miércoles, 19 de diciembre de 2018

PARÁBOLA DE LA FLECHA ENVENENADA















Buda, en la búsqueda de la iluminación, también intentaba descubrir cómo liberarnos de la ignorancia y el sufrimiento.

 Al igual que otros grandes sabios del pasado, propuso una filosofía práctica que nos anima a centrarnos en las cosas más sencillas como una vía para alcanzar metas mayores.

El taoísmo lo resumió perfectamente en una frase: un camino de mil kilómetros empieza por un solo paso.

Sin embargo, en la vida cotidiana nos resulta difícil aplicar estas enseñanzas.

En el Majjhima Nikaya, una colección de textos atribuidos a Buda que forman parte del Canon Pali, podemos encontrar la "parábola de la flecha envenenada".

Gautama Buda le contó esta historia a un discípulo que se mostraba impaciente por escuchar del maestro las respuestas a las "14 preguntas sin respuesta" relacionadas con cuestiones metafísicas como la vida después de la muerte.

"Hubo una vez un hombre que fue herido por una flecha envenenada.

Sus familiares y amigos querían procurarle un médico, pero el enfermo se negaba, diciendo que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la casta a la que pertenecía y su lugar de origen.

Quería saber también si ese hombre era alto, fuerte, tenía la tez clara u oscura y también deseaba conocer con qué tipo de arco le había disparado, y si la cuerda del arco estaba hecha de bambú, de cáñamo o de seda.

Decía que quería saber si la pluma de la flecha provenía de un halcón, de un buitre o de un pavo real...

Y preguntándose si el arco que había sido usado para dispararle era un arco común, uno curvo o uno de adelfa y todo tipo de información similar, el hombre murió sin saber las respuestas".

Al leer la parábola la primera idea que nos viene a la mente es que la actitud del hombre herido es absurda y necia. Sin embargo, Buda nos está diciendo que todos nos comportamos de la misma manera sin darnos cuenta.

De cierta forma, todos estamos heridos con esa flecha envenenada ya que, antes o después, moriremos.

Vivimos sin ser plenamente conscientes de nuestra mortalidad, por lo que a menudo le damos una importancia excesiva a cosas intrascendentes que nos impiden disfrutar del presente profundizando en un estado de preocupación innecesario.

Grandes enseñanzas para toda la vida. Céntrate en lo que realmente te ocurre.

En muchas ocasiones, para resolver un problema es importante no perderse en divagaciones, necesitamos actuar. Lo más usual es que detrás de esas cavilaciones se esconda el miedo y la incertidumbre.

Cuando nos enfrentamos a un problema y nos vamos por las ramas, aunque sabemos cuál es la solución definitiva, es porque tememos a algo.

Sin embargo, considera que a largo plazo las soluciones tibias solo sirven para generar más problemas, además de crear un estado de insatisfacción interior.

En otros casos activamos mecanismos de defensa como la proyección o el desplazamiento mediante los cuales trasladamos el problema fuera de nosotros mismos, o intentamos esconderlo.

Generalmente esto se debe a que no deseamos aceptar que formamos parte del problema, por lo que para solucionarlo primero debemos trabajar sobre nosotros mismos.

En cualquier caso, la estrategia nunca es mirar hacia otro lado, es importante comprender qué nos ocurre realmente y aprender a priorizar aquí y ahora.

Da un paso a la vez

La mente puede convertirse en nuestra mejor aliada o nuestra peor enemiga.

Podemos usarla en positivo para solucionar problemas o podemos usarla en negativo encontrando un problema para cada solución.

Para vivir con menos agobio y estrés la clave consiste en ir paso a paso.

Eso no significa que no podamos anticiparnos a los problemas, pero debemos asegurarnos de que no estamos alimentando un pensamiento catastrofista.

Céntrate en el presente, valora cuidadosamente la situación en la que estás y da un paso a la vez, ese paso no te llevará directamente a tu destino, pero al menos te sacará de donde estás.

Vive día a día, como si cada jornada fuera la primera y la última de tu vida.

Deja que todo fluya y que nada influya

A veces nos quedamos cautivos de los problemas, aunque estos ya se hayan solucionado o formen parte del pasado, ya que siguen rondando nuestra mente, provocando desazón, ira, frustración y rencor.

Cuando nos aferramos a lo sucedido, cuando no dejamos ir esas emociones y sentimientos, nos convertimos en sus esclavos.

En este sentido, un estudio llevado a cabo en la Universidad de Harvard reveló que pasamos el 47% de las horas que permanecemos despiertos pensando en lo que nos ha ocurrido o lo que nos podría ocurrir.

