía su riqueza, a tal punto que el emperador con toda su gloria parecía un mendigo.
Justo ese día, llegó ni más ni menos que un emisario del emperador, con un pliego que expresaba el respeto y la admiración que el monarca sentía por Chuang Tse. Este emisario era portador de una invitación especial que solicitaba a Chuang Tse que aceptara el cargo de consejero imperial, ofreciéndole a cambio vivir con su esposa en el palacio, y disponer de los lujos y de los servicios imperiales. También le ofrecía ganar por el resto de su vida suficiente oro como para ayudar a todos sus amigos discípulos.
Se imaginan la cara que habrán puesto la esposa y los discípulos de Chuang Tse, sobre todo cuando éste le respondió al emisario de la siguiente manera:
‒¿Es cierto que en el Palacio Imperial hay una tortuga sagrada dentro de una campana de cristal, y que durante varias generaciones es continuamente visitada y venerada todos los días, y que además recibe todas las gracias y honores de los hombres cultos? – preguntó Chuang Tse.
‒Sí, claro, ‒respondió el emisario.
‒Y dime tu opinión ‒continuó Chuang Tse‒ ¿la tortuga está contenta con esa vida o acaso preferiría estar chapoteando con su cola en el barro?
‒Bueno, ‒titubeó el emisario‒ lógicamente, le gustaría estar chapoteando con su cola en el barro.
‒Pues, entonces, dile al Emperador que Chuang Tse agradece su invitación, pero que prefiero seguir chapoteando con mi cola en el barro...
De hecho, vivir de acuerdo con la Naturaleza no es casual ni producto del azar, es un logro de la Conciencia. Es una decisión inteligente. Por eso se dice que éste es un Principio taoísta. Pues, que podría ser más grande para quienes han visto a Dios en la Madre Naturaleza.
Generalmente, se hacen muchas cosas para un fin determinado; sin embargo, vivir de acuerdo con la Naturaleza no tiene objetivo alguno, no tiene una meta, porque es un fin en sí mismo. Si se intenta vivir de manera natural por alguna razón, aunque justificada, esta razón hace que deje de ser natural.
Es muy extraña esta aritmética del Tao. Sin embargo, se cumple. Por consiguiente, cuanto más natural sea el sentimiento de vida, más se profundizará la armonía. Y, eso natural, ha de ser natural de verdad, no forzado para que lo sea.
Porque más allá de lo concreto que es la vivencia natural para la concepción taoísta, no hay que olvidar que esta filosofía de vida tiene enormes raíces existenciales, que se originan a partir de una clara comprensión de lo incomprensible y de una aceptación total del Inteligente Orden Universal que se manifiesta por doquier.
Es justamente al revés de lo que proponen ciertas ideologías teológicas que aseguran que sólo por medio del acatamiento de numerosas reglas se alcanzará un estado superior.
Por el contrario, el Tao propone solamente comprender que lo superior no puede ser nombrado, y, por lo tanto, no hay nada que alcanzar; y, por otro lado, una vez comprendido lo esencial, la propuesta es vivir de acuerdo con la naturaleza, aunque, no para acceder a un estadio superior, sino, para Despertar la Verdadera Naturaleza Interior. Se habla de caminos para alcanzar la iluminación, en cambio, vivir de acuerdo con la Naturaleza ya es iluminación.
Hay caminos que se fundamentan en elaboradas teorías acerca de las “verdades de la vida”, y así el ser humano se pierde a sí mismo buscando el más allá.
Por el contrario, el camino del Tao comienza en uno mismo, es decir, en la concepción del universo dentro del Ser, para comprender lo más básico e inmediato de la vida de todos los días.
Digamos, éste es uno de los motivos por el que grandes maestros taoístas han sido absolutamente prácticos; incluso el mismo Lao Tse no fue un filósofo, pues, él no sentía ninguna necesidad de escribir el Tao Te King, porque ya lo vivía en su cotidianeidad. La necesidad, casi desesperada, fue de su discípulo Yin Hsi que le rogó que escribiera.
En otras palabras, cuanto mayor fue la inspiración celestial de estos maestros taoístas prácticos, más grande ha sido su naturismo terrenal, a tal punto, que la trascendente metafísica de estos ilustres pasó desapercibida ante el observador superficial.
La vida simple y natural de todo entendedor del Tao se aleja de cualquier vestidura estereotipada relacionada con el conocimiento jactancioso de la elite del establishment, y, porque ha comprendido la metafísica de manera acabada, no se luce con ella, no necesita mostrársela a nadie, porque la vive profundamente en su interior. Y cuando algo se vive de forma natural, no está meramente en el intelecto, está en la sangre, por eso mismo, nada puede decirse.
La persona realmente inteligente no dice ser inteligente, la persona realmente buena no dice ser buena, la persona con sabiduría espiritual no dice ser espiritual, porque decirlo, pensarlo o sentirlo, es apenas un intento por ocultar una profunda duda al respecto. Por lo tanto, la vida natural que se dice ser, todavía no lo es, y en tao cuando se dice: “se ha alcanzado” hay que traducir como: “se ha alejado”. Porque cuando de verdad llega a ser, casi nadie lo nota.
Un poco por esto surge lo de la “antifilosofía”, no queriendo significar con esto una negación de la filosofía tradicional ni establecer una nueva postura filosófica. Tan solo representa el “saber natural” que se precisa para concebir la realidad del Tao.
Para un taoísta que sigue el Sendero de la Conciencia, no basta sólo lo natural. Pues, si fuera sólo lo “natural”, entonces, no tendría cabida filosofía alguna, pero como también es “saber”, entonces, sí se requiere de una filosofía.
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