Esa "mente errática" es la causa de que nos preocupemos excesivamente y de nuestra infelicidad. El mejor antídoto es centrarse en el presente y experimentar gratitud por lo que tenemos y lo que somos.

Así lograremos restarles impacto a las experiencias negativas y alcanzar el equilibrio.

Elimina todo lo innecesario.

Leonardo da Vinci dijo, "la simplicidad es la máxima satisfacción", y no andaba desacertado.

A lo largo de nuestra vida cargamos con muchas cosas, que solo sirven para generar caos y abrumarnos. Cuando te das cuenta de que puedes vivir sin ellas y ser aún más feliz, logras valorar más lo que tienes y te liberas de un gran peso.

Eliminar todo lo innecesario también se refiere a los sentimientos, creencias, estereotipos o sueños que no te pertenecen y que solo son un obstáculo.

Cuando mires dentro de ti, te asombrará descubrir que muchas de las frases de tu diálogo interior realmente no son tuyas sino que te las han inculcado.

Haz una limpieza mental y deshazte de las emociones que te dañan, como el resentimiento por un viejo suceso, la angustia por algo que probablemente nunca ocurrirá y el miedo a perder lo que tienes.

1. Reajusta las expectativas. Las expectativas son nuestra mayor fuente de insatisfacción. De hecho, casi nunca somos conscientes de ellas pero a menudo esperamos demasiado de nosotros mismos y de los demás. Cuando nuestras expectativas no se cumplen, nos sentimos mal y esto nos sume en un estado de frustración que genera muchísima basura emocional. Por eso, el primer paso para mantener limpia nuestra mente consiste en revalorar nuestras expectativas en función de nuestros recursos actuales y, si es necesario, ajustarlas. Al contextualizar tus expectativas puedes replantearte tus objetivos y llegar a tu meta sin tanta presión.

2. Mantén una actitud positiva. La mayoría de las personas son conscientes de la importancia de enfrentar los problemas asumiendo una actitud positiva pero lo cierto es que casi nadie lo hace. Una buena estrategia consiste en llevar un diario de la positividad; es decir, al finalizar cada día, tendrás que escribir al menos tres cosas positivas que te hayan ocurrido, por muy irrelevantes que te parezcan. De esta forma irás creando el hábito de ver y darle importancia a los aspectos positivos de las situaciones, lo cual te llenará de energía y te dará fuerzas para enfrentar incluso las peores jornadas.

3. Sé proactivo. No basta con mirar dentro de sí y darse cuenta de toda la basura emocional que almacenamos porque esto solo nos hará sentir mal, es imprescindible actuar. Recuerda que la introspección sin la acción puede llegar a ser muy dañina porque nos sume en un círculo vicioso que conduce a la lamentación. En vez de quedarte sentado viendo cómo la basura emocional se amontona, ármate de valor y comienza a sacar poco a poco esos sentimientos negativos que te impiden sentirte pleno. Por ejemplo, puedes tomar un curso de manejo de la ira, si este es tu principal problema, o aprender técnicas de relajación, si tu problema es la ansiedad. Recuerda que no podrás eliminar toda la basura emocional de un plumazo porque es probable que haya estado ahí durante meses o incluso años, pero si das un paso tras otro, paulatinamente, lograrás limpiar tu mente.

4. Acepta y deja ir. Una gran parte de la basura emocional que acumulamos proviene de errores del pasado que no hemos aceptado y que continúan lastrando nuestro presente. Cuando no logramos pasar página, las experiencias pasadas nos siguen dañando y, ante el menor estímulo, los sentimientos negativos asociados a estas se vuelven a activar. Por eso, es fundamental mirar atrás y liberarnos de las culpas, las recriminaciones y las frustraciones. De la misma forma en que hacemos limpieza en casa, debemos hacer limpieza en nuestra mente. Analiza las situaciones pasadas que te perturban, pregúntate si las emociones que despiertan te reportan algo bueno y, si no es así, prepárate para dejar ir esas sensaciones desagradables. La técnica de las hojas del río es ideal para eliminar la basura emocional ligada al pasado.

5. Sal de tu zona de confort. Nuestra zona de confort es ese “lugar” en el que nos sentimos cómodos y seguros porque tenemos el control de lo que sucede. Sin embargo, para que las cosas sean diferentes hay que hacerlas de manera diferente. No es suficiente con que limpies la basura emocional si continúas con los viejos hábitos y vuelvas a llenarte de resentimiento. Salir de tu zona de confort te ayudará a ver la vida desde otra perspectiva, te llenará de buenas vibraciones y te dará la energía que necesitas para emprender nuevos proyectos.

Si vamos más ligeros de equipaje no solo podremos llegar más lejos sino que también disfrutaremos más del viaje.








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